Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
La portada de mañana
Acceder
El ataque limitado de Israel a Irán rebaja el temor a una guerra total en Oriente Medio
El voto en Euskadi, municipio a municipio, desde 1980
Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal

Lo que ha unido el Orgullo... que no se separe: parejas que surgieron en las fiestas LGTBI

Joana y Sylvia con su hijo Adri.

David Noriega

“Nunca pensé que fuera a encontrar el amor en el Orgullo”. Lo dice Joana, una persona trans no binaria que este año celebra su décimo aniversario con Sylvia. Comenzaron a salir durante el de 2008, un año que se reivindicaba, además, la visibilidad lésbica.

Desde entonces, han hecho frente a los altibajos de cualquier relación, con el añadido de ser una pareja no normativa. Y es que “diez años dan para mucho: la distancia, el matrimonio, la maternidad, la adopción, los prejuicios…”. Una historia de amor que bien daría para una película; eso sí, con tintes reivindicativos. 

Ambas son activistas y hace una década participaban en la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Bisexuales, Transexuales e Intersexuales (FELGTBI). “En 2008 hizo falta mucho voluntariado, así que me cogí vacaciones y me fui a Madrid –vivía en Barcelona– una semana antes, para echar una mano”. Unos días después también apareció Sylvia, que vive en Canarias. “Ya habíamos coincidido en otros espacios de activismo y yo la veía como una persona súper involucrada, que había estado en todas las luchas por el matrimonio igualitario. Esos días nos encontramos más, pero para mí era alguien inaccesible”, recuerda Joana. 

Después del trabajo de esos días lo habitual es que los voluntarios vayan a tomar algo en espacios “de ocio controlado, donde sentirse orgulloso de reivindicar la diversidad y que sea inclusivo para todo el mundo”, explica. Fue precisamente en una de esas fiestas donde se dieron el primer beso.

“Ella me dio un pico y, como a veces puede ser una muestra de afecto entre gente que se conoce, me hice la cool y no le di mayor importancia. Al cabo de un rato se acercó para disculparse por si me había molestado”, rememora Joana. Ahí empezó todo: “Tuvimos un Orgullo muy intenso, muy disfrutado, muy vivido y con esas mariposas en el estómago tan divertidas”, recuerda sin olvidar que “desde la visibilidad lésbica fue un año maravilloso”. 

En medio del World Pride

Manuel y Josué se conocieron hace justo ahora un año y lo suyo empezó, como empiezan casi todas las parejas, “por casualidad”. “Me había ido de viaje con un grupo de amigas y no paraban de decirme que tenían un amigo que me pegaba mucho”, cuenta Manuel. Él vive en Madrid y el año pasado acudió, como todos, a la manifestación que se organiza en la capital y disfrutó del ambiente festivo que se respiraba en la ciudad coincidiendo con el World Pride, que hizo llegar a la capital a unos tres millones de visitantes. Entre ellos, estaba Josué, que vive en Granada.

A las puertas de una discoteca, Manuel se encontró con una de las amigas de su viaje. Cuando fue a saludarla, ella estaba con varios amigos, entre los que se encontraba el que es ahora su novio y de quien tanto le habían hablado. Al volver, “perdí a mis amigos y Josué se acercó y me dijo que entrara con su grupo. Al final, estuve toda la noche con ellos, bailando y muy integrado gracias a él”, explica. Al día siguiente, “le pedí su número a mi amiga para darle las gracias por todo y comenzamos a hablar”. 

Manuel no considera algo excepcional haber conocido a su novio en el Orgullo pese a la opinión estereotipada y prejuiciosa de que estos días los homosexuales solo van a pillar. “Parte de la celebración es una fiesta como otra cualquiera, donde hay personas que se conocen, se gustan y empiezan a salir; la gente no va solamente para pillar cacho”, defiende.

