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Un estudio refleja el déficit de las compañías para controlar la salud mental de los pilotos

Lufthansa no informó a las autoridades aéreas de los transtornos psíquicos de Lubitz

Agencias

Berlín —

Un análisis del director del departamento de medicina de la Organización Civil Internacional de la Aviación (ICAO, en inglés), Anthony Evans, datado en noviembre de 2013 y que recoge el periódico alemán 'Bild', refleja la existencia de serios déficits en el seguimiento de la salud mental de los pilotos.

Aproximadamente un 60% de los pilotos que sufren algún tipo de depresión deciden seguir volando sin comunicarlo a los estamentos correspondientes, concluye ese estudio, basado en un total de 1.200 casos de profesionales del sector con ese diagnóstico. Además, un 15% de ellos decide tratarse en secreto, con medicamentos que consiguen por sus propios medios, y apenas un 25% declara a su empleador que sigue tales terapias. Por lo que, del estudio se desprende que los controles que pasan los pilotos en las compañías no son siempre suficientes para detectar estos casos.

El estudio es fruto de una larga observación, con datos recabados entre 1997 y 2001, siempre de acuerdo con ese medio, que recuerda la enorme presión a que están sometidos los pilotos y el hecho de que un diagnóstico de depresión implica su retirada de servicio.

De acuerdo con lo publicado por el diario alemán, Lubitz, quien según las investigaciones en curso había estado buscando en internet hasta la víspera de la catástrofe métodos para suicidarse, no es un caso único entre los pilotos que tratan de ocultar su problema a sus superiores.

La Fiscalía de Düsseldorf, que investiga en entorno del copiloto, reveló unos días atrás que el copiloto había recibido años atrás, antes de conseguir su licencia como piloto, tratamiento psicoterapéutico por “tendencias suicidas”.

La edición dominical de 'Bild' indica, asimismo, que Lufthansa -la aerolínea matriz de Germanwings- ha sostenido hasta ahora que sus procedimientos de selección de pilotos están entre los más rigurosos del mundo. No obstante, según la propia aerolínea, Lubitz informó a su escuela de vuelo en 2009, al retomar su aprendizaje tras una interrupción de meses, de que había sufrido un episodio de depresión grave del que presumiblemente se había restablecido.

Las autoridades de vuelo desconocían la depresión

Sin embargo, ahora son las autoridades de vuelo alemanas las que han denunciado que el personal médico de la compañía aérea Lufthansa no informó a las autoridades alemanas de que el copiloto padecía depresión severa, según han informado este domingo fuentes de la Oficina Federal de Aviación de Alemania (LBA) al semanario dominical del diario alemán 'Die Welt'.

“La LBA no ha sido informada de que L. (Lubitz) necesitaba tratamiento”, ha sentenciado la organización en un comunicado en el que ratifica que, a fecha del 27 de marzo -tres días después del siniestro-, no contaba con “ninguna información acerca de los antecedentes médicos” del copiloto. Este comunicado no ha recibido, por el momento, contestación por parte de Lufthansa, que operaba el vuelo siniestrado a través de su rama de 'low-cost', Germanwings.

La compañía aérea estaba obligada a informar de esta circunstancia, así como de cualquier otro tipo de problema grave que pudieran padecer sus pilotos, a la autoridad civil de aviación de Alemania.

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