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La resistencia numantina de un templo tailandés ante la subida del mar

La resistencia numantina de un templo tailandés ante la subida del mar

EFE

Ban Khun Samut Chin (Tailandia) —

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Protegido por diques y medio hundido en el mar, un templo budista tailandés hace frente a la erosión marítima provocada por la tala de los manglares y el aumento del nivel del mar a causa del cambio climático.

Una pasarela de casi dos metros de ancho es el único acceso a Khun Samut Trawat, situado en la costa del Golfo de Tailandia y a unos 30 kilómetros al suroeste de Bangkok.

“Allí estaba la escuela”, señala Phuaron Buaporai, un aldeano local, mientras apunta a una solitaria bandera tailandesa ondeando en medio del mar unos metros delante del santuario budista.

Tailandia ha perdido unas 12.000 hectáreas de costa en las últimas tres décadas debido a la erosión del mar y el caso más extremo se encuentra en la aldea Ban Khun Samut Chin, donde se ubica este templo, en la provincia de Samut Prakan.

El agua ha engullido más de un kilómetro de tierra, incluidas antiguos campos de cultivo, piscifactorías, viviendas y la escuela.

“Hemos dado por perdidas esas tierras. Ahora tratamos de proteger lo que nos queda con vallas de bambú y plantando mas manglares”, dice Phuaron, de 45 años.

El abad del templo, Atikarn Somnuek Atipanyo, decidió hacia 1998 sacar a flote el edificio, que llevaba más de una década medio sumergido, mediante la construcción de unos diques con piedras.

Los tenaces monjes y aldeanos idearon además elevar el suelo del templo con lo que han conseguido que la marea alta no afecte a la parte superior, no así la inferior, y que las entradas hayan encogido como si fueran pensadas para hobbits.

Con el paso de los años, incluso acometieron ampliaciones con la construcción de más altares sobre plataformas, incluido un Buda de bronce de varios metros de alto con las manos extendidas como si tratara de contener el reino de Poseidón.

La crecida del mar se debe a diversas causas, todas ellas relacionadas con la acción del hombre, como la extracción de agua del subsuelo, lo que acelera el hundimiento natural de las fincas.

Innumerables piscifactorías dedicadas a la cría de gambas y otros moluscos han reemplazado los bosques de manglares que servían de freno natural al embiste de las olas.

El control humano de la corriente del río Chao Phraya mediante presas ha disminuido el volumen de sedimentos que llegan a la desembocadura del río y, por último, está la subida de las aguas marinas a causa del calentamiento global.

“En toda esta área hemos perdido unos 10.000 rai (1.600 hectáreas) a lo largo de 15,7 kilómetros de costa”, indica a Efe Samong Kensamut, la jefa de la aldea desde hace 16 años.

En una desordenada habitación llena de planos y mapas, Samong, de 59 años, muestra una foto en la que aparece ella en su juventud en unos terrenos donde hoy sólo hay mar.

A pesar de la resistencia numantina, la construcción de empalizadas y plantación de manglares, la aldea continúa perdiendo terreno paulatinamente.

Los vecinos, que en los últimos años han pasado de 220 a 110 familias (o de unas 600 a 400 personas), han pedido ayuda al Gobierno y hasta a la Fundación Bill y Melinda Gates, sin mucho éxito.

“No tenemos a dónde ir. Algunos tratan de marcharse pero la falta de formación no les permite encontrar trabajo y tienen que volver”, lamenta Samong.

El único alivio estos años ha sido el aumento del turismo debido al reclamo del “templo hundido”.

Según el profesor Thanawat Jarupongsakul, del Departamento de Geología de la Universidad de Chulalongkorn en Bangkok, la solución a la erosión es la construcción de una barrera con pilares de cemento en zigzag.

Actualmente, hay una barrera experimental de este tipo de unos 250 metros de largo junto a Khun Samut Trawat.

“Su efectividad está demostrada al cien por cien. La barrera deja pasar el agua y mantiene la sedimentación, lo que es bueno para el ecosistema”, asevera el científico.

“Necesitamos 80 millones de bat (unos 2,2 millones de dólares o 2 millones de euros) por cada kilómetro de barrera, pero no tenemos financiación”, precisa Thanawat.

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