Joana y Sylvia y Manuel y Josué tuvieron que hacer frente a la separación tras el Orgullo. Joana volvió a Barcelona, Sylvia a Canarias, Josué a Granada y Manuel se quedó en Madrid. “Yo sabía que aquello no había sido un rollo cualquiera. Empezamos a mandarnos mensajes, a hablar… y a principios de agosto volvimos a vernos en los Gay Games de Barcelona. En un mes no puedes tomar decisiones ni saber si alguien es la persona de tu vida, pero decidimos ir viéndonos más en la distancia, hasta que formalizamos la relación… y en 2011 nos casamos”, indica Joana. 

Precisamente, en una boda volvieron a coincidir Manuel y Josué. “La amiga que nos había presentado se casó y, después de dos meses hablando, ahí fue donde empezamos a salir en serio”, explica. Desde entonces, comparten “casi todos los fines de semana”. 

En ese sentido, María y Laura lo tuvieron más fácil. Viven en Gijón y se conocieron el año pasado en el Orgullín del Norte, unas jornadas de convivencia en las que unas 250 personas se alojan en un camping cercano a la ciudad y en el que se organizan talleres, charlas y fiestas abiertas a todo el mundo, alrededor de la manifestación del Orgullo. María se alojaba en el camping y Laura, que es cabeza de familia monoparental, se acercó con sus hijos y una amiga el día dedicado a las familias. Esa amiga en común fue la que las presentó.

“Yo me fijé en ella porque me pareció una persona muy valiente y tirada para adelante”, recuerda María. Con la disculpa de que se fueron sin despedirse, María localizó a Laura por redes sociales, comenzaron a hablar, a quedar y, en septiembre, decidieron que empezaban a salir. “Me costó convencerla un par de meses y aún tenemos la pelea de quién se fue sin despedirse”, bromea.

No todo es Madrid

María y Laura son nombres ficticios. Ellas lo prefieren así por motivos laborales. “En las ciudades pequeñas la visibilización es más difícil”, explica la primera. Por eso, para ellas “el Orgullín es un espacio muy importante de convivencia y un fin de semana totalmente visible, donde nadie te juzga y puedes ser quien eres”. Este año han repetido: “La gente nos recordaba que nos conocimos ahí. Un año se celebró una boda, este ha habido una pedida. Nos dicen que de ahí salen cosas serias”. 

Manuel y Josué este año se pierden el Orgullo de Madrid. Aprovechan cada día libre para estar juntos y han coincidido las vacaciones. Lo compensan Joana y Sylvia, que lo celebran por partida doble. Primero en Canarias, de una forma más familiar, con su hijo Adri, al que adoptaron en 2015 después de descartar la opción de la inseminación (“Sylvia entraba con casi 40 años y como yo tengo 10 años menos, en todas las clínicas me miraban como diciendo: la que tienes que parir eres tú. Ella quería experimentar la gestación; yo quería experimentar la maternidad, pero no la gestación”). Y esta semana en Madrid, donde celebran “un aniversario de Orgullo, con millones de personas en la calle, viviéndolo desde el activismo, disfrutando, con toda la gente que también estuvo en nuestra boda, de un derecho conquistado, disfrutable y renovado año tras año”. 

Porque las cosas han cambiado mucho desde aquel 2008. “Creo que las cosas se han visibilizado, pero no han mejorado. En los 90 aún nos tiraban huevos por la calle; en el 2008 salíamos porque parecía que el Orgullo solo era gay. En 10 años las cosas se han normalizado y el mundo LGTB nos ha ido aceptando, pero aún tenemos que reivindicar otros modelos de lesbianas, que no son las chicas femeninas que salen en la tele, porque existen otros tipos de parejas, que pueden ser lesbianas, trans, queer…”, explica Joana. 

Ellas seguirán “defendiendo el Orgullo como un espacio reivindicativo puro y duro e inclusivo para todo aquel que crea en la diversidad”. Por la noche, en casa, se preguntarán lo que llevan preguntándose todas las noches desde que viven juntas: “¿Tú lo quieres intentar mañana?”.

Etiquetas
stats