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Financiar la cura de la hepatitis C casi eliminaría la lista de espera para trasplantes de hígado

La mitad de trasplantes hepáticos se deben a la hepatitis C.

Raúl Rejón

Cada diciembre, unas 600 personas acaban el año aguardando un hígado nuevo que les salve la vida. Y cada año, unos 500 de estos órganos tienen que utilizarse para enfermos de hepatitis C que padecen una cirrosis o un cáncer derivados de ese virus. Todos esos hígados podrían casi eliminar la demora si se tratara el virus hepático con los nuevos fármacos que ha desarrollado la industria farmacéutica. Un horizonte que no debería ser tan lejano, pero que se ve obstaculizado por los recortes presupuestarios y los altos costes que imponen los laboratorios.

Al año mueren en España entre 7.000 y 10.000 personas por enfermedades del hígado. En muchas ocasiones, el último recurso es el trasplante de este órgano. Según los últimos datos de la Organización Nacional de Trasplantes, 2012 comenzó con 641 receptores en lista de espera para un hígado y terminó con 608. Durante esos 12 meses, 2.022 pacientes estuvieron aguardando en algún momento –114 de ellos infantiles–. Los hospitales españoles realizaron 1.084 trasplantes hepáticos.

De todo ese volumen de intervenciones, la mitad son debidos a la hepatitis C, según los datos de la Sociedad Española de Patología Digestiva. Es decir unos 500 hígados cada curso deben destinarse a enfermos que han desarrollado una cirrosis o un cáncer hepático por culpa de este virus. “Si se eliminase este factor, todos esos órganos se podrían destinar a otras patologías graves”, explica a eldiario.es Javier García Crespo, jefe del servicio de Digestivo en el Hospital de Valdecilla (Cantabria). Casi limpiaría la lista de espera que, en 2012, llegó de media a 129 días.

Con este panorama, el Ministerio de Sanidad tiene encima de la mesa la cuestión de la financiación de los nuevos medicamentos contra la hepatitis C. El doctor García Crespo dice que “la oferta de hígados no puede aumentarse, es la que es, pero sí modificarse la demanda”. Y es lo que, defiende, puede alcanzarse con las nuevas terapias. Además, muchos de los pacientes que ahora lidian con esta enfermedad la contrajeron en hospitales públicos antes de 1990, al no existir protocolos para detectar el virus en la sangre utilizada para transfusiones. “Además, hasta un 70% de los infectados no saben que lo son”, confirma el doctor.

El problema es que el presupuesto está jugando un papel importante en la planificación sanitaria. Sanidad, de momento, no se ve capaz de proporcionar la ya famosa pastilla Sovaldi –a la que se le atribuye una curación del 90% de los casos– de manera generalizada. Cuesta más de 700 euros por dosis. El tratamiento de 24 semanas se iría a los 100.000 euros. “Mientras el ministerio negocia con los laboratorios, no hay una comercialización. La empresa [Gilead] ha puesto un precio realmente alto para el acceso precoz aunque yo soy optimista y creo que habrá un precio más bajo –no me atrevo a llamarlo razonable–”, analiza el especialista del hospital cántabro.

Para completar la incidencia que esta enfermedad tiene en el número de hígados disponibles para su trasplante, García Crespo cuenta que “en los enfermos que han sido trasplantados, muy a menudo se produce una reinfección y obliga a realizar un nuevo trasplante” porque el virus no se ha erradicado del organismo y reaparece. En 2012, el 6% de los hígados se destinaron a re-trasplantes (65 órganos). En los últimos 12 años este procedimiento se llevó 1.720 hígados. “Si no hay virus, la tasa de reimplante sería casi cero”.

Reparto desigual

Según la Agencia Española del Medicamento, este medicamento puede dispensarse, de momento, a pacientes muy graves. El doctor Jaume Bosch, del Servicio de Hepatología del Hospital Clínic de Barcelona, remarca, sin embargo, que “la mayor parte de las comunidades autónomas no los están autorizando en pacientes que no pueden permitirse esperar, poniendo en riesgo sus vidas. El acceso a los tratamientos es desigual, lo que genera una situación de inequidad que resulta inaceptable desde cualquier punto de vista”.

A pesar de todo, García Crespo quiere enviar “un mensaje de esperanza. A todos nos gustaría ir más deprisa pero estamos viviendo un hito en la historia de la medicina. En el medio plazo, la hepatitis C va a ser un problema mucho menor”.

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