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A menos calor, menos ahogados: la llegada tardía de las altas temperaturas reduce las muertes por esta causa

En lo que va de año han muerto ahogadas 222 personas.

Marta Borraz

El menor número de ahogados desde que existen datos. La llegada tardía del calor ha colocado a este 2018 como el año menos funesto en cuanto a personas fallecidas en las aguas españolas desde 2015. Las temperaturas atípicas de mayo y junio arrastran un balance positivo respecto a años anteriores: desde el 1 de enero al 15 de agosto han muerto ahogadas en zonas acuáticas 222 personas, según los últimos datos hechos públicos por la Real Federación Española de Salvamento y Socorrismo (RFeSS).

En el mismo periodo de 2015 fueron 242 personas y la cifra fue escalando año tras año hasta alcanzar los 341 muertos del pasado y los 296 de 2016. Este mismo jueves moría un niño de ocho años en una piscina de Lleida mientras que el pasado fin de semana dos hombres fallecían ahogados en la Comunidad de Madrid, uno en una piscina de Boadilla del Monte y otro en el pantano de San Juan.

Las piscinas, sin embargo, no son el espacio más común en el que ocurren este tipo de sucesos. Son las playas y otras zonas de agua como ríos, pantanos, canales o puertos los lugares en los que más ahogados se registran.

En cuanto al perfil de la persona que fallece en estas circunstancias, se trata de un hombre en la mayor parte de ocasiones (el 74%) de 65 años o más en un lugar sin vigilancia o sin servicio de socorrismo en ese momento y entre las 10.00 y las 22.00 horas, apuntan desde la Real Federación Española de Salvamento y Socorrismo. De hecho, en 2017 se ahogaron 161 personas a partir de esa edad de un total de 481.

Tiempo atípico en mayo y junio

Aunque este año el cómputo global de ahogados se ha reducido en comparación con el resto de estadísticas anuales, los datos del mes de julio y primeros 15 días de agosto son similares a los de años anteriores. “Hay que esperar a ver el global, pero el retraso de las temperaturas intensas, que se han producido relativamente tarde, nos hace pensar que tiene que ver con que haya menos ahogados. El año pasado en mayo y junio ya había buen tiempo como para bañarse. Estamos comprobando que influye porque julio y agosto ya está registrando niveles como los de otros años”, explica Jessica Pino, de la RFeSS.

Y es que tal y como especifica la Agencia Española de Meteorología, mayo y junio fueron meses lluviosos con temperaturas de “carácter normal”, pero con algunas variaciones significativas: el mes de mayo con rachas frías intercaladas y temperaturas en algunos días “muy por debajo de las normales” para la época. Por su parte, junio ha sido calificado por el organismo dependiente del Ministerio para la Transición Ecológica como “muy húmedo” y aunque los últimos 15 días hubo temperaturas altas para este periodo, la escasez de calor marcó la primera quincena.

Mientras en España desciende el número de ahogados, en otros países europeos aumentan las alertas ante este tipo de muertes por una ola de calor sin precedentes. En Polonia solo en un fin de semana fallecieron ahogadas 30 personas mientras las autoridades inglesas avisan del peligro de bañarse sin tomar precauciones.

Escasa implicación institucional

Desde la Real Federación Española de Salvamento y Socorrismo insisten en apuntar a que el de los ahogamientos no es un problema de casos aislados, sino que es estructural. De hecho, tal y como especifican los informes anuales que elabora, la cifra global siempre supera las 400 personas: 481 en 2017, 437 en 2016 y 414 en 2015.

“El desconocimiento y la imprudencia son dos de los factores que destacamos y que pueden desencadenar un ahogamiento. Hay una ignorancia generalizada en materia de salvamento, socorrismo y primeros auxilios. Por eso demandamos que se implementen campañas de sensibilización y se incluyan nociones básicas en los centros escolares”, explica Pino, encargada de los informes de la federación.

De hecho, la Organización Mundial de la Salud considera que los ahogamientos “son una amenaza grave y desatendida de la salud pública” mientras puntualiza que el 90% de estos fallecimientos ocurren en países de ingresos medios y bajos. Por ello el organismo recomienda, entre otras cosas, “capacitar a las personas del entorno en socorrismo y reanimación” y “reforzar la sensibilización pública sobre el ahogamiento”.

En este sentido, la RFeSS denuncia “la escasa y casi inexistente” implicación de las instituciones públicas en el tema y exige al Gobierno que ponga en marcha campañas públicas al estilo de las de prevención de accidentes de tráfico.

Según un informe publicado en 2015 por la Fundación Mapfre, que analizó las principales causas por las que se producen los ahogamientos, el principal factor de riesgo es bañarse en zonas que no están vigiladas o en un horario en el que los socorristas ya no están trabajando. Pino confirma este extremo, ante lo que pide una mayor cultura de salvamento para impedir imprudencias y reclama una mayor inversión pública.

“Por un lado demandamos una mayor vigilancia, creemos que hacen falta más medios tanto personales como materiales, pero también es necesario que la ciudadanía conozca los riesgos”, zanja la integrante de la federación.

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