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Un modelo delante y detrás de las cámaras

Un modelo delante y detrás de las cámaras

EFE

Córdoba —

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Raúl Rodríguez es un joven cordobés de 32 años con síndrome de Down del que puede decirse que es un modelo, no solo porque ha sido protagonista de una campaña de una firma de moda, sino porque, detrás de las cámaras, ha dado un ejemplo en sus trabajos de superación y profesionalidad.

Raúl hace sus prácticas como administrativo en un ente público en Córdoba y ha trabajado haciendo “las mejores palmeras de chocolate” en una gran superficie, en la lavandería de un centro de menores y además, ha ganado varias medallas en competiciones de natación.

Todo esto y mucho más hay detrás del titular “El primer modelo con síndrome de Down”, noticia por la que se ha dado a conocer Raúl en las últimas semanas después de que protagonizara el anuncio de una campaña solidaria para una firma de moda cordobesa.

Cuando el gerente de la Asociación Síndrome de Down Córdoba, Luis Javier Trillo se planteó una campaña solidaria con una conocida marca masculina, no se lo pensó dos veces: “¿Para qué llamar a un famoso si Raúl tiene un cuerpo atlético con unas medidas perfectas además de una soltura, un desparpajo y unas ganas de trabajar increíbles?”

Así, Raúl se ha hecho “famoso” por ser el primer modelo con una copia extra del cromosoma 21 en protagonizar una campaña publicitaria para una marca de moda masculina pero, como el resto de compañeros de la asociación Down Córdoba, él no solo encaja a la perfección en las medidas de ropa, sino que es un “modelo” cualificado profesionalmente para trabajar en diversos sectores por su polifacética trayectoria laboral.

Este joven viste “clásico o deportivo”, según la ocasión, y le gusta el estilo de Paula Echevarría y Cristiano Ronaldo; es usuario de redes sociales, que maneja con soltura; se pone en forma haciendo natación dos días por semana, pero además se pasa las mañanas llevando y recogiendo documentos en sus prácticas de administrativo en una institución pública y los fines de semana ve el fútbol y los debates de política con su padre.

Como Raúl, los jóvenes del programa de formación laboral de Down Córdoba son “metódicos, disciplinados y ordenados”, resalta Trillo, quien asegura que “su curva de productividad es constante, mientras que las personas sin ninguna discapacidad intelectual presentan picos variables, por lo que a la larga tienen un mayor rendimiento”.

Pero es que además, aportan un valor añadido a cualquier trabajo que desempeñan, ya sea en oficinas, jardinería, hostelería, asistencial o como mecánicos: “un trabajador con síndrome de Down llegó a una empresa con rivalidad y mal ambiente laboral y logró en un mes lo que el departamento de recursos humanos no había conseguido”, recuerda el presidente de la asociación, Luis Javier Guada.

Y parte de la culpa del éxito, además de las ventajas fiscales, por las bonificaciones con las que cuenta un empresario cuando contrata a un trabajador con una discapacidad reconocida, la tiene Patricia Cobo, la preparadora laboral del centro que se encarga de las prospecciones de empleo, acompaña y asiste a los alumnos en su experiencia laboral y asesora gratuitamente a las empresas que decidan contratar a los trabajadores.

“El único problema es el desconocimiento porque los usuarios formados son capaces de desempeñar un amplio abanico de profesiones”, explica Patricia, quien se deshace en elogios hablando de la ilusión, capacidad de superación, motivación y asegura que “su rendimiento es igual que el que pueda desempeñar otro trabajador en su puesto”.

En Córdoba, son varias las empresas que ya han descubierto sus capacidades y han apostado por contratar a trabajadores con síndrome de Down, aunque todavía son muchos los jóvenes altamente cualificados que buscan una oportunidad laboral, aseguran desde Down Córdoba, ya que solo 20 personas de las que han pasado por la asociación cordobesa desde su apertura en 1989 han podido incorporarse con éxito al mercado laboral.

La pregunta es fácil: ¿por qué no contratar a un trabajador con síndrome de Down?, coinciden los psicólogos y responsables del centro si además, como dice el propio Raúl de sí mismo, es “una persona normal”.

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