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En Madrid, la privatización con sangre entra

Encierro en el Centro de Transfusiones de Madrid.

Raúl Rejón

El plan que el Gobierno de Madrid presidido por Ignacio González había diseñado para la sanidad pública se sostenía sobre un pilar: adjudicación a empresas privadas de los servicios. La atención médica, desde luego, pero también casi cualquier función que se desarrollara en los centros sanitarios.

El Ejecutivo ha retirado su proyecto de privatización de seis hospitales. El de los puntos de Atención Primaria también ha caducado. Pero a pesar del triunfo de la 'marea blanca' y la marcha atrás del Gobierno madrileño, hay muchas otras pequeñas derrotas, muchas labores que han terminado en manos privadas. Y, lo más importante, aún hay terreno que allanar a golpe de concesión y adjudicación. El principal frente abierto: las donaciones de sangre.

Este lunes los trabajadores del Centro de Transfusión de Sangre (CTS) se encerraron en su lugar de trabajo para pedir a la Consejería de Sanidad que se retire el convenio que ha cedido a Cruz Roja las donaciones itinerantes desde el 1 de enero a cambio de 9,8 millones de euros anuales.

“Hacemos turnos para que nadie falte de su puesto”, cuenta Deli Edreira, una de las encerradas. Tras pasar la noche allí, el martes han recibido, según dice Edreira, una oferta de la Dirección General de Recursos Humanos para acabar con la protesta a cambio de recolocar a todo el personal. “Hemos decidido seguir adelante para que la donación sea cien por cien pública”, defienden.

Los sindicatos calculan que hay 130 puestos en el alero. Cruz Roja está ya preparando el traspaso de funciones para el 1 de marzo. A partir de 2015 deberían gestionar todo este servicio itinerante con las unidades móviles aportadas por el CTS. “¿Por qué se han firmado contratos de eventuales con fecha de 28 de febrero?”, se pregunta esta portavoz.

Lo que ya está hecho

Un artículo de una ley, la de Modificación de la Ley de Presupuestos Generales de la Comunidad de Madrid de julio de 2012, permitió a la Consejería de Sanidad renunciar a encargarse de casi cualquier servicio que debiera prestar. Se convirtió en 'adjudicadora' de contratos. El objetivo era extinguir categorías laborales desde limpiadores a cocineros pasando por el servicio de mantenimiento.“Categorías muy anticuadas”, lo llamó el lenguaje gubernamental. Más de 250 millones en contratos se han adjudicado en 2013.

Así, colocó por 45,9 millones y cuatro años a Flisa, la lavandería de ropa hospitalaria que higieniza la lencería de 19 hospitales. Con una rebaja del 45% de los sueldos nada más entrar a gestionar, los trabajadores subrogados convocaron paros. Al final, tras una huelga desde el 6 de diciembre de 2013 hasta el 18 de enero, la rebaja quedó en la mitad.

También en 2013, Sanidad adjudicó la limpieza de 16 hospitales por 208 millones. Se la llevaron dos empresas: Clece y Ferroser. Las plantillas han sido podadas, según los sindicatos, en casi 200 personas. “Generando ahorros y mejorando la eficiencia” fue el lema que usó Sanidad al publicar su plan de sostenibilidad que amparó esta dinámica.

“Quedan cosas donde pueden continuar”, analizaba el encargado de Sanidad en el sindicato CSIT, Jesús González, nada más terminar su reunión con el actual consejero, Javier Rodríguez, al que han pedido la “retirada del Plan de Sostenibilidad”.

El exconsejero de Sanidad, Javier Fernández-Lasquetty, antes de cesar en su puesto, comentaba que la idea era seguir en esa línea durante este 2014. Algunas cocinas hospitalarias, por ejemplo, aún están bajo gestión directamente pública. “Parece que la privatización ahora se ha congelado tras el varapalo con los hospitales”, ha contado a eldiario.es una trabajadora de este servicio. Los meses dirán.

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