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“Podemos tiene los mimbres para cambiar de verdad nuestra tierra y dejar atrás a corruptos y caciques”

Roberto Gil-Hernández, aún consejero insular de Podemos en Tenerife

Román Delgado

Santa Cruz de Tenerife —

Roberto Gil-Hernández es un joven realejero que se ha apuntado con nobleza a la política, con muchas ganas de trabajar por los ciudadanos más desatendidos y con enorme capacidad intelectual, a decir de los que lo conocen de cerca y además han trabajado codo con codo con él. Para hacer todo esto, ha elegido la formación Podemos.

Estos días, Roberto Gil-Hernández, que es doctor en Antropología, ha sido noticia por el avance del abandono de su acta como consejero insular en el Cabildo de Tenerife. En la Corporación insular, entró como número cinco, tras una dura pugna por el escaño con otras formaciones políticas. Se puede decir que fue un gol en el tiempo de descuento.

Tras la decisión anunciada de manera oficial este lunes, o sea, la de que desde septiembre próximo en principio solo se dedicará a atender sus tareas de asesor en la Secretaría de Plurinacionalidad, a la que llega previa invitación de la grancanaria Meri Pita (la responsable en esa área, integrada en el Consejo Ciudadano nacional), el político ha accedido a esta entrevista con Tenerife Ahora, en la que repasa sus dos primeros años como cargo electo en una administración pública y habla con extensión de política y ciudadanía.

Usted aceptó trabajar para Podemos en Madrid, en el Consejo de Coordinación nacional y dentro de la Secretaría que gestiona la grancanaria Meri Pita, en abril pasado. Sin duda, ello obligaba a estar más tiempo en la capital. ¿Por qué toma la decisión de dejar su acta de consejero en el Cabildo de Tenerife casi cinco meses después del fichaje? ¿Quizá ha tardado mucho en ejercer su renuncia?

Las decisiones en Podemos no las toma una sola persona, y menos en un caso como el mío, en el que se me dio la oportunidad de seguir aportando al proyecto político, pero desde otro ámbito. Desde que acepté colaborar con la Secretaría de Plurinacionalidad y Diversidad Territorial, asumí como posibilidad el hecho de que tuviera que dejar mi acta como consejero insular. También es cierto que, antes de tomar la decisión del cese, dejamos correr un poco el tiempo para comprobar cómo esto afectaba al trabajo en la Corporación insular y qué márgenes de acción teníamos en medio de varios procesos decisivos para el partido en el archipiélago.

¿Qué razones lo han hecho decidir ahora su salida del Cabildo y cuáles son las principales motivaciones de su trabajo en el Consejo de Coordinación nacional?

En Podemos nadie es imprescindible, y las responsabilidades son compartidas. Hay un mar de gente trabajando a muchos niveles y, si cualquiera de las personas a las que les ha tocado estar en primera línea necesita hacerse a un lado o cambia de ámbito de trabajo, como ha sido mi caso, siempre hay alguien con ilusión y preparación para asumir esa tarea y continuar bregando por el cambio. Mi entrada en la Secretaría de Plurinacionalidad supongo que responde a mi perfil académico, orientado al estudio de los procesos de articulación de identidades culturales y políticas.

Tengo la expectativa de ensanchar la comprensión que de este fenómeno se tiene en la organización, de tal modo que se asuma y codifique en términos más democráticos el sentir diverso de la ciudadanía del país, habilitando espacios en los que quepan las demandas históricas de pueblos como el andaluz, el catalán o el canario, pero también las de colectivos de diversas procedencias que todavía no tienen garantizados todos sus derechos en nuestro país de países, como sucede con muchas personas que residen en España, aunque nacieran en el continente latinoamericano o en africano, por ejemplo; o bien por que pertenezcan a grupos históricamente maltratados, como es el caso de la etnia gitana.

¿Qué puede aportar desde ese otro puesto a la mejora de su partido en Canarias?

