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Un sistema alerta de bulos antivacunas para reducir su impacto en la salud

Campaña de vacunación en África. Foto: Fundación Gates.

Materia

Nuño Domínguez —

Los bulos antivacunas matan gente. Entre los caídos hay niños que quedarán paralizados o incluso morirán de poliomelitis en países como Nigeria. En 2003, las autoridades locales del norte del país pararon las campañas de vacunación escudándose en la mentira de que la vacuna había sido manipulada para esterilizar a las niñas musulmanas. La decisión impidió borrar la enfermedad de este país y generó brotes en otros 20 países donde la dolencia ya estaba erradicada (incluida la lejana Indonesia). Hasta el 80% de todos los casos de poliomelitis parapléjica aquel año eran achacables al infundado recelo antivacunas.

Entre los caídos por estas creencias también hay decenas de profesionales de la salud asesinados este año en Nigeria o Pakistán, donde vacunar contra ciertas enfermedades es aún una actividad tan peligrosa como la guerra. Los países occidentales no están libres de estos problemas. Los datos indican que países como Reino Unido aún no han recuperado los niveles de vacunación existentes en 1998 debido al impacto que tuvo un estudio con datos falsos y hoy retirado que aseguraba que la vacuna triple vírica (contra sarampión, paperas y rubeola) provocaba autismo.

En el mundo actual, el impacto de creencias y las mentiras sobre las campañas de vacunación se multiplica gracias a internet y las redes sociales. Su impacto es tan grande que algunos expertos creen que la erradicación de algunas enfermedades ya no depende de la medicina, sino de la información. Detectar la aparición de rumores y creencias antivacunas en la red puede ayudar a alertar de una falta de confianza en las campañas de inmunización y actuar antes de que se traduzca en posibles brotes. Esa es la idea detrás de un nuevo sistema de vigilancia creado por expertos de Reino Unido y EEUU que lleva tres años rastreando informaciones sobre vacunas en internet.

El sistema se basa en HealthMap, una herramienta creada en 2006 que sigue la progresión geográfica de una enfermedad o alerta de nuevos brotes basándose en artículos periodísticos, relatos de testigos y otras informaciones en internet. En este caso, el equipo lo ha adaptado para desarrollar “un sistema de vigilancia de rumores”, tal y como lo definen sus creadores. El sistema reunió y analizó informaciones sobre vacunas publicadas en 144 países. Los resultados, publicados en The Lancet, apuntan a que hay una relación directa entre la aparición de informaciones negativas y basadas en creencias y bulos en internet y las crisis de confianza ante las vacunas que pueden disparar brotes de enfermedades.

“Nuestro sistema muestra más o menos lo que está sucediendo en ese momento en cada país”, explica a Materia Heidi Larson, antropóloga de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de la Universidad de Londres y coautora del estudio. Los datos globales apuntan a una aceptación general de las vacunas, pero con importantes excepciones. En concreto, durante el primer año de recogida de datos, se registraron 10.380 informaciones sobre vacunas. El 69% eran positivas o neutras, mientras el 31% eran negativas. Entre estas últimas, la mitad se refería a asuntos como la suspensión de programas de vacunación o el rechazo a recibirlas. Un 21% de todas las informaciones estaban apoyadas o relacionadas con creencias, tanto religiosas como de otros tipos, según el trabajo.

El sistema permite recabar datos país a país. Según sus creadores, la información que obtiene concuerda punto por punto con problemas registrados realmente en algunos países. Por ejemplo, el trabajo muestra que la mayoría de los comentarios negativos hacia las vacunas en Finlandia eran sobre la vacuna contra la gripe H1N1, justo en el periodo en el que el país vivió un periodo de cuestionamiento de esta inmunización por causar posibles efectos secundarios de narcolepsia.

Lo mismo sucede en Nigeria con la polio, cuya erradicación sigue siendo un reto difícil de superar debido a la censura de las campañas de vacunación y la inseguridad de los equipos sanitarios. En Francia, “la mayoría de comentarios negativos era sobre el sarampión y sucedieron mientras el país registraba una mayor incidencia de casos de esta enfermedad”, asegura Larson. “Al comparar Francia, Finlandia, China y Nigeria hemos visto que lo que nos mostraba el sistema se correspondía casi a la perfección con lo que estaba sucediendo”, señala.

El letal avance de la mala información

¿Y si el mismo sistema pudiera ser utilizado como alerta para evitar que las informaciones falsas o las creencias lleguen a tener un impacto en la salud? Ese es el objetivo del equipo, que ya ha asesorado a expertos de los programas de vacunación de la Organización Mundial de la Salud y Unicef. El sistema funciona las 24 horas y es muy rápido. La parte automatizada del programa tarda un minuto en realizar una entrada. Una media de cuatro expertos analizan cada entrada registrada de manera que, “de un día para otro, se podría detectar un problema”, dice Larson.

“El hecho de que tengamos que dedicar recursos al avance de la mala información, en lugar de al avance de las enfermedades, es un signo de nuestros tiempos”, apunta Marcel Salathé, investigador del Centro de Dinámicas Infecciosas de la Universidad Estatal de Pensilvania. Salathé no ha participado en el estudio actual, pero, hace unos meses, publicó un trabajo que demostraba que los mensajes antivacunas son más exitosos en Twitter que los mensajes favorables al uso de vacunas. “Creo que el problema no se limita a las vacunas, aunque estas sean un buen ejemplo”, comenta Salathé. “De hecho, creo que la salud pública en el siglo XXI se convertirá progresivamente en una ciencia centrada en la información”, añade.

Sobre el trabajo de Larson, Salathé dice que “la mayor novedad es que analiza las vacunas en todo el mundo, es muy completo”, señala. Pero esa amplitud de foco “es también una de sus limitaciones, porque las causas y consecuencias de sentimientos anti vacunación dependen mucho de cada medicamento y de cada país, aunque el trabajo es un claro paso adelante”, concluye.

Información de Materia.

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