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Estos son los primeros padres que han tenido ocho semanas de permiso para cuidar a sus hijos

Varios padres con sus hijos e hijas.

Ana Requena Aguilar

Fue el 3 de abril, justo solo dos días después de que entrara en vigor la ampliación de los permisos de paternidad, cuando nació el primer hijo de Carlos. Tan apurados fueron los plazos que Carlos Cuesta, 44 años, se convirtió en el primer profesor en Madrid en solicitar el nuevo permiso de ocho semanas. “Fue un poco caos, todavía no habían llegado las instrucciones precisas a las oficinas de Seguridad Social y me tiré los primeros días de un lado para otro. No tenía claro cómo tenía que ser, si las primeras semanas tenían que ser seguidas o no... Yo prefería ir cogiéndolo de dos en dos semanas pero al final acabé pidiendo las ocho seguidas para evitar líos”.

Carlos es uno de los miles de padres que ya han podido ejercer, por primera vez, un permiso de paternidad de ocho semanas después de que el Gobierno aprobara en marzo su progresiva ampliación y equiparación. Es primerizo, así que no tiene con qué comparar, pero una vez vivida la experiencia le parece que los anteriores permisos -de cuatro semanas, dos, e incluso de tres días cuando se creó la prestación- quedaban cortos. “Ni después de ocho semanas le hemos cogido el tranquillo. No es suficiente para organizarte, para crear un apego real. Soy consciente de que hay mucha diferencia respecto a la madre, por eso ocho semanas no ayuda en absoluto a compensar”, dice.

De momento, los datos muestran que la ampliación progresiva del permiso de paternidad sí tiene efectos sobre la corresponsabilidad. Un informe de las profesora de la UNED Teresa Jurado e Irina Fernández muestra que en 2018 (cuando el permiso era de cinco semanas) un 80% de los padres empleados entre los 20 y los 49 años hizo uso de él. Once años antes, en 2007 (con quince días de permiso), esa tasa rondaba el 50%. “Podemos afirmar que la ampliación del permiso está cambiando la norma social sobre la corresponsabilidad en los cuidados de los bebés”, afirma. El estudio menciona otras evidencias que relacionan la duración del permiso de los padres con la implicación en las tareas de cuidado rutinarias durante los años posteriores.

¿Qué padres toman más los permisos? El estudio de Jurado y Fernández muestra que lo usan menos los autónomos frente a los trabajadores por cuenta ajena; los empleados en empresas privadas frente a los empleados públicos; los padres con contratos temporales frente a los que tienen un contrato fijo; y los padres con ocupaciones manuales de menor cualificación frente a otras ocupaciones.

Las trabas administrativas de las que habla Carlos son las mismas de las que se queja la Plataforma por Permisos Iguales e Intransferibles de Nacimiento y Adopción (PPIINA). “Se ha generado una burocracia importante. Por ejemplo, encontramos con frecuencia que cuando el padre quiere cogerse el permiso fraccionado tiene que presentar excesivos formularios e incluso tiene que aparecer la firma de la madre. Y eso al final hace que mucha gente prefiera no tener líos y cogerlo como siempre”, explica una de las portavoces de la plataforma, Virginia Carrera.

“Repartir aún más los cuidados”

Quien sí puede comparar entre permisos es Jordán Salgado, un periodista dedicado al marketing digital. Con 32 años, su segundo hijo nació a comienzos de junio. Cogió las dos primeras semanas obligatorias tras el parto, volvió al trabajo y ahora disfruta de las otras seis semanas. Cuando nació su primer hijo, en agosto de 2016, solo tuvo quince días de permiso. “Viniendo de donde venimos 8 semanas parecen mejor pero la verdad es que incluso ahora, que tiene tres meses, ves que aún es muy pequeñito, que estamos en un momento todavía muy cansado y en el que mi participación en casa es muy importante”, opina. Para Jordán, el objetivo de las 16 semanas para los padres en 2021 mejorará la situación y permitirá “repartir aún más los cuidados”.

Tras la aprobación del decreto en marzo, los permisos de paternidad son este año de 8 semanas, de 12 el año próximo y de 16 -igual que las madres- en 2021. De las 8 semanas que tienen este año, las dos primeras tienen que disfrutarse obligatoriamente tras el nacimiento. El resto pueden repartirse durante el primer año de vida del bebé. Este periodo inicial obligatorio tras el nacimiento y en el que ambos progenitores, cuando los haya, coincidan irá aumentando progresivamente: de las dos semanas actuales pasará a seis semanas en 2021.

Esa es una de las preocupaciones de la PPIINA, que quiere que el periodo inicial obligatorio en el que ambos padres coincidan se queden en dos semanas. “Si queremos abordar el tiempo de cuidado en casa creemos que debe abordarse el derecho a turnarse en el cuidado. Que solo dos semanas sean obligadas a cogerse tras el parto y las restantes, a voluntad de la pareja durante el primer año. No obliguemos a simultanear seis semanas porque quizá para muchas familias no sea lo ideal”, incide Carrera. La PPIINA cree que permitir que los padres puedan quedarse solos al cuidado de sus hijos, y no solo que hagan coincidir su permiso con el de la madre, será lo que consiga un verdadero cambio cultural en el reparto de roles y cuidados.

Jordán decidió coger su permiso fraccionado porque era lo que mejor le venía laboralmente. “Ella quería que las guardara para cuando acabara su baja y que al final el niño estuviera más tiempo con nosotros, pero no tenía claro si iba a poder hacerlo a nivel profesional y opté por esto. Afectaba menos a la empresa que lo cogiera en agosto, que es más tranquilo”, apunta. Esa es otra de las advertencias que hace la PPIINA: “Ahora se necesita el acuerdo con tu empresa para coger el permiso de la forma que quieras. Reclamamos que cada cual pueda tomarlo como quiera sin necesidad del permiso de tu empresa. Corremos el riesgo de que acabe primando lo que le viene bien a la empresa”. Virginia Carrera también critica que los permisos puedan cogerse a tiempo parcial y sean compatibles con la reducción de jornada porque en la práctica, dice, implica “ingresos paupérrimos, sobre todo para las mujeres”.

La hija de Sergio, 35 años, Madrid, nació el 16 de abril. Él decidió tomar cinco semanas justo después del nacimiento y guardar otras tres para cuando su pareja se reincorpore a su puesto de trabajo. “Lo que queremos es intentar estar el mayor tiempo posible con la niña”, cuenta. Pero el factor laboral también amenaza con cambiar con su decisión: “Me ascendieron, estoy en un puesto nuevo y viendo cómo organizarme. Si no pudiera cuando ella se incorpore, las cogería en Navidad. Mi empresa no me ha puesto problemas, pero yo tengo que organizarme con los viajes de trabajo”.

La respuesta a si ocho semanas le parece un permiso corto, apropiado o largo depende, dice, “del punto de vista” desde el que lo mire: corto si piensa en su hija, pero si lo ve en términos laborales, más semanas “sí afectan”. “Y depende del trabajo que cada uno tenga, puede influir”. Su pareja, Yle, también de 35, opina que quizá las mujeres tienen más asumido que su tiempo de baja es el que es, 16 semanas (aunque 10 de ellas eran hasta ahora voluntarias y transferibles), y que ni los hombres ni la sociedad en general han asumido aún que los padres deben igualmente tomar ese tiempo. “La gente habla como si hubieran cogido vacaciones”.

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