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Una víctima de acoso: “Durante muchos años sentí que no merecía la amistad”

Alumnos en un aula de un instituto de Madrid.

EFE

Madrid —

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Víctima de acoso en su época de instituto, el economista, divulgador y escritor Raúl Rodrigo asegura que siguió sintiendo durante muchos años que “no merecía” la amistad de nadie porque “no es algo que se cure en dos o tres años, ya que deja cicatrices muy duraderas” y requiere un gran trabajo de recuperación emocional.

Así lo describe Rodrigo (1982, Burbáguena, Teruel) en una entrevista con Efe con motivo de la publicación del libro “Mi receta contra el acoso escolar” (Desclée).

Un libro que es una historia de superación en la que el autor (licenciado en Economía y Censor Jurado de Cuentas) aprovecha para reclamar mas sensibilidad contra la soledad y el aislamiento, porque son “formas de acoso sin agresiones que dejan muchas secuelas emocionales y mucho dolor”.

Es también un manual para “ayudar a quien sufre acoso o al que quiera ayudar a quien lo sufre”, escrito por Rodrigo tras comprobar que no había ninguna publicación que aunara la vivencia personal con herramientas de crecimiento y que, “sin victimismos, revanchismos o rencor”, ayudara a superar el acoso escolar “desde el empoderamiento”.

PREGUNTA: ¿Por qué ha utilizado un lenguaje directo?

RESPUESTA: Porque además de que sirva a alguien que esté sufriendo acoso, me di cuenta, cuando empecé a dar charlas en centros escolares, de que había que trabajar mucho con los compañeros que estaban siendo cómplices pasivos y que no estaban tomado partido. Por eso me dirijo a varios frentes. Sobre todo porque, para ayudar al acosador, tienes que apelar a sus padres, a sus profesores y a sus compañeros.

P: ¿Qué le llevó a dar charlas?

R: La intuición de que tenía algo que aportar. Sabia que tenía una vivencia muy valiosa y un crecimiento personal.

P: ¿Por qué no revela su acoso?

R: No tendría ningún problema, pero me parece importante reforzar a alguien que sufre acoso y decirle que no tiene que buscar “porqués”, ya que te pueden llevar a disfrazarte de quien no eres e incurrir en cosas más graves para la autoestima. Sabemos que ponen el foco en nosotros por algo que nos define y que es negativo a los ojos de lo socialmente aceptado.

P: “Todos y cada uno de los días que fui al instituto durante 3º y 4º de la ESO soñaba con volverme invisible o desaparecer” o “ de aquellos dos años recuerdo soledad, vergüenza y angustia”. Estos son algunos de los comentarios reflejados en el libro, en el que insiste mucho en los sentimiento de “soledad y aislamiento”. ¿Por qué?

R: Porque es mi realidad. Nos fijamos mucho en las agresiones, pero no nos damos cuenta de que la soledad y el aislamiento son formas de acoso que deja muchas secuelas emocionales, mucho dolor, muchas inseguridades y falta de autoestima. Cuesta más sensilibizar en cuanto al aislamiento.

P: ¿Qué cicatrices deja el acoso?

R: Hay muchas diagnosticadas por los expertos, pero, en mi caso concreto, mucho miedo a la soledad. Aunque he tenido la suerte de tener muchos amigos en la vida adulta y todo eso pasó, durante muchos años tuve mucho miedo a quedarme solo en muchos ámbitos.

Y también la sensación de no merecer la amistad que te llega después, lo que tiene un riesgo muy grande porque, si te crees que no mereces, algo adoptas una actitud servilista, que puede dar lugar a que se vuelvan a aprovechar de ti o vuelvan a ser injustos contigo al no haber desarrollado tus fortalezas.

Soy consciente de haber sentido que no merecía la amistad posteriormente y durante muchos años. No es algo que se cure en dos o tres años, y eso que yo tengo muchos recursos emocionales.

Me gusta recordar eso a los chicos, para que no crean que el acoso escolar dura un curso y ya está y que no piensen que lo pasa mal un año, porque las consecuencias perduran y luego va a tener que desarrollar un gran trabajo para recuperarse.

P: ¿Quiénes son los responsables del acoso?

R: Obviamente hay un grado de responsabilidad en quien lo ejerce, pero una de las cosas que reivindico mucho es que quien lo ejecuta es una víctima también en otro lugar, excepto en contadas ocasiones en las que se trate de alguien con una enfermedad patológica o de salud mental.

En la mayoría de los casos tiene su raíz en un problema del agresor en el hogar o en sus propias experiencias personales. Son años de adolescencia en los que el agresor descubre cosas de su sexualidad, de su personalidad, de sus limitaciones que no puede aceptar, y esa rabia y frustración la canaliza de la manera que encuentra y tristemente es así.

P: No duda en afirmar que los cómplices son igual de responsables del dolor de un acosado que el acosador.

R: Si no los hubiera no habría acoso, porque sería hasta casi ridículo. Si alguien insultara y no le riera nadie las gracias, quedaría en una anécdota. Por eso es muy importante que hagamos labor con todos los compañeros de la clase.

P: Insiste en la necesidad de contar el acoso porque asegura que “es una situación muy compleja y peligroso como para lidiar solo con ella”.

R: Los adultos tenemos que insistir hasta la saciedad en que, si te ocurre, cuéntalo. Pero tenemos que ser conscientes de que lo más probable es que no lo hagan, por lo que es necesario observar cambios en los patrones de comportamiento.

P: ¿Recomienda el cambio de centro ante una situación de acoso?

R: Si la situación es dramática y grave, sí. Huir también es una opción. Me gustaría que todos los conflictos se pudieran resolver, pero soy consciente de que en la vida hay situaciones que se escapan de nuestro control, que son peligrosas e injustas y hay que anteponer nuestra salud emocional y física. Sobre todo porque hay chavales que se han llegado a quitar la vida.

P: ¿Cómo ha cambiado la respuesta de los profesores respecto al acoso?

R: Como de la noche al día. Cuando yo lo sufrí ni existía el término y ahora hay protocolos de actuación. Los profesores y la mayoría de los centros están implicadísimos y han conseguido implicar también a los propios alumnos, lo que para mí es fundamental.

Si han conseguido que se considere una injusticia y que no quieran estas situaciones en sus pasillos, ya tenemos mucho hecho.

P: ¿Cree necesaria la actuación de psiquiatras y psicólogos para tratar a las víctimas?

R: La veo totalmente necesaria para todos los implicados. Por supuesto para el agredido, pero también para agresor e, incluso, para los padres. No hay que tener miedo a ningún psicólogo. ¡Qué pena que tengamos esa oportunidad y no la usemos!

P: ¿Se sale del acoso?

R: ¡Sí, se sale y hay esperanza! Todo pasa y, si algo bueno deja, es que se sacan infinidad de recursos que te llevas para el resto de tu vida y te acompañan y te ayudan en un montón de situaciones después.

Por Olivia Alonso

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