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Un libro desvela el cuándo, el cómo y el porqué de las fiestas navideñas

Un libro desvela el cuándo, el cómo y el porqué de las fiestas navideñas

EFE

Barcelona —

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¿Dónde se imprimió la primera tarjeta de Navidad del mundo?, ¿por qué se comen 12 uvas?. Estas y otras preguntas relacionadas con las fiestas navideñas se responden en el libro “Celebrem el Nadal” (Celebremos la Navidad), sobre las dudas sobre el cuándo, el cómo y el porqué de la fiesta más familiar.

El libro, escrito por el educador social, folklorista y escritor Amadeu Carbó (Barcelona, 1970) y publicado en la colección L'Ermità, de la editorial Morera, quiere ser una “guía útil para interpretar la Navidad”, según el autor.

“El ciclo de la Navidad es uno de los periodos festivos con más complejidad de nuestro calendario, porque se interrelacionan manifestaciones de diferentes procedencias y épocas”, señala en el libro el especialista en cultura popular.

Los villancicos, las tarjetas de Navidad, la misa del Gallo, la celebración de Sant Esteve, las uvas de Fin de Año, los belenes, la lotería de Navidad, el Papá Noel, los Reyes Magos, el “caganer”, la Nochebuena, todo forma parte de la tradición más arraigada.

El autor defiende que la Navidad se celebra en invierno, aunque los expertos consideran “del todo improbable que el nacimiento del Mesías se produjese en estas fechas”, porque los romanos celebraban el solsticio de invierno, con el nombre de “natalis solis invicti”, el momento del año en que el día comenzaba a alargarse.

“La fiesta tenía elementos donde el fuego era el protagonista, como el encendido de teas y antorchas, que simbolizaban el paso de la oscuridad a la luz”, señala Carbó.

“También en diciembre, del 17 al 23, se celebraban los Saturnales, en honor al dios Saturno, el antiguo Cronos griego. Estas fiestas eran, dentro del calendario romano, de gran importancia y se permitían licencias tan significativas como dejar que los esclavos se vistiesen como hombres libres. También era costumbre intercambiar obsequios y regalos”, añade el autor.

De esta relación con el fuego, surgiría, por ejemplo, la tradición de hacer cagar el “tió”, una de las tradiciones navideñas en Cataluña, según el autor.

El “tió” es un tronco o rama gruesa de madera que suele decorarse con barretina y una cara sonriente. Se le deja comida cada noche y se le tapa con una manta para que no pase frío, y, al llegar la Nochebuena, los niños de la casa lo golpean con bastones, mientras cantan, para que defeque regalos y dulces por debajo de la manta.

Carbó explica que el origen de las postales de Navidad se remonta a la tradición de dar un aguinaldo a cambio de una estampa que serenos, vigilantes, barrenderos o carteros ofrecían en estas fechas pasando por las casas para redondear sus sueldos con las propinas.

“Aquellas postales se han convertido hoy en verdaderos objetos de colección y son, en cierta manera, los precedentes de los populares 'christmas', que tienen un origen del todo catalán”, afirma Carbó.

Lo asegura porque las primeras postales de Navidad que se conocen fueron impresas en Barcelona, poco después de la introducción de las técnicas de impresión litográficas que importó del extranjero Antoni Brusi Miravet, editor y propietario del Diario de Barcelona.

En 1823, cuando murió el propietario, el negoció quedó en manos de su viuda y sus herederos, que decidieron imprimir las primeras tarjetas de Navidad pensadas para felicitar a los suscriptores del diario.

Fue en 1843 cuando en Londres se comenzaron a comercializar las primeras tarjetas navideñas, 20 años después de las de Barcelona, que se popularizaron como “christmas”, recuerda Carbó.

Entre las anécdotas que recoge el libro sobre las fechas navideñas, y en concreto de la celebración de Reyes, el autor explica que Alcoy (Alicante) es la única población donde el rey negro es Gaspar.

Otra de las preguntas que resuelve el libro es el origen de las uvas de la suerte que se comen para dar la bienvenida al Año Nuevo. Según el autor, el origen de la tradición de comer doce granos de uva en Nochevieja “no está del todo claro, aunque su inicio hay que situarlo en Madrid a finales del siglo XIX o principios del XX”, con lo que se trata de una costumbre relativamente moderna.

Una de las hipótesis más extendida, según Carbó, explica que el origen de la uva de la suerte se remonta a 1909, a partir de una campaña que los productores de uva de Alicante emprendieron para dar salida a su producto.

Otros la sitúan en 1882, cuando grupos de madrileños se concentraron en la Puerta del Sol en señal de protesta por la restricción del uso de la vía pública y llevaron uvas para comérselas refinadamente parodiando a las clases altas de la ciudad.

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