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El techo que impide crecer a Guatemala se llama desnutrición, dice un experto

El techo que impide crecer a Guatemala se llama desnutrición, dice un experto

EFE

Guatemala —

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En la pantalla de su ordenador, Germán González Díaz, el máximo responsable de la lucha contra la desnutrición en Guatemala, tiene un mapa que no puede quitarse de la cabeza: es el municipio de Chiquimula, donde la malnutrición alcanza picos por encima del 70 por ciento.

“El techo que nos impide crecer se llama desnutrición”, repite el funcionario, uno de los pocos que se mantiene en su cargo pese al cambio de Gobierno, en una entrevista con Efe.

Aunque las cifras se van reduciendo poco a poco, con 12.775 casos de desnutrición aguda a menores de 5 años en la semana 47 frente a los 13.088 del mismo periodo de 2015 y con el nombramiento del país como “portavoz” en la lucha mundial contra esta lacra, el secretario general de la Secretaría de Seguridad Alimentaria y Nutricional (Sesan) es consciente de lo lejos que está todavía la solución.

Guatemala necesita una revolución que tras una década de trabajo permitiría controlar el drama del hambre y avanzar hacia un desarrollo social. Hasta la fecha, reconoce, Guatemala crece anualmente alrededor de 4 % del PIB, pero esto no se traduce en una mejora de las condiciones de las comunidades más desfavorecidas.

González tiene claro lo que hay que hacer: “inversiones”. Salud, educación y agua y saneamiento. Un desarrollo integral.

Tras tres décadas sin inversiones en salud, el país cuenta con 1.171 puestos de atención primaria, totalmente “insuficientes” para la actual población de Guatemala, más de 16 millones: “Se necesitan alrededor de 4.000”, sentencia González.

Pero no basta solo con levantar las infraestructuras, sino que hay que dotarlas de recursos humanos, preferiblemente procedentes de las propias comunidades para evitar el rechazo social, e insumos.

Por eso, el plan ideado por el Ministerio de Salud se proyecta a diez años, una década clave para formar al personal y construir las infraestructuras necesarias: en 2017 se invertirán 1.000 millones de quetzales (132,6 millones de dólares) para esta iniciativa.

Mientras se termina de recuperar el sistema de salud primaria, se buscarán soluciones alternativas de asistencia móvil para cubrir la atención demandada por las comunidades: se trata, explica el responsable de la Sesan, de convencer a las familias a través de la educación para que lleven a los pequeños a los centros de asistencia al tiempo que se amplía la cobertura de estos.

Actualmente, en municipios como Chiquimula -ese que aparece en la pantalla del ordenador- apenas el 40 por ciento de la población tiene acceso a estos centros y los que lo tienen a menudo deben recorrer largas distancias para recibir la asistencia.

Más allá de la salud, el plan para frenar la desnutrición requiere de un proyecto educativo que transforme el comportamiento nutricional de algunas comunidades, lo que permitiría además romper el círculo del abandono escolar, e importantes inversiones en infraestructuras de agua y saneamiento.

En esta materia, las municipalidades tienen una labor crucial, pues son ellas las encargadas de realizar estas inversiones. Tras un año dialogando con ellas, González es optimista: para 2017, de los 2.200 millones de quetzales (291,9 millones de dólares)de los consejos de desarrollo, el 52 por ciento se destinará a proyectos de salud, educación y abastecimiento de agua o saneamiento.

Solo así, Guatemala podrá cumplir con la meta fijada por el nuevo presidente: reducir en un 10 por ciento en cuatro años la desnutrición crónica, la cual supera en estos momentos el 46 por ciento.

Aunque no existen datos actualizados, el hombre que más sabe de desnutrición en Guatemala se muestra confiando en el camino emprendido. Ahora sólo hace falta caminarlo.

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