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Desarrollo transversal

José Miguel González Hernández

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Dentro de la estrategia para la mejora de la competitividad y el desarrollo económico de cualquier región, existe una serie de actuaciones estructurantes que guardan relación directa con los distintos sectores productivos. Cualquier mejora de la situación económica y la consiguiente generación de empleo pasan, ineludiblemente, por la puesta en marcha de actuaciones encaminadas a adaptar a los nuevos tiempos las infraestructuras y los servicios existentes, así como por desarrollar nuevas iniciativas que permitan un desarrollo no solo sostenible sino también sostenido.

En las sociedades contemporáneas, la incorporación de conocimiento a la vida cotidiana, tanto al trabajo como al ocio, introduce constantes cambios. Combinar las limitaciones territoriales con las posibilidades que ofrece la acumulación de conocimientos y los cambios que impulsan requiere un nivel de reflexión sostenido por información y capacidades de alto valor estratégico. De ahí que el triángulo cultura-innovación-formación sea clave para el desarrollo.

De esta forma, una de las líneas de actuación debe centrarse en los proyectos regionales basados en la innovación, donde se trataría de desarrollar de forma conjunta las potencialidades innovadoras regionales, incluyendo los parques tecnológicos y científicos, pero también los elementos de la vida cotidiana, como es la vivienda, el ocio, la enseñanza y formación, el paisaje, los transportes y el arte, por citar algunos aspectos. La idea es entender el entorno como un ámbito de medio ambiente innovador en el que la creación sea un valor ejemplar, sobre la base de información de alto valor estratégico.

Respecto a la gestión de los recursos humanos, el crecimiento de la economía debe permitir generar empleo suficiente para reducir la tasa de paro, pero también debe ofrecer ocupación y formación a los que se incorporarán a la población activa en los próximos años.

La formación debe ser parte de la vida activa de las personas, durante cuyo proceso se deben facilitar los medios económicos precisos para una vida digna. No se trata solo de un requisito anterior a la ocupación, máxime cuando los requerimientos formativos de los puestos de trabajo serán cambiantes durante toda la vida laboral bajo la perspectiva de trabajar con un innovador modelo de relaciones laborales funcional, el que permita a las empresas y a sus efectivos laborales adecuarse rápidamente a los diferentes condicionantes y requerimientos del mercado, ofertando, al tiempo, la adecuada protección social a los trabajadores.

Para ello hay que establecer un sólido fortalecimiento en políticas de empleo en el ámbito de la formación y la empleabilidad, con un alto nivel de exigencia, así como propiciar la movilidad, tanto del empleo como de las unidades de negocio, a través de un eficaz sistema de incentivos, teniendo claro que la necesidad de satisfacer una demanda de mercado siempre será más potente que cualquier bonificación prometedora, actuando esta como opción necesaria, pero no suficiente.

*Economista

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