La SGAE sigue inmersa en su guerra civil
“[Antón] Reixa es víctima de sí mismo”. “No lo ha hecho nada bien, ha creado desunión, y da la sensación de que ha hecho una campaña personal de él. Ha negociado mal, nos pagan tarde, mal y nunca”. Estas sentencias sobre el ya expresidente de la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE), Antón Reixa, pertenecen al guionista José Luis Acosta y al músico José Miguel Fernández-Sastrón, los dos candidatos de la Junta Directiva a la presidencia que se elegirá el próximo jueves en una reunión extraordinaria.
Sus palabras reflejan el ambiente que se respira en la institución, muy cargado desde que el 9 de abril una moción de confianza estuviera a punto de hundir a Reixa y que finalmente acabó con él el pasado 16 de julio. Dos meses en los que se han librado batallas, se han cambiado apoyos –el dramaturgo Fermín Cabal y el presidente de la Fundación Autor, Antonio Onetti, que siempre habían sostenido a Reixa le retiraron la confianza– y han vuelto a poner sobre la mesa la fragilidad de una institución que no acaba de levantar el vuelo desde aquel 1 de julio de 2011 en el que la Guardia Civil entró en su sede para registrar documentos y que terminó con la detención de Teddy Bautista por corrupción.
“Hay mucha inexperiencia en la gestión en esta Junta Directiva y yo no fui ajeno a todo eso, pero no por personalismo, sino por una incapacidad para generar consenso. Hay un conflicto de intereses muy grande en esta Junta”, se defiende Reixa en conversación telefónica con eldiario.es. El expresidente, que no vio con sorpresa cómo le destituían después de 15 meses en el cargo, afirma que la piedra de toque fue su denuncia sobre las malas prácticas de autorías en las televisiones nocturnas.
Reixa argumenta que hizo todo lo posible en su mandato por acabar con los dos principales problemas de la SGAE: la deuda de Arteria, que asciende a más de cien millones de euros –por la compra de teatros a sobreprecio–, y las negociaciones sobre la reforma de la Ley de Propiedad Intelectual.
“Logramos vender activos en América y en cuanto a la LPI mantuvimos relaciones muy intensas con el Ministerio de Cultura y al ser una ley transversal, habíamos abierto una puerta con el Ministerio de Industria”, constata, si bien alega su frustración por no haber podido llevar a cabo un código de transparencia para exigir que cada miembro de la Junta –formada por 37 personas– declarase su recaudación. Eso sí, afirma no sentirse traicionado: “Hace tiempo que decidí militar en la esperanza y en la SGAE me ha pasado lo mejor y lo peor. Las traiciones son abundantes en la vida social. Lo importante ahora es que se logre una reconciliación en la base social de la SGAE”.
Lo cierto es que la época de Reixa, a pesar de que podría presentarse a las elecciones que deberían celebrarse dentro de tres años, ha pasado a la historia y los dos contendientes, Acosta, que viene apoyado por los autores de teatro y profesionales audiovisuales, y Fernández-Sastrón, que cuenta con los miembros del Pequeño Derecho, esto es, los músicos, se han lanzado a una campaña para ganarse los apoyos de la mayoría –con ser simple, basta– de la Junta.
A priori, el guionista se presenta con una propuesta de presidente de perfil bajo en las antípodas de Reixa. “El presidente está para consensuar, dialogar, evaluar y como correa de transmisión entre el staff técnico y los autores”, apunta a eldiario.es. Fernández-Sastrón, por su parte, refleja un carácter más abrumador y decidido a intervenir cuanto antes en una de las cuestiones que más afectan a los autores: el nuevo paradigma digital. “Lo primero que hay que hacer es deshacer el enredo, que se conozcan los problemas que tenemos: ha cambiado un modelo de mercado donde el derecho de autor todavía no ha encontrado cuál es su sitio. Es un paradigma nuevo al que hay que adaptarse, pero eso no quiere decir que desaparezcas. El gratis total no existe”, asegura.
Renovar la mala imagen
Renovar la mala imagenUno de los problemas más graves a los que se enfrentan los candidatos es la mala imagen que tiene la SGAE entre los ciudadanos. La recaudación por conciertos benéficos, el cobro a las peluquerías, el constante discurso sobre la piratería y la gestión de Teddy Bautista hicieron que el imaginario colectivo sobre la institución fuera nefasto.
“Hay unos protocolos que quizá no se han cumplido bien, pero desde el principio de esta legislatura se estableció un protocolo que es transparente y claro sobre los conciertos benéficos. En cuanto al tema de la peluquería, la mala imagen también ayuda a no pagar y si uno pudiera, no pagaría a Hacienda. El problema con esto volvieron a ser las formas y los modos, pero ahí se ha hecho un enorme trabajo para que entre los inspectores no haya un nivel de agresividad ni de amenaza. Pero se debe cobrar porque es nuestro trabajo”, sostiene Acosta.
