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Los estudiantes, ¿cabeza de turco de la crisis sanitaria?

Los estudiantes, ¿cabeza de turco de la crisis sanitaria?
Santiago de Compostela —

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Santiago de Compostela, 22 oct (EFE).- Los contagios y los casos activos de la covid-19 continúan subiendo en Compostela, una ciudad en la que los jóvenes están siendo especialmente señalados como “propagadores” del virus, algo que desde su Universidad se niegan en rotundo a aceptar al aludir al “buen comportamiento” de los estudiantes.

En la capital gallega, según la Consellería de Sanidad, los contagios no paran de subir y la cifra total actual de casos activos es 891, lo que ha llevado a la Xunta a endurecer las medidas de restricción y a prohibir las reuniones de personas no convivientes, con el objetivo de tratar de frenar el avance de la pandemia.

Desde el comienzo de esta nueva ola y, sobre todo, con el inicio del curso universitario, en Santiago, donde hay 25.000 alumnos matriculados, se ha puesto el foco en los miembros de esa comunidad educativa como posibles vectores de transmisión, debido a las reuniones privadas en pisos.

Cierto es que desde que arrancó el curso universitario en la USC, el pasado 21 de septiembre, se han registrado varias denuncias por “fiestas” en apartamentos. Solo el primer jueves de aquella semana, la Policía Local intervino un total de 28 reuniones de esta índole y tuvo que desalojar incluso un establecimiento donde había más de 70 jóvenes.

Según ha indicado el alcalde de la ciudad, Xosé Sánchez Bugallo, que ha expresado en varias ocasiones a la prensa su “preocupación” ante estos hechos, se produjeron más de un centenar de denuncias durante el mes de octubre y, en concreto, 23 la semana pasada, entre el jueves y el sábado.

Esta situación llevó al gobierno local de Santiago a endurecer las sanciones a través de una ordenanza municipal, de manera que las multas pasaron de ser de 200 euros a establecerse tres tramos, en función de los horarios en los que se detecten las concentraciones, con cuantías oscilantes que van desde los 200 hasta los 750 euros.

El pasado 15 de octubre la Xunta decidió realizar un cribado a los alumnos de las tres universidades gallegas, para lo que envió 50.000 test rápidos a las tres instituciones, decisión justificada bajo el argumento de que el colectivo está conformado en general por “personas con una gran frecuencia de interacciones sociales, lo que multiplica las posibilidades de transmisión”.

Desde la USC se resisten, no obstante, a aceptar el relato de que son los jóvenes los que están propagando el agente infeccioso y aluden a los datos y al hecho probado de que en la primera semana de curso únicamente se detectaron 14 positivos informados por las autoridades sanitarias en el ámbito universitario y, de ellos, tan solo uno se contagió dentro de las instalaciones.

Además, reparan en que la tasa de positivos para la covid-19 entre los estudiantes residentes en el Servicio de Residencias Universitarias (SUR) de la USC es del 0,5 %, pues se identificaron tres casos positivos en la Residencia Universitaria del Burgo das Nacións y un solo caso en el Colegio Mayor Fonseca.

También se notificaron 10 casos en el Colegio Mayor Xelmírez, uno en la residencia de estudiantes Rosaleda y otro en la residencia universitaria La Estila, todas ellas privadas y no dependientes del SUR.

La universidad insiste, documentos en mano, en el cumplimiento ejemplar por parte del alumnado de las normas y recomendaciones sanitarias y, lejos de actuar “de puertas para adentro”, los matriculados se han “comprometido” a través de una campaña de comunicación difundida por redes sociales con el lema “No la líes” y de un programa de voluntariado del que forman parte más de un centenar de alumnos con el objeto de “concienciar a los estudiantes y a toda la comunidad en general” en el respeto de las normas acordadas.

Uno de esos estudiantes es Xan Lois Alcayde, alumno de la facultad de Ciencias de la Comunicación, que apela a la “responsabilidad individual y colectiva” tanto de sus compañeros de todas las facultades como de otros colectivos.

“Estamos comprobando que el alumnado está cumpliendo a rajatabla las medidas sanitarias, está siendo un ejemplo; y particularmente aquí en Santiago de Compostela, donde, insisto, los casos son mínimos”, asegura en una conversación con Efe.

Alcayde opina que los contagios no se están concentrando en los estudiantes y que es “muy fácil” por parte de la administración “echar la culpa a colectivos a los que les cuesta más defenderse, como puede ser el colectivo estudiantil”.

“Es muy fácil concentrarlo todo en los estudiantes porque, claro, como somos jóvenes y alocados pues nos dedicamos a la fiesta solo. Pero estamos en una facultad en la que la gente mantiene las distancias y viene a estudiar”, argumenta.

Alcayde ha decidido participar, por ejemplo, en ese programa de voluntariado para sentirse “útil” y señala que “aquí no ha habido un bombardeo” ni están “retirando escombros”, sino que tan solo están diciendo a la gente que se eche gel, y también ventilando aulas y concienciando.

El estudiante añade que el voluntariado no pretende realizar “unas jornadas de divulgación” o pronunciar un discurso moralizante, pues todo eso lo consideran “contraproducente”, ya que la universidad es un espacio en el que conviven “adultos responsables” que saben lo que deben hacer y ese es el motivo por el que están “para resolver dudas e informar”.

Otros alumnos como Laura entienden que en efecto el contacto entre estudiantes sí que puede afectar al número de contagios pero cree que “se está criminalizando a la gente joven” y que se anda creando “una especie de fobia” hacia este colectivo cuando las fiestas o reuniones privadas son “minoritarias”.

“Las fiestas son muy pocas y hacen demasiado ruido”, asegura otra alumna, que, desde el anonimato, piensa que el problema reside más en los desplazamientos y en los estudiantes que regresan a sus casas cada fin de semana y que “pueden trasladar el virus”, aunque desde la Xunta, por el momento, no se ha tomado decisión alguna que restrinja la movilidad en la ciudad.

Acerca de los cuestionados encuentros en pisos de estudiantes, María Do Campo, estudiante de la USC, asegura que a ella, como a la mayoría, “no le entra en la cabeza” mezclar en una casa a más de diez personas en medio de una pandemia y hacer eso le parece de “tener poca cabeza”.

En la conferencia sectorial que los ministros de Sanidad y de Universidades mantuvieron el miércoles con los consejeros del ramo de las comunidades autónomas, todos coincidieron en “sensibilizar” y en no criminalizar a la juventud en esta crisis sanitaria, un intento de no demonizar a un gremio cuando ningún estudio avala una mayor incidencia del patógeno entre sus integrantes.

Jose Carlos Rodríguez

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