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Los jóvenes deciden morir en Nicaragua, que no supera su crisis sociopolítica

El estudiante excarcelado Byron Estrada habla durante una entrevista con Efe este lunes, en Managua (Nicaragua).

EFE

Managua —

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Cinco suicidios en los últimos días en Nicaragua, en su mayoría jóvenes, incluyendo dos opositores, han causado conmoción en el país, y hay quienes lo ven como un efecto de la crisis sociopolítica que se ha cobrado cientos de vidas desde abril de 2018.

En cuestión de días una joven universitaria que había sobrevivido a un ataque armado del Gobierno se quitó la vida, otro estudiante opositor tomó la misma decisión en el norte del país, un obrero nicaragüense se suicidó en Panamá, y una mujer fue rescatada justo antes de lanzarse de un puente en Managua.

Según el último reporte oficial sobre los suicidios en Nicaragua, en 2018, año del estallido social contra el presidente Daniel Ortega, se registraron 355 casos, cerca de uno por día, más que los 318 de 2017, sin incluir un aparente subregistro.

El colectivo de psicólogas Sanar, creado por expertas anónimas para ayudar personas afectadas por la crisis, señala que las razones que han llevado al suicidio a tantas personas son diversas, desde personales, hasta familiares, y la situación sociopolítica podría estar entre estas.

CONTEXTO Y PASADO

“En Nicaragua no solamente estamos viviendo las consecuencias de la historia actual, venimos cargando una diversidad de traumas ocasionados por conflictos armados y no armados, miedos, divisiones, desde hace muchas décadas, no es la primera dictadura que hemos vivido”, explica Sanar a Efe.

La dictadura referida por Sanar es el Gobierno de Ortega, identificado así por diversos sectores desde que ordenó ataques armados hacia protestas pacíficas y ejecuciones extrajudiciales contra opositores en 2018, que han dejado cientos de presos, muertos o desaparecidos, según organismos humanitarios locales e internacionales.

La dirigente opositora Ivania Álvarez cree que los suicidios en Nicaragua forman parte de lo que Estados Unidos ha identificado como la política de “exilio, cárcel o muerte”, contra opositores.

Álvarez dijo a Efe que “es un mensaje duro de parte de la dictadura, que está siendo brutal contra nosotros, no solo los suicidios, vemos los exiliados... cuando te dicen que te siguen, que te van a encarcelar, que te pueden asesinar, violar, el mensaje es: ándate”.

Ese fue el caso de un joven opositor que huyó al exilio para evitar la cárcel o la muerte, volvió con depresión y terminó quitándose la vida, según el Movimiento 19 de Abril, al que pertenecía.

VIVIR BAJO PRESIÓN

Otros jóvenes como el líder estudiantil Byron Estrada, han logrado sobreponerse a vivir escondidos, ser encarcelados, además de sufrir asedio de policías y paramilitares.

“Sentirse que en todo momento te siguen, que te hablan, escuchar los portones cuando vienen (los custodios) en caso de haber estado en la cárcel, no poder dormir, muchísimas cosas que van más allá de solo agarrar una bandera y poder gritar”, agrega.

El 11 de noviembre pasado, ante el asedio, “fue tanta mi desesperación ese día que estaban afuera (de casa), que yo me dije: yo prefiero ahorcarme aquí que salir a que me maten, porque va a ser súper más doloroso ver cómo hacen pedazos con uno”, relató Estrada, quien transmitió el drama de casi un día entero en Facebook Live.

Lo que no se vio en la transmisión fueron las sensaciones comunes de quienes sufren por la crisis sin tener quién los escuche.

Según Sanar, que atiende situaciones de emergencias sufridas por víctimas directas de la crisis, estas suelen experimentar “mucha ansiedad, estrés, pérdida de apetito, insomnio o hipersomnio, pérdida de interés en ciertas cosas que antes les emocionaban o les causaban placer”, y recomiendan estar atentos a dichos síntomas.

LA ESPERANZA ES CLAVE

Las especialistas también recomiendan “sentir la diversidad de emociones que nos genera vivir en esta sociedad, acoger esos sentimientos, hablar de ellos, y transformarlos cuando sintamos que es necesario”, mientras que a los menos afectados les sugieren ser empáticos, amigables y respetuosos con las víctimas.

Y algo más: “la esperanza”, según Estrada. “El proceso de la esperanza en tener unidad, que se ha perdido, ha sido uno de los motivos que también nos ha causado tristeza”, afirmó el universitario, quien ya no quiere ver a Ortega en el poder.

Eso afectó a la primera joven, que antes de quitarse la vida escribió en internet: “Yo no voy a participar de este circo ni me voy a quedar a aplaudir. Yo elijo preservar lo que queda de mi dignidad antes de que me siga siendo cercenada. Elijo la libertad”.

Sanar sostiene que “es necesario, como sociedad, trabajar todos los traumas y duelos que venimos cargando históricamente, y que hoy se hacen más evidentes y más vivos”.

Para Álvarez, este es un asunto de salud pública que el Gobierno se niega a atender, y una de las razones por las que Nicaragua necesita un cambio.

No es sencillo establecer el impacto real de la crisis en una decisión suicida, especialmente en jóvenes que nunca han conocido otro Gobierno que el sandinista y otra Nicaragua que no sea el segundo país más pobre de América.

En cualquier caso, los datos oficiales indican que cuando Ortega inició su segundo periodo seguido de Gobierno, en 2012, Nicaragua registró 148 suicidios, y desde entonces la cantidad no dejó de crecer, hasta redondear uno por día.

Wilder Pérez R.

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