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El estruendo de los tambores de Baena se abre al mundo

El estruendo de los tambores de Baena se abre al mundo

EFE

Baena (Córdoba) —

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Baena, ubicada en la campiña este cordobesa y que da nombre a uno los mejores aceite de oliva del mundo, resuena ya con los tambores cuyos parches machacan los 3.000 “judíos” que en Semana Santa hacen que el municipio de “20.000 almas” retumbe en el corazón del valle del Guadajoz.

Sin mediciones de los decibelios liberados en este rincón de la provincia cordobesa durante la Semana Santa, el presidente de la Agrupación de Cofradías, Guillermo Iván Bernal Trujillo, que hizo carrera en la Universidad de Navarra, asegura que al regresar “se podía escuchar el murmullo de los tambores a cinco o seis kilómetros de distancia”.

Según explica a Efe, con la salida el Miércoles Santo de la cofradía de Nuestro Padre Jesús del Huerto y San Diego, los dos tipos de “judíos”, tanto coliblancos como colinegros, salen juntos a las calles “a hacerse notar”.

“Hablamos de esas tres mil personas tocando juntos, pero es que el Jueves Santo tenemos hasta 7.000 personas copando el pueblo, entre 'judíos' y cofrades”.

Una fiesta con solera, de tradición antigua, que tiene el honor de ser de Interés Turístico (1985), de Interés Turístico Nacional de Andalucía (1997), de Interés Turístico Nacional (2001) y, la más reciente, Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco (2018).

Pero, además, “con un noventa por ciento de seguridad”, será nombrada Itinerario Cultural Europeo por el Consejo de Europa, lo que supondría su quinta declaración, de ahí que hasta el final de las fiestas, una vez que se sale a la calle enfundados en sus casacas rojas y sus emplumados cascos, los baenenses no estén “para nadie”.

Aunque según escribió José Zorrilla: “Del Rey para abajo, ninguno”, Trujillo ironiza con los “lazos reales” de la Real Archicofradía de Nuestra Señora del Rosario desde tiempos de Isabel II, cuando la reina se inscribió en 1958 como hermana mayor y protectora de la misma, de la que era ferviente devota.

Todos los reyes de España han aceptado ser hermanos mayores desde entonces, “con lo que si Felipe VI apareciera por aquí, evidentemente no es cuestión de dejar abandonado al hermano mayor”, bromea.

El visitante puede admirar las 75 cuadrillas, incluidas las centurias romanas como gran atractivo, y las 16 cofradías de “judíos”, la mitad de cola negra y otras ocho de cola blanca, con una ligera desproporción de dos a uno a favor de los colinegros.

“Son momentos muy intensos no solo por la trascendencia religiosa que implica, sino también porque las familias nos volvemos a encontrar de nuevo todos juntos por unos días. En algunos casos más incluso que por Navidad”, asegura Trujillo.

En su caso, la familia completa, con miembros llegados desde el extranjero, vive en una casa de campo que les dejaron sus padres. Pero el resto del pueblo prácticamente se convierte en un inmenso hotel abriendo sus casas para acoger a amigos e invitados que acuden a disfrutar la fiesta.

Y es que, a pesar de que Baena cuenta con establecimientos de hasta tres estrellas, a los que se suman los de los municipios próximos, en el fondo, a la gente le gusta estar “donde las turbas de 'judíos' hacen añicos el silencio”.

“En el mismo meollo de la fiesta, para vivirla con intensidad apurando cada instante. Y nada mejor para ello que las casas de Baena”, ha enfatizado Trujillo, que se ha mostrado seguro que el sello de patrimonio mundial no supondrá un incremento de visitantes.

Pero sí supone “una enorme responsabilidad para mantener la altísima calidad de una tradición” recibida “con mucho cariño de padres a hijos” y que pretenden dejar a sus descendientes “como mínimo tan de excelencia como la heredamos nosotros”.

De momento, el relevo generacional está asegurado por el inmenso interés por la tradición que demuestran los más pequeños, que cuentan con sus propios trajes y tambores... en proporción a sus tamaños.

Javier Collantes

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