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Monte Neme, el fenómeno viral que no debería recibir visitas

Monte Neme, el fenómeno viral que no debería recibir visitas

EFE

A Coruña —

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El Monte Neme, una explotación minera cuyas aguas turquesas albergan restos tóxicos de wolframio, estaño y sílice, se ha hecho viral en Instagram porque varios usuarios compartieron sus selfis en el lugar y propiciaron el turismo, pero tanto asociaciones como instituciones coinciden en que nadie debería acercarse a la zona.

El paraje, que sirve de frontera natural entre los ayuntamientos coruñeses de Carballo y Malpica, ha dado que hablar en la red social en la que los visitantes, movidos por el color de las aguas y el desconocimiento, subieron fotografías bañándose en las balsas de residuos para después inundar la plataforma de comentarios e imágenes sobre reacciones alérgicas como erupciones en la piel o vómitos.

Son muchas las asociaciones que han alertado sobre la situación de esta cantera que fue explotada hasta 2012 por Leitosa SAU, empresa filial del grupo valenciano Sedesa, y que fue desalojada al año siguiente por mandato judicial a instancia de la comunidad de montes titular de los terrenos.

En 2014, la balsa de la mina se desbordó y vertió más de veinticuatro millones de litros de agua montaña abajo, y ya ese año se denunciaron riesgos para la salud de la población potencialmente en contacto con estas aguas, que no son un lugar turístico ni apto para la visita del público.

Adrián Eirís, portavoz de la “Plataforma en Defensa do Monte Neme”, asegura a Efe que desaconsejan “totalmente el baño por tratarse de unas aguas sin control ni vigilancia, con riesgo químico, bacteriológico y sobre todo físico”, aunque ha admitido que desconocen su composición concreta.

Y no solo alerta del peligro del contacto con el agua, sino que Eirís muestra su convicción de que nadie debe ni siquiera visitar la cantera por riesgos físicos como “ahogamientos, caídas y desprendimientos” y por tratarse de unas “instalaciones mineras privadas y abandonadas” que carecen de “medidas de seguridad”.

Sin embargo, el portavoz de la Asociación tiene claro que el incremento del turismo no se debe solo al “comportamiento irresponsable” de las personas que se acercan a la zona, las redes sociales o el tratamiento informativo sino que “principalmente” es “un problema institucional” por no evitarse “la existencia de este tipo de espacios sin rehabilitar a lo largo de toda Galicia”.

Así, Eirís cree que la Xunta -órgano que ya ha apuntado que la responsabilidad recae sobre la entidad titular de la explotación- debería ejecutar de forma subsidiaria la rehabilitación del lugar, de acuerdo con “las garantías financieras que debería haber solicitado a la empresa en su momento”, cuando la compañía abandonó la cantera desobedeciendo a la obligación legal de restaurarla.

También el director de la Cámara Oficial Minera de Galicia, Diego López, coincide en que nadie debe acercarse al lugar por su seguridad al tratarse de “una instalación industrial” en la que los trabajos mineros están paralizados, pero ha quedado “con los taludes abiertos sin restaurar”, de modo que una persona puede resbalar y sufrir un accidente grave, además “en bañador y en chanclas”.

López admite, en una conversación con Efe, que la explotación tiene “un contenido en sílice” ya que “la principal formación geológica es cuarzo y explica que ”en su día se aprovechó el wolframio“, por lo que entienden que esas aguas tienen un nivel de toxicidad que pueden provocar vómitos y erosiones cutáneas pero, según los médicos, nada más que eso.

Respecto a la situación medioambiental del monte, el director de la Cámara afirma que “está ocasionando un impacto paisajístico y puede tener otros impactos de carácter ambiental”, pero revela que “no son excesivamente grandes”.

También señala que la Xunta tomó medidas de seguridad en 2016 con la señalización y el cierre de la zona mediante vallas pero solicita a la comunidad de montes titular del lugar que refuerce estas medidas de seguridad.

La solución definitiva, asegura, pasa por la rehabilitación que puede consistir en una amplia variedad de actuaciones, pero a priori opina que una integración del espacio ocupado por la antigua explotación “se puede hacer clausurando las balsas, suavizando los taludes y favoreciendo la reforestación de la zona”.

En esta línea, recuerda que en 2014 la Autoridad Minera aprobó un plan de cierre para sellar esas balsas, pero no se llevará a cabo hasta que “se aclare legalmente la responsabilidad de la empresa” o se lleven a cabo “las garantías financieras para su ejecución por parte de la Xunta”.

Desde el Gobierno gallego apuntan a la empresa concesionaria y explotadora de las instalaciones mineras como la responsable de velar por el correcto estado y seguridad de este recinto.

Por Ana González

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