Creo que el hecho de que sea Meri Pita, una mujer canaria, la que lleva las riendas de la Secretaría de Plurinacionalidad va a permitir que aportemos algo al resto del Estado desde nuestra experiencia cultural a nivel histórico, pero también va a reforzar la presencia de nuestra tierra en un debate en el que creo que tenemos mucho que aportar. Las islas fueron el primer territorio criollo del Altántico y, como tal, condensan una experiencia nada desdeñable de intercambio y mestizaje. El resultado más palpable somos nosotras, las canarias y canarios, habitantes de un pueblo del mar que simboliza sin problemas elementos provenientes de tres continentes. En este sentido, nosotros ya éramos plurinacionales, y tricontinentales también. Por otra parte, nuestra naturaleza archipielágica y, por tanto, fragmentada, también debe servirnos como punto de partida para la construcción de un entorno sensible a la diversidad territorial. Sensible, pero más nunca insolidario. Fíjese, creo que el camino que le toca inaugurar a Podemos, tanto a escala estatal como isleña, es el de avanzar hacia un modelo federal que ponga remedio a los desequilibrios que en ambos contextos ha provocado la mala política, el clientelismo y el divide y vencerás, que se traduce en Canarias a través de la lacra del insularismo.

De alguna manera, ¿se ha visto forzado a cesar como consejero en el Cabildo? ¿Ha recibido presiones o es que ya era lo más razonable? ¿El grupo está unido o hay dos partes: Podemos y Sí Se Puede?

En ningún caso. La decisión la conoce perfectamente la organización, que además ha respetado en todo momento los tiempos que nos marcamos. Mi manera de entender la política se aleja mucho del trabajo institucional al uso y retiene en lo posible las pautas esenciales del activismo social, donde la ética es un factor cardinal. Y lo que la ética y el sentido común nos decían en ese momento es que no se puede estar en misa y repicando. Ahora me toca, porque así lo hemos decidido, aportar desde otro lugar, y llegará otra persona a hacer la parte visible que hasta ahora me tocaba en el Cabildo.

A nadie se le escapa que Podemos ha pagado en exceso por su juventud, especialmente en lugares como Tenerife, donde la convivencia con un partido con el que compartimos muchas cosas, pero con el que también tenemos diferencias, no se ha desarrollado en los términos que se esperaban y hemos vivido situaciones de tensión. A nadie se le escapa el hecho de que la presencia mayoritaria de Sí Se Puede en el grupo del Cabildo no ha dejado demasiado espacio para que se escuchara la voz de Podemos. En lo que me concierne, esto no me ha desanimado en absoluto en estos dos años de trabajo de oposición al proyecto tecnocrático e insensible que Carlos Alonso pretende para la isla. 

¿Qué conexiones mantendrá con Podemos en Tenerife; en Los Realejos, su pueblo, y también en la Comunidad Autónoma de Canarias?

Estoy vinculado al terruño, primero que nada, por una cuestión de afinidad emocional que ha moldeado el intenso compromiso político y moral que siento hacia las islas. Acabo de ser elegido, además, consejero autonómico de Podemos Canarias, donde ocupo el área de Análisis Estratégico. También continúo participando activamente en el círculo de mi municipio, Los Realejos, donde ya hemos empezado a socavar el merchandising con que Manuel Domínguez trata de esconder su insolidaria gestión en uno de los municipios con más paro del archipiélago. Además, trato de asistir a cualquier cita en la que creo que puedo aportar algo. Con estos nexos hacia las islas, espero endulzar mi estadía en Madrid y venir por aquí a trabajar siempre que sea posible. También a comerme el potajito de mami.

¿Ya sabe la persona del partido que lo sustituirá en el grupo insular?

La organización aún está conversando con las personas que me suceden en la lista electoral que presentamos al Cabildo en mayo de 2015. Disponemos, no obstante, del mes de agosto (mes de asueto para el pleno insular) y septiembre, que es la fecha límite que nos hemos marcado para la entrada del nuevo o la nueva consejera.

¿Cómo ha visto el último proceso electoral en el seno de Podemos en Canarias y qué valores destaca de la nueva ejecutiva?

Ha sido un proceso intenso que refleja nuestras singularidades como partido, pero también como sociedad. Después de tres años largos de andadura, ya conocemos las potencialidades y los peligros del trabajo institucional para una fuerza que quiere transformar las administraciones públicas haciéndolas permeables a la participación ciudadana. Pero también hemos conocido las distintas claves que operan en según qué escenarios de la política canaria; no es lo mismo cogobernar en Las Palmas que hacer oposición en el Cabildo de El Hierro.

