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El papa: “La guerra es la destrucción de nosotros mismos”

El papa: "La guerra es la destrucción de nosotros mismos"

EFE

Roma —

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El papa Francisco clamó hoy contra la guerra, una “masacre inútil” que provoca “la destrucción de nosotros mismos” y cuyos frutos son el “odio, muerte, venganza.

El papa celebró una misa conmemorativa del Día de los Difuntos en el cementerio estadounidense de Nettuno, en la provincia de Roma, y después visitó las Fosas Ardeatinas, a las afueras de la capital italiana y escenario de una de las más conocidas masacres ocurridas en la II Guerra Mundial (1939-1945), cuando 335 civiles italianos fueron asesinados por los nazis.

“Por favor, Señor, no más guerra, no más esta masacre inútil”, dijo el papa, con semblante serio, para añadir seguidamente: “La guerra es la destrucción de nosotros mismos”.

Francisco envió este mensaje durante la misa que celebró en el cementerio estadounidense y al que asistieron 5.000 personas, según cifras de la Gendarmería vaticana.

El acto comenzó a las 15.00, hora local (14.00 GMT) en este camposanto en el que reposan los soldados estadounidenses caídos en Italia en la II Guerra Mundial.

Antes de la misa, el papa realizó una visita por algunas de las tumbas del cementerio, entre ellas las de una persona sin identificar, un ítalo-estadounidense y un judío.

El papa recorrió las distintas tumbas en soledad, en silencio, y depositó varias rosas blancas en memoria de los fallecidos, y después fue recibido por el obispo de Albano, Marcello Semeraro, la directora del cementerio y los alcaldes de Nettuno y de Anzio.

Fue entonces cuando el papa se dirigió al espacio en el que se congregaban las personas que habían acudido para escucharle, ante quienes pronunció una homilía de condena a la violencia y a las muertes por conflictos bélicos en todo el mundo.

Francisco habló a los presentes del valor de la esperanza y lamentó que esta “a veces nazca y eche raíces en tantas llagas humanas, en tantos dolores humanos”.

“En ese momento de dolor, de herida, de sufrimiento, nos hace mirar al cielo y decir: yo creo que mi Redentor está vivo. Pero detente, Señor”, comentó Jorge Bergoglio.

El pontífice pidió entonces el fin de las guerras y criticó que “el mundo está otra vez en guerra y se prepara para ir de nevo a la guerra”.

Recordó que a lo largo de la historia muchos hombres “han pensado en ir a la guerra, convencidos de lograr un mundo nuevo, de hacer una primavera”, y por el contrario han acabado provocando “un invierno, frío, cruel, reino del terror y de la muerte”.

“Hoy rezamos por todos los difuntos, por todos. Pero en modo especial por estos jóvenes, en un momento en el que muchos mueren en las batallas de cada día, en esta guerra a pedazos”, sostuvo.

“Rezamos también por los muertos de hoy, los muertos de guerra, también niños inocentes. Éste es el fruto de la guerra: la muerte”, prosiguió.

Además, relató la historia de una “anciana que, mirando las ruinas de Hiroshima con resignación sabia, pero con mucho dolor, con esa resignación que saben vivir las mujeres, porque es su carisma, decía: 'los hombres hacen de todo por declarar y hacer la guerra, y al final, se destruyen a sí mismos'”.

Después de presidir la misa en este cementerio, el papa se trasladó al Santuario de las Fosas Ardeatinas, en Roma, el monumento a la barbarie acaecida el 23 de marzo de 1944, cuando, en represalia por el ataque de los partisanos a un convoy nazi en Roma, Hitler mandó ejecutar a diez italianos por cada alemán muerto, hasta la cifra de 335 civiles.

A su llegada, el papa fue recibido por los militares que se ocupan de honrar la memoria de los caídos y saludó a las familias de las víctimas de aquel episodio.

Posteriormente, ingresó solo al Mausoleo y tras atravesar las tumbas de las víctimas en silencio depositó un homenaje floral.

Al término de la visita, el papa escribió una dedicatoria en el libro de honor: “Estos son los frutos de la guerra: odio, muerte, venganza... Perdónanos Señor”.

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