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Las jóvenes consumen más alcohol que los chicos, pero casi no acuden a los tratamientos contra la adicción

Sesión de tratamiento con personas con problemas de adicción de Proyecto Hombre. / Proyecto Hombre

Laura Olías

Las mujeres consumen drogas casi tanto como los hombres, según las edades y sustancias incluso en mayor número, pero apenas acuden a pedir ayuda para tratar sus adicciones. De las personas tratadas en Proyecto Hombre en 2012, solo un 9% eran mujeres, “una cifra que no coincide para nada con la realidad del consumo en España”. ¿La razón? “La mujer siente más la discriminación por ser una persona adicta que el hombre”, apunta Francisco Recio, director general de Proyecto Hombre.

“Es un problema enormemente preocupante en el que tenemos algunas certezas y muchas dudas”, alerta Recio. La experiencia en el ámbito de la drogodependencia les lleva a afirmar que “existe un problema de acceso” para ellas. El escaso número de mujeres que recurren a sus servicios impide cifrar y estudiar mejor sus casos, pero las estadísticas de otros organismos indican que el porcentaje de mujeres que atienden está muy por debajo del alcance real del problema.

Las encuestas ESTUDES y EDADES del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, entre población de 15-64 años residente en hogares familiares en el primer caso y entre alumnos de Secundaria en el segundo. “El consumo de alcohol está casi equiparado entre mujeres y hombres”, incide Pedrero. De hecho, entre los estudiantes de institutos es mayor el número de chicas consumidoras de alcohol (82,9%) que el de chicos (80,9%). Su pocercentaje de “borracheras” también: en el último año, un 52,3% de chicas admite haberse emborrachado frente a un 51,7% de adolescentes.

El alcohol es la sustancia por la que más mujeres acuden a Proyecto Hombre. En general, también es la principal causa de atención: un 41% de las personas tratadas por la asociación tenían un problema de alcoholismo. En edades tempranas, el porcentaje se eleva al 56,64% de los jóvenes que solicitaron tratamiento.

La invisibilidad del consumo desde una perspectiva de género es uno de los focos de las XVI jornadas de la asociación de prevención y rehabilitación de personas con drogodependiencia. Las Jornadas de la asociación, que se celebrarán entre en 22 y el 23 de mayo, llevan por título Nuevos modelos de intervención en adicciones, en las que reflexionarán con más de 200 profesionales sobre cómo acceder a los nuevos perfiles de consumidores y a aquellos que no acceden a sus programas de tratamiento.

Los factores de la exclusión femenina

Francisco Recio señala tres posibles causas de escaso acceso de las mujeres a los tratamientos. En primer lugar, apunta a una estigmatización social mayor para ellas como drogodependientes. “El hombre que consume alcohol no está tan mal visto socialmente como la mujer que consume alcohol. Por eso, ellas lo suelen consumir en la intimidad y tardan mucho más tiempo en acudir al tratamiento que los hombres”, afirma.

Otro factor excluyente, y en el que más destaca la perspectiva de género, es la diferencia en las cargas familiares. La responsabilidad de los hogares recaen más en las madres y, por lo tanto, “les dificulta el poder dedicar tiempo a los tratamientos, al menos tal y como están planteados hoy en día”, explica Pedro Pedrero Recio, organizador de las jornadas. Recio indice en esta diferencia: “Las mujeres condicionan sus tratamientos porque tienen niños a su cargo, algo que no ocurre con los varones, que dan por hecho que alguien se va a encargar de sus hijos”.

Por último, la invisibilidad del consumo de psicofármacos, “la droga de mayor consumo entre las mujeres”, dice Recio. “Es una adicción muy normalizada porque comienza con una prescripción médica y cuesta admitir que se ha convertido en una adicción”, continúa.

Pablo LLama, psicólogo en programas de prevención para adolescentes y familias, aumenta el porcentaje de chicas en sus sesiones en Madrid hasta un 20% aproximadamente. “En cualquier caso, una cifra reducida respecto a los datos de consumo de la encuesta ESTUDES”. En el 95% de los casos quienes acuden a Proyecto Hombre son los padres preocupados por sus hijos.

Sobre las posibles causas del menor número de chicas en los programas para adolescentes, Llama apunta en dos direcciones: “Por un lado, las adolescentes tienen menos conductas disruptivas por consumo de alcohol que los chicos, que son una forma de visibilización, y por otro, los padres tienen más dificultades para admitir estos problemas en hijas que en hijos”.

La normalización del consumo de alcohol es otro punto que preocupa a los responsables de Proyecto Hombre y que influye en la detección del problema entre jóvenes. “Los padres vienen porque han encontrado porros o alguna otra sustancia entre las cosas de sus hijos, pero luego lo que detectamos son consumos problemáticos de alcohol”, dice Recio. Otra cifra ilustra la escasa percepción de riesgo de esta sustancia: la media de años de consumo antes de acudir a tratamiento son 19 años. En el caso de la cocaína, 11 y en el cannabis, 9,5.

El consumo en el entorno laboral

El título de las jornadas hace alusión a nuevos métodos de atención porque han surgido perfiles que “no podemos tratar a la gente con los mismos modelos de hace 25 años”. Según los portavoces, ya no estamos ante los colectivos marginales que dejaba la heroína en décadas anteriores, sino que un 46% de las personas drogodependientes atendidas por Proyecto Hombre forman parte de la población activa: un 35,3% trabajan y un 10,5% cobran el desempleo.

Los datos de la Organización Mundial del Trabajo señalan que que entre un 15 y un 30% de los accidentes laborales con resultado de muerte están relacionados con el abuso de alcohol u otras drogas. La cifra asciende a un 20-30% en los casos de lesiones propias o a terceros.

Desde la asociación consideran necesario que las empresas y los sindicatos incluyan programas de prevención de drogodependencia, al igual que aquellos de riesgos laborales. “La percepción de las empresas aún es reducido porque los trabajadores esconden sus adicciones. Si pide una baja, por ejemplo, expondrá otro motivo”, señala Recio.

Pedro Pedrero incide en la necesidad de estudiar nuevas formas de prevención durante las jornadas de los próximos días. “Una prevención planteada de manera continuada en el tiempo, que implique a muchos sectores, a toda la comunidad. Tenemos que conseguir que los jóvenes no consuman no porque esté prohibido sino porque no aporta nada en sus vidas”, apunta.

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