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Illa, un año de gestión lacrado por la peor pandemia de este siglo

Salvador Illa se va con "mucha pena" de Sanidad a donde "pueda ser más útil"
Madrid —

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Madrid, 26 ene (EFE).- El ministro de Sanidad, Salvador Illa, abandona este martes su cartera después de poco más de un año desde que la aceptara sin imaginar que su gestión estaría marcada por la peor pandemia de este siglo y que sus planes más inmediatos, como endurecer la ley del tabaco, tendrían que esperar.

Fue el 13 de enero del ya histórico 2020 cuando Illa, licenciado en Filosofía y MBA por el IESE, recogió su cartera despojada de las competencias de Consumo y Servicios Sociales, de manos de su antecesora, María Luisa Carcedo; entonces, el ministro aseguró que desempeñaría su tarea “teniendo muy presente dos verbos: ”escuchar y resolver“.

Tenía claro Illa que entre sus objetivos se encontraba el de endurecer la ley del tabaco y revisar la fiscalidad de esta sustancia, así como promover una norma para frenar el consumo de alcohol en menores, según avanzó en una entrevista con Efe pocas semanas después de ser nombrado ministro, así como también eliminar de forma progresiva el copago farmacéutico.

Pero irrumpió la pandemia y el mundo se paró. El ministro se convirtió junto al director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES), Fernando Simón, en el centro de todas las miradas. Era la primera ola, en la que cada día se lamentaban centenares de muertos por el virus, con los hospitales saturados y los sanitarios reclamando el material necesario para protegerse.

Illa comparecía cada semana en el Congreso para dar cuenta en sede parlamentaria de las actuaciones del Ejecutivo para frenar al virus, mientras trataba de aplacar las críticas de la oposición con un discurso en el que siempre apelaba al diálogo, a la unión y a la colaboración de las comunidades autónomas.

Llegó la desescalada no sin polémicas con algunas comunidades, como Madrid, que no compartía las decisiones del Ministerio de Sanidad sobre qué región pasaba de fase.

En el verano Illa tuvo poca tregua y poco después despegó la segunda ola, con intervención a la Comunidad de Madrid incluida: ordenó el estado de alarma durante quince días en la región gobernada por Isabel Díaz Ayuso para tratar de frenar el virus en ese territorio.

Illa y las comunidades labraron en esa segunda ola una actualización de la estrategia contra el virus, mientras ya se avistaba la vacunación en el horizonte. Y fue junto a ellas también con las que aprobó precisamente la estrategia de vacunas, que marcaría los ejes fundamentales sobre los que se pivotaría el proceso.

El último mes del año, la gestión de Illa se centró sobre todo en acordar con las comunidades una serie de medidas para que la navidad no prendiera la mecha de la tercera ola y en implementar el plan de vacunación ante la inminente llegada de las vacunas a Europa.

Y con el inicio del proceso, y con la tercera ola en su pico más alto, el ministro deja el cargo para probar suerte como candidato del PSC en Cataluña tras estos meses en los que la pandemia casi ha eclipsado cualquier acción de su departamento al margen de la covid.

No ha endurecido la ley del tabaco pero sí ha comenzado la eliminación progresiva del copago farmacéutico a colectivos vulnerables y ha sacado a consulta pública el anteproyecto de ley de medidas para la equidad, universalidad y cohesión del SNS, que incorpora la obligación de evaluar el impacto en la salud de la población en todas las nuevas políticas públicas.

Para reforzar la Atención Primaria, un servicio asistencial que ya antes de la pandemia daba señales de auxilio, Sanidad ha destinado mil millones de transferencias a las comunidades para su desarrollo, aunque su sustituto tendrá que sumergirse también en este reto.

Illa ha puesto los mimbres para ampliar e impulsar distintos proyectos como la analítica de datos, la salud digital y la interoperabilidad electrónica de la información sanitaria y bajo su mandato el Ministerio ha empezado a trabajar en la creación del Centro Estatal de Salud Pública.

Todo ello en un año en el que el ministro, según aseguró en una reciente entrevista con la Agencia Efe, lo ha hecho lo mejor que ha podido.

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