El psicólogo Óscar Cortijo: El fango político nos vuelve desobedientes

Valencia, 7 oct (EFE).- El vicedecano del Colegio de Psicología de la Comunitat Valenciana y coordinador autonómico de la comisión nacional para la racionalización de horarios, Óscar Cortijo, advierte de que, a raíz de esta pandemia, el “fango político” genera desafección y desobediencia entre la ciudadanía.

“Darnos plazos o especular con el regreso de la normalidad no es una buena idea”, asegura Cortijo en una entrevista con la Agencia EFE donde expone que reducir el tiempo obligado de confinamiento con el objetivo de que se cumpla de una forma más estricta no es un argumento válido desde un punto de vista psicológico.

EL RIESGO DE LA DESOBEDIENCIA

“La pérdida de confianza respecto a los gobernantes que nos marcan directrices genera desafección hacia las instituciones en general, y así la probabilidad de desobediencia es mucho mayor. A la hora de establecer un confinamiento parece lógico que prime el criterio científico; unos días más o menos no son un factor determinante desde un punto de vista psicológico, pero la credibilidad sí lo es”.

En plena segunda oleada de contagios, Cortijo subraya el mensaje de que “es un error calcular plazos o especular con la vuelta a la normalidad. Lo que hay que hacer es adaptarse a la realidad que tenemos, por incómoda que sea”.

“Es muy importante digerir que el mundo ha cambiado, que tenemos un nuevo mundo y que es incómodo, pero el ser humano tiene una capacidad de adaptación muy importante. Huir del positivismo pueril, de todo a un euro, y buscar un faro en la ciencia; ahí es donde debemos depositar la confianza y buscar respuestas”, insiste.

EL RETO DE MANTENER LAS RUTINAS

Otro de los consejos que lanza este especialista para hacer frente a posibles nuevos confinamientos es tratar de mantener las rutinas “y no caer en la desidia, algo muy fácil cuando carecemos de horizontes claros”.

“En esta nueva realidad es necesario que apelemos al cuidado de los grupos más vulnerables, la gente mayor, por ejemplo. Mostrar esa solidaridad y apoyo es ayudarnos a nosotros mismos. La responsabilidad social frente a un individualismo que se hace cada vez más patente y que creo muy peligroso”, añade.

¿Y qué impacto puede tener esta segunda oleada de contagios sobre las relaciones sociales? “La motivación humana requiere unas expectativas, y es difícil motivarse sin ese horizonte de futuro. Esto afecta a la frustración, la tristeza y la depresión”.

Por ello, Cortijo apunta: “Estamos más cansados, también emocionalmente, porque la transición al nuevo mundo está siendo espinosa”.

LAS TELECOMUNICACIONES NO REPLICAN EL CONTACTO HUMANO

Y “a pesar de los avances tecnológicos en la comunicación social, la telecomunicación no es capaz de replicar todos los aspectos de una relación humana presencial. Tenemos opciones, pero ninguna de ellas es equiparable”, admite.

Cortijo llama la atención sobre el hecho de que “las pantallas concentran ahora nuestro trabajo y nuestro ocio, y cometemos el error de tratar de replicar el mundo analógico en el digital, cuando sabemos que es mucho más cansado y exigente estar frente a una pantalla”.

“Una pantalla nos exige más concentración, porque los detalles y el contexto de la comunicación presencial todavía no se puede replicar en el mundo digital”, explica mientras aboga por planificar desconexiones digitales para “ser más productivos”.

En su opinión, este “error” en la replicación del mundo analógico sobre el laboral está en la base de las dificultades que se están viviendo en la implantación del teletrabajo en España.

“La irrupción de la pandemia ha generado una implosión de la digitalización sin un periodo de transformación para que se haga de forma correcta, no ha habido previamente un cambio de mentalidad”, advierte.

EL TELETRABAJO QUE SÍ DEBE LLEGAR

La digitalización, a su juicio, “realmente no va de tecnología, sino de cultura y mentalidad para entender el teletrabajo. No se están marcando directrices claras de organización ni tampoco de supervisión; y además, lo que hemos vivido tampoco es un teletrabajo al uso, porque hemos tenido que combinar nuestra vida personal y laboral en espacios inadecuados”.

Por ello, aboga por el fomento de “modelos mixtos, para no perder las relaciones informales, los matices de la comunicación” y llama la atención sobre ciertas decisiones empresariales que “fuerzan a los trabajadores a regresar a la presencialidad por temor a perder productividad”.

“Calentar una silla no tiene nada que ver con la productividad, hemos de empezar a trabajar por proyectos y objetivos. En un futuro próximo, la forma en la que entendemos los horarios o la cuantificación de las jornadas laborales cambiará de una forma brutal”, vaticina este especialista en psicología del trabajo y recursos humanos.

Por Jordi Ferrer