Los nepalíes, obligados a empezar de cero tras la devastadora tormenta

A Amiru Nesha solo le quedó su bebé entre los brazos y sus otros tres hijos a su lado. El resto lo perdió en la devastadora tormenta que golpeó el domingo el sureste de Nepal y que provocó casi una treintena de muertos y medio millar de heridos.

En las áreas rurales fuertemente golpeadas por las lluvias, lo peor para Nesha, sus hijos y muchos otros comienza justo después de la tormenta, al tener que afrontar sus compromisos, deudas contraídas para el desarrollo de cultivos, y sus viviendas, y han de hacerlo sin póliza de seguro ni ahorros.

Muchos de los casi 8.000 afectados, según el secretario de distrito de la Cruz Roja, Dhirendra Yadav, han perdido sus hogares y han sido realojados en campamentos temporales del Ejército nepalí.

Pero, aunque los supervivientes deben preocuparse por cómo continuar adelante después conseguir salvarse y haberlo perdido todo, la violencia de las lluvias sigue fresca en su memoria.

“Llegó de repente y destruyó todo en un instante. Era como una pesadilla”, relata Nesha a Efe sobre la tormenta, que echó abajo las paredes y el techo de su casa de barro y bambú hasta que, en pocos minutos, no quedó nada.

Nesha vive ahora en una pequeña tienda improvisada y recuerda cómo protegió a sus cuatro hijos, entre ellos uno recién nacido, con su cuerpo y los salvó.

“Nunca pensé que sobreviviría”, dice.

Las fuertes precipitaciones que provocaron el derrumbe de las viviendas arrasaron también con los cultivos y los animales de varias aldeas de las demarcaciones administrativas de Bara y Parsa, en el sureste del país.

“Fue como una aterradora película sobrenatural”, cuenta a Efe Birendra Sah, quien recuerda que aquella noche, desde su casa, vio a una mujer que corría para salvarse, “pero la caída de una casa de barro la aplastó hasta matarla”.

Esa noche, narra, el cielo se volvió oscuro de repente y empezaron a aparecer nubes negras que zumbaban como abejas.

“Después de unos minutos, comenzó a hacerse más fuerte”, indica el hombre, de 43 años, quien recuerda que la tormenta agitaba con fuerza la puerta y las ventanas de su casa de hormigón.

“Todo cambió en diez minutos”, añade.

Los techos de las casas caían derribados, las líneas eléctricas quedaban cortadas y los árboles eran arrancados al paso de los devastadores vientos.

“Nuestra aldea se convirtió en un cementerio”, afirma Sah y asegura que todas las viviendas quedaron reducidas a escombros e, “incluso, el techo de algunas casas de cemento salieron volando”.

Mahantha Ram, del municipio de Parwanipur, explica a Efe que, cuando estaban a punto de cenar, las paredes comenzaron a temblar debido a la lluvia y el viento.

“Pocos minutos después, vi el techo de mi casa destrozado”, detalla.

El Departamento de Meteorología informó ayer en un comunicado de que la devastadora tormenta iba acompañada de unos vientos de más de 90 kilómetros por hora.

El municipio rural de Pheta, en Bara, fue el más afectado, mientras que en las localidades de Purainiya, Bharbaliya y Bhaloni los daños también fueron considerables, con 200 de las 300 casas reducidas a escombros, según Sah.

De acuerdo con el Ministerio nepalí de Interior, hasta el momento la tormenta ha causado la muerte de veintisiete personas, entre ellas siete niños, además de 668 heridos.

Por Sangam Prasain