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Los escritores iraníes esperan que Rohaní alivie la férrea censura literaria

Los escritores iraníes esperan que Rohaní alivie la férrea censura literaria

EFE

Teherán —

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Con el cambio de gobierno, los escritores iraníes esperan ansiosos un relajamiento de la férrea censura impuesta bajo el ex presidente Mahmud Ahmadineyad que, según ellos, destruyó el sector editorial y paralizó la creación.

El pasado diciembre, más de doscientos escritores iraníes firmaron una carta abierta al Ministerio de Cultura y Orientación Islámica en la que piden el fin de la censura y que se permita al sector editorial regularse a si mismo para cumplir con las exigencias legales de no publicar textos ofensivos o pecaminosos.

“Los libros se imprimen cada vez con menos copias, los cines están cada vez más vacíos, las producciones teatrales se vuelven más anémicas y la música suena menos musical. En general, la censura ha reducido drásticamente el estatus de las artes y la literatura en nuestro pueblo”, denunciaba en una nota la Asociación de Escritores de Irán, proscrita en el país.

“No se pide que se acabe con la censura totalmente, pero al menos con esa censura que ha paralizado el trabajo durante ocho años”, explicó a Efe Mohamad Ali Sepanlu, uno de los poetas vivos iraníes más importantes del país.

En su último libro, de cada diez páginas hay una mutilada, y 28 tramos de la reedición de la Colección de Poesías Completas de Sepanlu han sido tachados.

El poeta muestra, apenado, la reciente edición de su libro “Leyenda del poeta desconocido”, donde se observan huecos en los textos de los poemas (rellenos con puntos suspensivos) y saltos desde el capítulo 9 al 12 y del 19 al 21.

“Este libro, un poema largo, cuando eliminan estas partes, no hay quien lo entienda, ¡es surrealista!. Trabajé once años en él y lo han arruinado”, se queja.

Según él, durante el mandato de Ahmadineyad, y especialmente en los últimos cuatro años, los escritores ni siquiera podían ir y debatir abiertamente con las autoridades los párrafos “incómodos”.

Los funcionarios no escatimaban con el bolígrafo, tachando todo lo que a su entender podría considerarse indecente, subversivo, erótico o insuficientemente islámico.

Más allá de las limitaciones más obvias, como las críticas al régimen o al islam, la censura ha llevado a que no se permita, por ejemplo, que en una novela ocurra que una mujer casada se enamore de otro hombre.

“Hemos tenido que encontrar un lenguaje secreto, con muchas palabras sustitutivas. En vez de 'alcohol' decimos 'refresco', en vez de 'bailar' usamos un verbo en persa que significa 'apretar los pies contra el suelo'. Los besos en los labios que se cambian por besos en la frente”, explica este poeta de 73 años.

Otra de las muchas víctimas de la censura es el escritor de prosa y crítica Shahriar Vaghfipour, de 37 años.

“Quince libros míos están prohibidos: tres novelas y traducciones de novelas extranjeras, entre ellas una del ucraniano Andrei Kurkov o 'Amor', de la americana Toni Morrison”, se lamenta en una entrevista con Efe.

Piensa que Rohaní “puede cambiar algo la situación, porque en los ocho años de Ahmadineyad hubo un hundimiento cultural”, pero tampoco alberga demasiadas esperanzas porque considera al nuevo presidente “un derechista”.

Además de lo que el Ministerio de Cultura prohíbe, están la autocensura del autor y la editorial.

“Por ejemplo, un ayatolá importante dijo en un discurso que (Immanuel) Kant era un soldado del demonio y, desde entonces, ya nadie se atreve a reeditar a Kant o a citarlo”, explica Vaghfipour.

La censura, opina, es “en parte culpable” de que su generación “sea un desierto literario”.

Sepanlu reconoce que, ante la imposibilidad de escribir lo que quieren, muchos escritores han emigrado.

El veto de las autoridades bajo Ahmadineyad llevó a prohibir siete de sus libros que sí se habían publicado bajo el Gobierno reformista de Mohamad Jatamí (de 1997 a 2005).

También en la novela de Albert Camus “El Justo”, que este poeta tradujo al farsi y se había editado nueve veces en Irán, le pidieron que eliminase partes.

“Me negué. ¡No puedo mutilar a Camus!”, asegura indignado.

“Cien años de Soledad, de García Marquez, hace seis o siete años que ya no se reedita. Y también se censura la poesía de Lorca: el baile, la falda que vuela”, evoca con tristeza.

Sepanlú tiene otro libro de poemas, “El invierno no sabe qué hacer”, esperando desde hace dos años un visto bueno oficial que no llega.

“Yo estudié derecho y en mis libros no hay nada fuera de la ley, el problema es que la censura no entiende la ley y, a veces, tampoco entiende la poesía”, dice.

El nuevo ministro de Cultura, Ali Janati, anunció relevos en el equipo de censores, prometió revisar la lista de volúmenes prohibidos y declaró que bajo el anterior gobierno la censura fue “demasiado estricta”.

Janati llegó incluso a afirmar que los censores “habrían prohibido el Corán” si este se hubiese intentado publicar porque habrían encontrado palabras “contrarias a la virtud pública”.

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