Para Fernández-Sastrón, el culpable del lastre de la mala imagen vuelve a ser Reixa: “Todo este problema viene por sus declaraciones, donde él ha puesto siempre su interés personal. Esperemos que, con su salida, la imagen mejore”.
Los dos coinciden en que las palabras sobre la piratería –las acusaciones continuas al usuario– también contribuyeron a manchar la institución. “La piratería tiene mucho de cultura y educación, y lo cierto es que las medidas punitivas no terminan de ser aceptadas. Hay que lograr una mezcla entre lo punitivo, lo cultural y lo didáctico. La Ley Sinde tenía buena voluntad, pero no fue la adecuada. Tenemos que explicar que nosotros no somos los malos”, manifiesta Acosta.
Fernández-Sastrón analiza la cuestión desde la perspectiva de la industria: “La piratería no existe. Es un problema de la industria, de que alguien está haciendo dinero sin pagar lo que tiene que pagar. Y es un problema de falta de legalidad bien hecha. La demanda existe y el problema es que no hemos sido capaces de atender esa demanda”, sostiene.
La reforma de la Ley de Propiedad Intelectual
La reforma de la Ley de Propiedad IntelectualEn medio de este camino, el candidato que logre la presidencia se va a topar con las negociaciones sobre la reforma de la Ley de Propiedad Intelectual que el Gobierno no acaba de llevar a trámite. Ni Fernández-Sastrón ni Acosta apoyan los términos en los que el Ejecutivo está planteando esta reforma, puesto que para ambos es una ley que beneficia a la industria.
“Podría llamarse perfectamente Ley Google, ya que es contraria al autor y al usuario. Yo lo que creo es que hay que buscar algo que sea razonable. No puedes ir en contra de los tiempos, pero tampoco permitir el expolio. Ahora se ha quitado el canon de copia privada y este Gobierno le ha regalado a la industria cien millones de euros. Es un expolio al autor”, manifiesta Fernández-Sastrón.
Por su parte, Acosta apuesta por llegar al consenso con el Gobierno. “Es un trabajo de despachos. Lo tenemos mal porque el Gobierno tiene mayoría absoluta y sacan cualquier ley a las bravas, pero no se entiende que sea una ley que proteja a Google, que gana cientos de millones y paga unos impuestos ridículos, mientras que el autor paga sus impuestos, trabaja en España y gana una miseria”.
La deuda de Arteria
La deuda de ArteriaSi bien la percepción ciudadana de la SGAE no es buena y hay una dura negociación sobre la LPI, esta cuestión se torna baladí si se habla de la deuda millonaria generada por la gestora de teatros Arteria, que pertenece a la Fundación Autor. Durante la época de Teddy Bautista, en plena burbuja inmobiliaria, se compraron teatros “a sobreprecio”, según Acosta, que convirtieron a la SGAE en un gestor inmobiliario que ahora se encuentra abrumado por una deuda que llegó a ascender a los 140 millones de euros y que ahora se encuentra en torno a los 100.
Como les ha sucedido a otras inmobiliarias, con la crisis económica es prácticamente imposible vender edificaciones. “Esa deuda se va a pagar malamente y no la vamos a poder resolver en poco tiempo”, reconoce Acosta. La postura de Fernández-Sastrón es que, ante todo, “esos teatros no se pueden regalar”. Para él, la salida es la venta de los escenarios de México y Argentina, “donde la crisis no es la misma que aquí”.
El reto del modelo digital
El reto del modelo digitalEn las últimas semanas, varios músicos han expresado su queja por las escasas retribuciones que reciben por las reproducciones de sus canciones en plataformas online como Spotify. Los candidatos a la presidencia de la SGAE reconocen que este modelo digital es un reto al que hay que enfrentarse en esta legislatura, “puesto que no está funcionando, ya que aún no se ha decidido cómo se va a repartir el pastel”, manifiesta Fernández-Sastrón, quien sostiene que hay que ponerse a “hablar ya con las operadoras y sentarse en una mesa con todos los que intervienen en este negocio. Yo ya llevaría un año negociando este tema. Todo el mundo quiere que funcione”.
Para Acosta, la perspectiva a una solución sobre este asunto aún es lejana, aunque, después de participar en un reciente foro en Washington con miembros de diferente entidades de gestión de derechos de diferentes países, se abren varias reflexiones: “Habrá un momento en el que si plataformas como YouTube no invierten en la producción original de lo que exhiben terminarán emitiendo vídeos de conejitos. Lo que da valor a la red son los contenidos y esas ventanas no los tienen carecerán del valor que tienen ahora. Por ahí es por donde hay que ir”.
La cuestión del IVA cultural del 21%, que “ha causado 1.500 empleos menos en el mundo del teatro y una pérdida de 7,5 millones de euros para el Estado”, según Acosta, es también otra de las grandes batallas de la SGAE. Son muchos los frentes que tienen abiertos los candidatos y habrá que ver quién obtiene la victoria este próximo jueves. Lo único cierto hasta ahora es que la etapa de Antón Reixa terminó y los cuchillos se mantienen afilados. La SGAE continúa buscando su renovación.