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El mercado como servicio público

Presentación del proyecto este diciembre en el Mercado de San Fernando. / Intermediae

María Muñoz

Cómo recuperar los mercados de abastos como espacios de servicio público y que en ese proceso no solo participen los comerciantes que trabajan en ellos sino que también los vecinos que entran y salen puedan dar su visión para lograr un modelo que integre el comercio, la cultura, el ocio y que sea uno de los lugares de socialización del barrio. Es el objetivo de Mercado Habitado, un proyecto de investigación y creación realizado por la Oficina Social de Urbanismo, que ha tomado como su campo de experimentación el madrileño Mercado de San Fernando, situado en el céntrico barrio de Lavapiés.

“En 2011, el Mercado de San Fernando parecía que estaba destinado al cierre porque cada vez había más puestos vacíos por la jubilación de los comerciantes, no había cuajado que ningún súper se instalara en él y empezaron entonces a surgir nuevos puestos que supusieron un aliento contra el cierre”, explica Pablo García, integrante junto a Laura Casanova de la Oficina de Urbanismo Social, que trabaja fundamentalmente en proyectos que tienen que ver con la rehabilitación física y social del entorno impulsando siempre la participación ciudadana en esa transformación.

Esos nuevos inquilinos que llegaron al mercado eran librerías, puestos de artesanía, de comida preparada o de hostelería y dieron un nuevo impulso a un espacio que parecía abocado al cierre. “La actividad del mercado funciona muy bien los fines de semana pero entre semana hay un vacío”, señala Casanova, quien subraya que “cada vez hay menos puestos de productos frescos y otros como los de comida preparada no acaban de funcionar tan bien a diario”. Y es aquí donde surge el proyecto Mercado Habitado, que forma parte de Una ciudad, muchos mundos, de Intermediae.

Un modelo para otros espacios

“Los mercados son la única institución pública vinculada al consumo y el comercio de comida y como espacios comunes y públicos que son queremos que no solo los comerciantes opinen sino que también los vecinos digan qué es lo que quieren”, subraya. El objetivo es desarrollar un modelo de mercado de abastos que luego pueda replicarse en otros lugares.

Para ello están elaborando una serie de cuestionarios, “que sean lo menos dirigidos posible” pero que sirvan para extraer toda la información necesaria a comerciantes y vecinos. En el proyecto trabajan arquitectos, como Casanova y García, pero también hay sociólogos, geógrafos, diseñadores o antropólogos. “Creemos que el urbanismo es mejor pensarlo desde todos los sitios”, indica García.

En un taller realizado en Media Lab Prado para la creación de mobiliario hicieron el primer ensayo de esa investigación participativa de lo que vecinos y comerciantes quieren en su mercado. “Fue un proceso de autoconstrucción de espacios comunes y de cómo usar esos espacios y objetos”, explica García. Emplearon madera procedente de los bancos del mobiliario urbano que se han retirado de las calles. “El Ayuntamiento se está gastando un dinero en pagar a una empresa para convertirlos en basura pero son maderas tropicales muy buenas que están tratadas para usarse en exteriores”, detalla el arquitecto.

Mobiliario para los espacios comunes

Los participantes decidieron fabricar un banco que se puede ensamblar y convertir en un asiento corrido para que la gente que acude el fin de semana pueda sentarse a comer y al mismo tiempo sirva de lugar de descanso para los más mayores que compran entre semana y esperan su turno frente a los puestos. También construyeron un tablero que a diario puede convertirse en puestos efímeros y atraer a más comerciantes y actividades y los fines de semana se transforma en una gran mesa.

“Barajamos también la posibilidad de que los puestos que entre semana están cerrados se puedan ceder a otras actividades, que los grupos de consumo que ya existen en el barrio puedan recoger sus pedidos o lo que vaya surgiendo”, propone Casanova. “Los mercados son lugares para la experimentación, el impulso del consumo local y los espacios de socialización y de relación de las redes locales”, añade la arquitecta. A partir de 2016 comenzarán las entrevistas y la investigación con los grupos de trabajo.

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