El tinerfeño Rafael-José Díaz y el catedrático Antonio Álvarez presentan 'La alta ruta' de Maurice Chappaz

Imagen de la portada de 'La alta ruta', publicada por Periférica

Tenerife Ahora

Santa Cruz de Tenerife —

La editorial Periférica publica por primera vez en lengua española a uno de los autores más destacados del siglo XX en Europa: el suizo Maurice Chappaz, y lo hace con su título La alta ruta, una obra que ha sido traducida al español por el filólogo, profesor, narrador y poeta Rafael-José Díaz.

Ese libro se presentará el miércoles 21 de febrero en el Espacio Cultural de CajaCanarias en Santa Cruz, a partir de las 20.00 y con la presencia del citado traductor y del catedrático de Filología Francesa en la Universidad de La Laguna Antonio Álvarez de la Rosa.

Vagabundo y sedentario, íntimo y expansivo, defensor de la integridad natural de su país natal y a la vez participante en la construcción del progreso (en este caso la Grande-Dixence, la mayor presa de gravedad del mundo, situada en el Val d' Hérens del cantón de Valais), iconoclasta y fervoroso recolector de tradiciones, propietario de viñedos, alpinista y defensor del bosque mítico de Finges, Maurice Chappaz, muerto en 2009 a los 93 años de edad, es una de esas figuras gigantescas que no se parecen a ninguna otra, que han ido labrando su obra entre la convicción y la duda mientras a su alrededor el mundo, que apenas supo escucharla, se iba decantando por el más desolador y estéril de los olvidos: el olvido del ser, de la autenticidad, de la búsqueda de lo que alguna vez pudo llamarse el Weltinnenraum, el “espacio interior del mundo”, según se recoge en una nota facilitada por la organización de la cita.

La alta ruta conecta Chamonix con Zermatt a través del solemne y bellísimo vacío de los glaciares, un universo lunar nevado, atravesado por la soledad del esquiador de fondo o el alpinista, que tan bien conoce el vértigo y la embriaguez del esfuerzo. El olvido del punto de partida y la obsesión con el punto de llegada, la respiración interior de quien camina siempre hacia arriba, dejando atrás imprevistos geranios en cabañas de madera y mariposas blancas... Maurice Chappaz habla de todo ello con las palabras de una verdadera liturgia (en la que la belleza, en todas sus formas, es más importante que el frío).

El principal propósito de este libro no es tanto hacer un listado de cumbres nevadas y ascensiones como recrear “lo absoluto del desierto nevado”, en un recorrido donde hay tanta ansiedad como calma, tanta excitación como ataraxia. Desde el Mont Blanc hasta el Mont Rose, esta famosa travesía por los glaciares suizos tiene mucho de ruta iniciática.

Llevado por la embriaguez de la altitud, Chappaz capta lo esquivo, dando fe de la avalancha de sensaciones que invaden al montañero (para él, la literatura alpina incluso puede compararse con la literatura erótica). En la vida en las montañas, aunque sea sólo por una temporada, hay un ascetismo y un esfuerzo, que, agotándolos y a la vez colmándolos, llenan tanto el cuerpo como el alma.

En la memoria de los montañeros, estas páginas revivirán lo que han experimentado alguna vez de manera muy intensa; el resto de lectores asistirá a una verdadera “revelación de la altitud”, con todo lo que de sorprendente y seductor tiene esta.

Chappaz traduce lo indescriptible manejando imágenes de una rara belleza… Si habla de un guía de montaña, es para transfigurarlo, hasta el punto de que uno tiene la impresión de estar en presencia de un sacerdote o un chamán. Sólo el narrador parece capaz de ayudarnos a olfatear una grieta y, en un universo donde triunfa el blanco, descubrir azules, verdes, marrones. A veces, a través de sus imágenes, nos hace pensar en el Giono de los grandes momentos.

La alta ruta es en un libro de extrema sensualidad, donde el cuerpo se convierte en el actor principal, un cuerpo que, según el momento, oscila entre el deseo impaciente de conquistar y el abandono a una fatiga reconfortante”, sostuvo Jean-Paul Paccolat.

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