El tsunami condiciona la campaña de las elecciones de abril en Indonesia

Mientras prosiguen las operaciones para atender a las víctimas del tsunami en Indonesia, cuyo último balance de víctimas es de 430 muertos y 22.000 desplazados, los políticos han empezado a usar la catástrofe de cara a las elecciones presidenciales del 17 de abril.

El candidato a la Vicepresidencia Marauf Amin prometió aumentar el presupuesto para mejorar los sistemas de alarma temprana de tsunamis y la formación, sobre todo de los menores, para mitigar las consecuencias de este tipo de desastres.

“Tenemos que contar con herramientas sofisticadas de alarma para los residentes que vivan en áreas afectadas por terremotos o tsunamis”, dijo a periodistas locales Amin, quien se postula en equipo con el presidente, Jowo Widodo, que aspira a la reelección.

Los fallos de los sistemas de alerta será uno de los temas que coparán los comicios de abril tras este mortífero tsunami, que se produjo el pasado sábado a causa de la erupción del volcán Anak Krakatau, en el estrecho de Sonda.

Unos 187 millones de indonesios están llamados a votar en las elecciones presidenciales y legislativas, cuya campaña empezó el pasado septiembre.

Durante una visita el lunes a una de las zonas afectadas en el oeste de la isla de Java, Widodo afirmó que había dado instrucciones para la colocación de más sistemas de alarma para detectar olas gigantes.

El candidato opositor Prabowo Subianto, que perdió las elecciones de 2014 frente a Widodo, expresó esta semana sus condolencias a los afectados y familiares de los fallecidos y afirmó que había miembros de su partido entre las víctimas.

El tsunami no desencadenó ninguna alarma porque Indonesia no cuenta con sistemas para detectar olas gigantes provocadas por corrimientos de tierra submarinos como el que provocó el Anak Krakatau.

Sin embargo, el sistema de boyas instalado tras el devastador tsunami de 2004, que causó 167.000 muertos en Indonesia y 59.000 en otros once países bañados por el océano Índico, no funciona, aunque el país cuenta con otros medidores menos sofisticados.

Las boyas fueron colocadas gracias a la ayuda de países como Alemania, Japón y Estados Unidos, entre otros.

Poco después de la catástrofe, el portavoz de la Agencia Nacional de Gestión de Desastres (BNPB), Sutopo Purwo Nugroho, afirmó que las boyas instaladas para detectar una repentina subida de las olas no funcionan desde 2012 por culpa del vandalismo y la falta de mantenimiento y financiación.

Sutopo reiteró así la advertencia que lanzó tras otro tsunami, esta vez provocado por un terremoto, en el que también fallaron las alarmas y causó más de 2.000 muertos el pasado septiembre en la isla indonesia de Célebes.

Los equipos de emergencia están en alerta ante el aumento de actividad del Anak Krakatau, por el peligro de que ocasione otra ola gigante, mientras continúan con los trabajos de rescate y asistencia, aunque casi sin esperanzas de encontrar con vida a algunos de los 159 desaparecidos.

Las zonas más afectadas por el tsunami del sábado se encuentran en la provincia de Banten, en el oeste de Java, aunque también hubo víctimas y daños en la de Lampung, en el sur de la isla de Sumatra.

El Anak Krakatau, que significa en indonesio el “hijo de Krakatoa”, tiene unos 300 metros de altitud y un cráter lateral, y se asienta sobre una isla cónica.

Se formó a raíz de la explosión del legendario Krakatoa, cuya caldera quedó derruida en 1883 tras una serie de masivas explosiones que costaron la vida a más de 36.000 personas y cuyos efectos se sintieron alrededor del mundo durante semanas.

Indonesia se asienta sobre el “Anillo de Fuego del Pacífico”, una zona de gran actividad sísmica y volcánica que es sacudida cada año por unos 7.000 temblores, la mayoría moderados.