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La noche de Pontevedra, víctima del macrobrote: la juerga acaba con la juerga

La noche de Pontevedra, víctima del macrobrote: la juerga acaba con la juerga
Pontevedra —

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Pontevedra, 30 jun (EFE).- Tras más de quince meses sin actividad, el sector del ocio nocturno en Pontevedra tenía marcada en rojo una fecha en el calendario. El 1 de julio, el día -o más bien la noche- en el que iban a recibir a sus primeros clientes desde que estalló la pandemia.

Pero un inesperado 'efecto mariposa' ha truncado sus planes. El viaje de unos escolares a Mallorca, epicentro del macrobrote que ha sacudido a media España, ha sido el detonante para que, al menos de momento, pubs y discotecas no puedan reabrir sus puertas.

El área de Pontevedra es la más afectada por los contagios derivados de las fiestas en Baleares. De allí son 103 de los 155 positivos que se registran en Galicia. La incidencia de la covid-19 en esta ciudad gallega se ha multiplicado casi por cinco en apenas unos días.

Los 93 casos por cada 100.000 habitantes a siete días -había 19 antes de estos contagios- han llevado a la Xunta de Galicia a elevar el nivel de restricciones y la principal perjudicada es, junto con el ocio nocturno, una castigada hostelería que tendrá que volver a reducir aforos.

El alcalde de Pontevedra, Miguel Anxo Fernández Lores (BNG), ha sido una de las primeras autoridades en censurar este aumento de las restricciones. Considera que la ciudad tendrá que “pagar las consecuencias” de botellones “que se hacen en otros sitios”.

Es “gracioso”, ha subrayado el regidor, que allí en donde se produjo el brote la hostelería vaya a “seguir igual” y que sea en Pontevedra “donde vayamos a padecer las consecuencias” cuando todos los contagios detectados “tienen relación” con lo sucedido en Mallorca.

“Están pagando justos por pecadores”, ha añadido en una charla con Efe Fernández Lores, que ha destacado el rigor mostrado por los hosteleros de la ciudad durante la desescalada, el cual ha llevado a que existan “indicios” de que se hayan registrado contagios en bares o restaurantes.

La peor parte será, una vez más, para el ocio nocturno. Con las neveras llenas, los locales limpios tras año y medio cerrados y sus trabajadores -muchos de ellos en ERTE- ya movilizados, tendrán que volver a poner el candado a sus puertas. No saben por cuánto tiempo más.

Aunque legalmente podrían abrir mañana jueves -y el viernes hasta las 00:00 horas-, lo cierto es que las autoridades han pedido que no lo hagan.

“Tampoco sería viable”, reconoce Dani Lorenzo, gerente de La Pomada, el local que acogió la prueba piloto que impulsó la Xunta a mediados de junio para preparar la reapertura del sector.

Él ya ha decidido paralizar el fin del ERTE y congelar las nuevas contrataciones.

Añade que psicológicamente “no estaría a gusto trabajando mañana” sin saber cuándo podría repetirse la apertura del local, ya que “no hay ninguna perspectiva” y las pérdidas económicas se acumulan. “Yo ya tuve que tirar treinta cajas de mercancía”, lamenta.

Tras conocerse el alto número de contagios en Pontevedra derivados de los viajes escolares a Mallorca, “yo ya estaba con la mosca detrás de la oreja, porque sabía que nos afectaría”, asegura Lorenzo, para quien esta situación, dice a Efe, “es un sinvivir” y un “auténtico mazazo”.

En ello coincide Iván Parada, responsable del pub Bazaar, situado en una de las plazas más concurridas del centro histórico pontevedrés, y que no oculta su decepción porque “ya veíamos un resquicio de luz y ahora de vuelta a la oscuridad”.

“No puede ser que siempre paguemos los mismos”, agrega Parada, para quien estas medidas no terminan de convencerle porque, mientras el ocio nocturno seguirá cerrado en Pontevedra no lo hará en municipios vecinos “a los que cualquiera podrá ir de fiesta”.

Ambos, cansados de la incertidumbre que les genera esta situación, hacen un llamamiento similar a la responsabilidad de los jóvenes para “no cagarla más” porque las familias que viven del ocio nocturno están “al límite”.

Además, confían en que las autoridades sanitarias rectifiquen “lo antes posible” porque “saben de dónde viene el brote y si lo tienen controlado es absurdo que nos obliguen a cerrar”.

Alejandro Espiño

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