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“La violencia o el acoso sexual es uno de los principales riesgos en el ocio nocturno”

Imagen que acompaña a la publicación del reportaje "Yo quería sexo, pero no así".

elDiario.es / Agencias

La percepción, tanto en hombres como en mujeres, sobre qué tipo de acciones son una agresión sexual es muy baja. Generalmente los jóvenes normalizan ciertas situaciones al considerarlas parte del flirteo o del propio entorno de la noche. Estos datos se desprenden del segundo Informe Noctámbul@s, destinado a analizar la relación entre el consumo de drogas y los abusos sexuales en contextos de ocio nocturno, cuyos resultados se han presentado esta mañana en la Delegación del Gobierno para el Plan Nacional de Drogas.

El sistema de detección anticipada (SDA) -basado en testimonios de jóvenes de entre 18 y 35 años- entrevistas a líderes de opinión, procesos de focus group y recopilación de datos procedentes de noticias e Internet, han conformado la metodología empleada por este estudio cuyas zonas de intervención se han localizado en Cataluña, la Comunidad de Madrid y la Comunidad Valenciana.

“El contexto es determinante en los resultados” ha afirmado Gemma Altell, subdirectora del Área de Adicciones, Género y Familia de la Fundación Salud y Comunidad (FSC), Organismo encargado de elaborar el informe. Los resultados señalan al espacio de ocio nocturno como el facilitador de los abusos sexuales. La mercantilización de la sexualidad de la mujer a través de la publicidad y las campañas de los centros de ocio basadas en “promesas implícitas de sexo” son algunos de los factores causantes de situaciones de abuso sexual.

“No hay percepción, por parte de ellas ni de ellos, de que algunas acciones son violaciones del espacio propio” afirma Altell sobre la normalización y la generalización del acoso sexual en dicho contexto. Ciertos comportamientos, tales como tocamientos, insultos y comentarios sexuales incómodos, no son identificados como acciones de acoso sexual por parte de los jóvenes.

Otra de las cuestiones destacadas del informe deja patente la estrecha relación entre el consumo de drogas, la sexualidad y el género. “Las drogas despiertan el sexismo latente” afirma Gemma Altell. Además, los datos del estudio demuestran que “cuando ha habido un consumo voluntario previo se agrava la culpabilidad de la víctima, mientras que se atenúa la responsabilidad del agresor”. Los resultados también arrojan luz sobre los diferentes casos de sumisión química, los cuales cuentan con diferentes tipos de percepción social. “En los medios de comunicación se suele hablar de sumisión premeditada pero en este tipo de situaciones los casos de sumisión química son mayoritariamente de tipo oportunista en los que el hombre se aprovecha de la víctima que ha consumido previamente” ha aclarado Altell ante la prensa.

Además, los resultados señalan que las raíces sexistas de estos abusos se basan en discursos interiorizados socialmente relacionados con la sexualidad de la biología masculina o la extendida creencia de que “como mujer tienes la responsabilidad de lo que te pase”. El pasado 31 de diciembre, un tuit publicado por la Guardia Civil, centrando la responsabilidad de las agresiones en las víctimas en vez de los agresores, reflejaba esta tendencia generalizada. “Deberíamos poder ejercer nuestra libertad sexual sin asumir estos riesgos” ha aclarado la subdirectora de la fundación en respuesta a estas percepciones de género.

En cuanto al discursos existente, Gemma Altell ha señalado que “la violencia sexual aún es un tabú en nuestra sociedad” y que por lo tanto “el proceso de cambio es muy largo, primero pretendemos poner este tema en la agenda”. Hasta el momento, “las campañas de medidas preventivas desarrolladas van dirigidas a las chicas jóvenes, para que se controlen y limiten sus comportamientos. Pocas experiencias van destinadas a los chicos para que incorporen a sus formas de 'flirteo' una postura ética y no sexista, y esto debe cambiar”.

Para ello, desde FSC realizan varias propuestas de prevención e intervención entre las que destacan la regulación de locales y publicidad, la formación de los profesionales del ocio nocturno en éste campo, el desarrollo de protocolos policiales de actuación y la publicación de campañas preventivas dirigidas a aumentar la sensibilidad hacia el acoso. Además, los miembros de la fundación señalan que las cuestiones relacionadas con la igualdad de género deberían incluirse desde la etapa preescolar del proceso educativo.

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