El resultado de las primarias creo que tiene mucho que ver con esas diferencias, y nos debe empujar a hacer una lectura más amplia de la realidad archipielágica. Esta lectura nos permita impugnar la mala praxis política de Coalición y sus muletillas (populares y socialistas) a escala autonómica, pero que no se descuide el músculo de Podemos en instituciones clave para el cambio. Hablo, principalmente, de los municipios, sobre todo los de las islas no capitalinas, donde los efectos de la crisis se están viviendo de manera multiplicada, aderezados por el cerrojo del caciquismo y el miedo.

¿Será posible llegar a acuerdos electorales con Sí Se Puede en 2019 después de tantos trastos que se han tirado a la cabeza?

Llegaremos a acuerdos con todas las fuerzas políticas que compartan con la nuestra, desde la lealtad ideológica y el compromiso ético, la necesidad de desterrar para siempre las políticas que resumen la historia del archipiélago, que en los últimos años no han hecho sino aumentar sus niveles de pobreza y precariedad, ubicándonos a la cabeza del país y de la Unión Europea. Sin embargo, Canarias nunca ha vivido un momento tan favorable como el actual para dejar atrás siglos de colonialidad y subdesarrollo. Ahora que el paradigma de la sostenibilidad se abre paso a escala global, nos toca empujar definitivamente nuestro modelo productivo hacia la diversificación, alcanzando mayores índices de soberanía alimentaria y energética, además de mejorar la legislación que protege uno de nuestros patrimonios más valiosos: el medio natural. Todo esto en lugar de aprobar textos como la Ley del Suelo, que inciden justo en lo que ya hemos tenido hasta ahora: especulación y corrupción.

Nuestra principal fuente de riqueza, la que genera beneficios ahora y los seguirá generando en el futuro, no es un solar que vender frente a una playa, sino nuestra gente y su manera de relacionarse con el medio, portadora de un conjunto de saberes que bien valen la implantación de un modelo turístico que se respete a sí mismo. Es ahí donde se debe invertir, revirtiendo la inadmisible desigualdad y exclusión social que padece uno de cada cuatro paisanos (la mayoría de ellos en paro), mejorando las deplorables condiciones económicas en que malvive una parte muy señera de nuestra población asalariada y deteniendo la marcha alarmante de nuestros mejores talentos al exterior. Tenemos los mimbres para cambiar de verdad nuestra tierra y dejar en el pasado a corruptos y caciques. Para acometer esa tarea histórica, no sobra nadie.

¿Qué mejores recuerdos se lleva de estos dos años en el Cabildo y cuáles han sido los peores? ¿Qué queda por hacer en la isla, lo más urgente, y por qué cree que el actual grupo de gobierno no atiende de forma óptima las necesidades básicas de las personas que residen en la isla?

Todavía, cada vez que entro en ese Cabildo, me siento como el tipo de Matrix cuando decide tomarse la pastilla roja y empieza a ver la realidad que hasta entonces le había sido ocultada. Justo al contrario de lo que repetían los medios, a la ciudadanía no se le fue la mano durante los años de bonanza económica, sino que instituciones como esta se han convertido en un microclima donde los políticos de CC, PSOE y PP viven por encima de nuestras posibilidades. Los salarios de la Corporación, que en mayo de 2015 ya me parecían abusivos, hoy, que conozco un poquito mejor la situación de las tinerfeñas y tinerfeños, me resultan insultantes. Y lo peor es que Carlos Alonso y su cohorte consideran que su paso por las instituciones públicas no puede ser de otra manera. El problema es ideológico y moral, pues consideran que representar a la ciudadanía debe equipararse a cualquier otra actividad profesional en la esfera privada. Claro que, a la hora de legitimar sus funciones y prestaciones (salario, coche oficial, gastos de representación, dietas...), no se equiparan con un trabajador autónomo o con una camarera de piso, que son categorías profesionales comunes en nuestra tierra, ni siquiera con el personal conveniado por el Cabildo o sus funcionarios, sino que apuntan mucho más alto, a donde casi nadie llega salvo ellos y los que les financian las campañas…

