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La próxima frontera del reconocimiento facial: saber quién eres aunque te tapes la cara

Un sistema de reconocimiento facial

David Sarabia

Podemos saber qué emociones experimentó Pedro Sánchez en su cara mientras dimitía. Lo que siente Felipe VI en su rostro cuando da el discurso de Navidad o las incongruencias entre lo que reflejaba la cara de Susana Díaz tras perder las primarias en el PSOE y lo que decía. Los sistemas de reconocimiento facial son listos, tanto, que en pocos años serán capaces de reconocer a los individuos incluso si se tapan la cara. O al menos eso es lo que cuatro investigadores han presentado recientemente en arXiv, un repositorio de artículos científicos. Aunque, eso sí, de forma parcial.

“De otra forma me parece ciencia ficción”, dice María Pocovi a eldiario.es. Ella es la directora general de Emotions Research Lab, una empresa española con sede en Valencia cuyo cometido es el análisis de las emociones y los estados de ánimo a través del reconocimiento facial.

Desde eldiario.es nos hemos puesto en contacto con ella por la investigación que tres investigadores del Instituto de Tecnología de la India y un ingeniero de la Universidad de Cambridge han bautizado como Identificación facial de rostros ocultos utilizando puntos de anclaje clave mediante redes neuronales de fusión espacial convolucionales. Bajo el eterno título, los científicos han conseguido identificar a varias personas que llevaban puestas unas gafas de sol, un burka, un casco o barba postiza con un sistema de reconocimiento facial.

Utilizando deep learning y un banco de fotos con gente llevando distintos accesorios en la cabeza, los cuatro científicos han entrenado a una red neuronal que puede identificar a las personas incluso aunque lleven objetos que les cubran parcialmente la cara.

No es fiable (todavía)

“Hay una parte donde tú estás viendo el rostro o medio rostro, así que entiendo que sí que es viable, siempre y cuando una parte quede al descubierto”, continúa Pocovi en referencia a las imágenes del estudio. Duda de que se pueda llegar a crear una tecnología que permita la identificación de un rostro completamente tapado.

“Los falsos positivos aún son muy altos. Va a a tener que haber unos requerimientos en cuanto a qué zona del rostro deberá estar tapada y qué zona del rostro, no. O cuál es la peor circunstancia, es decir, lo máximo que puedes tener el rostro tapado para poder hacer una estimación”, explica.

La socióloga y escritora turco-estadounidense Zeynep Tufekci compartió en Twitter el paper y fue un paso más allá, asegurando que este tipo de tecnología podría ser utilizada por los gobiernos totalitarios para “fichar” a los manifestantes o como un arma de opresión, cosa que Pocovi aborda con cuidado.

Privacidad y/o seguridad

Sobre esta hipótesis que refleja Tufekci, Pocovi señala que “desde el punto de vista de la libertad de los individuos, sí sería una violación de su derecho en ese momento”. El viejo problema de las incursiones sobre la privacidad de los individuos, el saber hasta qué punto nuestra cara está siendo grabada sin que lo hayamos consentido antes.

“A partir de ahí podemos entrar en miles de circunstancias como las que tenemos ahora: entramos en cualquier tienda y nos están reconociendo por cámaras”, explica Pocovi. “La pregunta es cómo avanzará el entorno legal que proteja que esto no se vuelva contra los individuos”, continúa.

En mayo, la policía de Gales del Sur detuvo a un hombre utilizando un software de reconocimiento facial. Es la primera vez que lo pusieron en práctica, que sepamos. En el Reino Unido la policía ha usado sistemas similares en 2014 y en 2015. Incluso, el FBI cuenta con un sistema que almacena fotos a discreción de todo lo que encuentra en Internet. “Hay dos puntos clave: el derecho del individuo a formar parte de ese sistema más controlado o menos controlado (¿hasta qué punto quiero que me controlen?) y en segundo lugar, en qué circunstancias quiero que me controlen”, explica Pocovi.

“Ya han abierto una puerta”

Pero que no cunda el pánico: a pesar de todo, los resultados de la investigación no fueron todo lo acertados que se esperaba. El sistema identificaba a los sujetos en un 55% de las ocasiones, y la metodología utilizada por los científicos ha sido criticada por varios expertos en la materia, que como recoge The Verge se quejan de que hayan usado una muestra demasiado pequeña.

Pocovi recalca la importancia de los puntos de anclaje y la necesidad de que, verdaderamente, estos existan. De otra forma serían imposible utilizar un software de estas características para identificar rostros tapados. “En identificación facial hay una gran diferencia entre que tú tengas la cara tapada a que haya puntos donde, por ejemplo, solo te tapes la boca”, dice. “No hay una cara totalmente tapada”.

La directora de Emotion Research Lab considera que “son los inicios, pero han abierto una puerta. El reconocimiento por emociones comenzó en pañales y mira dónde estamos ahora”, concluye. Quizá el problema mayor venga cuando esos datos se crucen con el resto de datos que almacenan las cámaras de la calle, las de la policía y el Big Data que poseen de nosotros muchas empresas. Ya se sabe que la unión hace la fuerza.

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