'El fotógrafo de Mauthausen', con música de Diego Navarro, se proyectará este sábado en el cine Víctor de Santa Cruz

La directora de cine Mar Targarona y el compositor tinerfeño Diego Navarro

María D. Pérez

Santa Cruz de Tenerife —

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El filme El fotógrafo de Mauthausen se proyectará este sábado en el cine Víctor de Santa Cruz de Tenerife, en un pase especial de la película justo unos días después de la première de la cinta en Madrid. 

Tanto la directora de esa obra cinematográfica, Mar Targarona, como el productor, Joaquín Padró, se desplazarán a la isla para presentar esa proyección con el compositor tinerfeño Diego Navarro, autor de la banda sonora del largometraje basado en hechos reales. 

El fotógrafo de Mauthausen cuenta la historia de uno de esos héroes anónimos, Francesc Boix, cuya vida y testimonio merece ser rescatada del olvido para recordar a las nuevas generaciones los caminos infernales del pasado por los que nunca se debería volver a transitar.

Boix fue un fotógrafo español que, después de luchar en el ejército republicano durante la Guerra Civil española, en mayo de 1940, como muchos compatriotas, cayó prisionero de las fuerzas alemanas que invadían Francia. Tras pasar por un campo de prisioneros de guerra, a principios de 1941 fue enviado al campo de concentración de Mauthausen-Gusen, en Austria (entonces integrada en el III Reich), donde murieron dos tercios de los más de 7.000 españoles allí internados.

Durante la mayor parte de su periodo de internamiento, Boix trabajó en el laboratorio fotográfico que la administración del campo destinaba principalmente a usos policiales. Consciente de la importancia de lo que tenía en sus manos, el fotógrafo español decidió ocultar un buen número de negativos que mostraban aspectos de la cruda realidad del campo y de las prácticas de exterminio de los presos. En muchos de ellos aparecían también los rostros de los responsables del campo y de altos jerarcas del nazismo que lo visitaron.

En 1946 Boix fue testigo en dos procesos contra criminales de guerra nazis, declarando ante el Tribunal Internacional de Núremberg (llamado por la acusación francesa) contra altos cargos nazis como Ernst Kaltenbrunner y Albert Speer. En su declaración fueron proyectadas algunas de las fotografías que habían sido preservadas de la destrucción en Mauthausen.

Tras su liberación, Boix trabajó en Francia como reportero gráfico, aunque por poco tiempo. Falleció en París con tan solo 30 años, posiblemente debido a una enfermedad renal relacionada con su periodo en aquel infierno nazi.

La música como vía de expresión

Desde que Mar Targarona conoció la historia de Francesc Boix tuvo claro que quería contarla y que además debía llegar al “máximo de gente posible”. Así lo expresó la última vez que estuvo en Tenerife, como invitada de excepción, junto al cineasta Enrique Gato, a la clase magistral que impartió el compositor Diego Navarro en el Conservatorio Superior de Música de Canarias, a finales de septiembre y como actividad formativa enmarcada en el festival Fimucité.

De todas las claves que los tres expertos plantearon a la hora de afrontar el proceso creativo, destacó la importancia de “tener las cosas claras en cuanto a lo que quieres transmitir” y tener la “sensibilidad” y la capacidad de “conectar con las emociones de la historia que quieres contar”.

En ese línea, Enrique Gato (director de Atrapa la bandera) confesó haber sentido “un alegrón gigantesco y un alivio importante a la vez” cuando escuchó por primera vez la propuesta musical de Navarro para su película: “Necesitaba algo orgánico, para que de verdad imagen y sonido fueran una sola cosa. Desde la primera vez que escuché la pieza (una primera versión para piano), lo supe. Tenía todos los elementos que necesitaba para que la banda sonora expresara tanto una aventura épica como una historia familiar llena de delicadeza”.

La directora de El fotógrafo de Mauthausen confesó en la misma cita que “me daba miedo ponerle música a la película”. Targarona quería ser leal a la historia y trasmitirla de manera veraz. Explicó que al principio dudó ante la posibilidad de que la banda sonora pudiera restarle a la película: “Una mala música puede generar una cúpula por encima que tapa el estado emocional que el director quiere para el público”.

Superado ese miedo inicial, la cineasta decidió que había que buscar a alguien y casualmente el productor de Enrique Gato “nos puso en contacto con Diego [Navarro]”. Directora y compositor no tardaron en “conectar”, según palabras de la propia cineasta, porque, “aunque yo no sé expresarme musicalmente, sí puedo explicar las emociones que deseo transmitir y Diego captó maravillosamente la esencia de la historia y lo que queríamos comunicar con ella”.

Durante la ponencia, se proyectaron algunas imágenes de la película, mientras se iban explicando detalles, matices y anécdotas del rodaje, del proceso creativo y de la grabación de la banda sonora (tuvo lugar en Smecky Music Studios, los más famosos de Europa para la grabación de música orquestal y sede de la aclamada orquesta filarmónica de la ciudad de Praga). “Uno de los violinistas -relató el compositor- rindió homenaje a su maestro de violín que fue prisionero de Mauthausen”.

Mar Targarona, que se emocionó visiblemente mientras escuchaba una de las piezas escritas por Navarro para la banda sonora de la película, hizo toda una declaración de intenciones cuando afirmó, refiriéndose a los horrores del nazismo, que “estos monstruos existieron y hay que evitar que se repitan”.

La cineasta catalana hizo especial hincapié en recordar que el largometraje cuenta un aspecto poco conocido de esos campos de exterminio: la existencia de prostíbulos dentro de los recintos, en los que muchas mujeres fueron obligadas a prostituirse y de las que no existe huella ni recordatorio, tal vez porque entre otras cosas “ellas mismas fueron las primeras en querer olvidar aquel infierno”.

Targarona dejó claro que es muy importante lograr que “las bandas sonoras consigan huir de la trivialidad” porque ella misma ha podido constatar, gracias al trabajo de Diego Navarro para El fotógrafo de Mauthausen, “la inmensa capacidad de la música para transmitir emociones y despertar conciencias”.

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