Además, piensan que la estructura social tinerfeña responde únicamente a los méritos de cada uno, sin tener en cuenta otros factores que resultan determinantes, como el nivel socioeconómico o el desarrollo de políticas destinadas a la redistribución de la riqueza y a garantizar la igualdad de oportunidades. Esto explica la ineficiente inversión del Cabildo en servicios sociales, que se acerca más a la beneficencia que al deseo real de equiparar en derechos a ese segmento de la población isleña que ha sido excluido no porque no tenga suerte o se lo merezca, sino porque los recursos que deberían haberse empleado para generar empleo público o para apoyar a sectores que ensanchen nuestra economía se han malgastado en personal de confianza, eventos de dudosa utilidad, comilonas o programas dedicados directamente a sostener las redes clientelares que permiten a esos partidos continuar ganando elecciones. Frente a este panorama desolador, me llevo las inextinguibles ganas de trabajar del personal del Cabildo, la valentía de muchas compañeras y compañeros a la hora de denunciar tanta injusticia y la intrigante sensación de que se acerca el final de este sistema bichado.

¿Qué prácticas de CC-PSOE en el Cabildo han sido las que más le han sorprendido y por qué?

Del PSOE me sorprende su ventriloquia. En apariencia son personas de izquierdas, algunos incluso muy cercanos y con los que tienes la impresión de poseer cosas en común. Pero luego, a la hora de la verdad, cuando de tomar decisiones se trata, se convierten en títeres del poder y acaban secundando iniciativas que incumplen el contrato que firmaron con la ciudadanía: su programa electoral. Solo así puede uno explicarse que hayan gestionado tan mal las propuestas que hemos realizado en el Cabildo en materia de vivienda, por ejemplo. Votaron a favor de la iniciativa de Podemos para luego pegarse dos años, literalmente, sin intervenir decididamente en una problemática que no hace ni dos meses volvió a dejar en la calle a más de 40 familias, vía desahucio y sin alternativa habitacional. Y mejor ni mencionar su voto favorable a la Ley Plasencia en el pleno insular mientras hacían lo contrario en el Parlamento de Canarias… 

De ATI no deja de causarme terror su desprecio constante por Canarias y su gente, que tiene su máxima expresión en la defensa a ultranza que hacen del insularismo, que en el caso tinerfeño roza el tribalismo cavernario más retrógrado y antidemocrático. Cuando Carlos Alonso pide enérgicamente la delegación de las competencias autonómicas en carreteras pero ni se inmuta ante la eternización de las obras de finalización y equipamiento de los hospitales del norte y el sur, no solo me cambia el humor, sino que está triturando nuestro Estatuto de Autonomía. Y si esto es así, imagínase en qué queda su nacionalismo cuando Fernando Clavijo saca pecho de las malas condiciones laborales y la miseria social que abunda en las islas e imagina nuestro futuro como el de un Singapur del Altántico…

¿Qué futuro tiene Podemos en la Administración insular y cuáles debe ser los objetivos básicos de este partido, en la oposición de izquierdas, en la segunda mitad del mandato?

Podemos Tenerife necesita interiorizar mejor la estructura administrativa que posee la isla, para así dotar de mayor coherencia y arraigo a nuestras propuestas. Debemos generar un espacio democrático bien engrasado que desafíe la jerarquía que ATI ha impuesto desde la zona metropolitana al resto del territorio, generando espacios de empoderamiento ciudadano y participación social con la capacidad de trasladar el foco de la política insular hacia las diferentes comarcas de la isla.

Tenerife no es, como le gustaba decir al padre político de Carlos Alonso, Ricardo Melchior, y que ahora repite como un rezado Miguel Becerra, un “continuum urbano”, una “isla-ciudad”. Más bien es, como la cita que se le atribuye a Humboldt, un “continente en miniatura”, tremendamente diverso y también desigual. No se puede gobernar la isla desde la plaza de España, y eso bien lo sabemos en el norte, en Masca, en el sur, en la Isla Baja o en Teno. Si somos capaces de hacer política insular desde los diferentes paisajes que nos definen, contando con los círculos de Podemos y los numerosos colectivos que desde diferentes puntos de nuestro territorio están trabajando por una isla mejor, seremos más oposición y alternativa real de gobierno. Frente al cerco mediático que ha logrado invisibilizar muchas de nuestras propuestas, no hay mejor receta que trabajo de base y más beligerancia frente a los profesionales de la política, esos que han convertido lo que debería ser un honorable servicio público en un echadero abominable.

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