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Inmaculados

Lidia

Lidia Rodríguez

Después de haber pasado una semana de puente bastante larga, gracias al día de la Inmaculada Concepción, que es esa creencia del catolicismo que dice que María, la madre de Jesús, está libre de todo pecado, al contrario que el resto de los mortales, también celebramos el Día Internacional contra la Corrupción, aunque resulte paradójico.

Como en cualquier sociedad moderna e inmaculada, celebramos de forma hipócrita algo que sabemos de sobra que no se respeta. Y no, no estoy hablando de Venezuela sino de España y de Canarias. Nadie sabe hasta qué punto llega la corrupción, qué es o no ser corrupto. Hace unos meses, la periodista Cristina Pardo abría un debate que todavía hoy no hemos cerrado.

Hay quien por estas tierras señala tan alegremente que la prevaricación no es corrupción y sitúa esta práctica en una mera infracción administrativa, corruptelas de andar por casa. Cabe la posibilidad de que sea una ingenua o de que me falte rodaje al andar, pero a mí la prevaricación solo me parece uno de los primeros pasos para llegar a la corrupción como la entiende la mayoría de la gente: llevarse dinero al bolsillo o sacarse la lotería. Así que de inmaculados, nada.

La Lotería del Niño

La prevaricación o la prevaricación urbanística se dan cuando un servidor público toma decisiones a sabiendas de que lo que hace está mal. Esto se suele dar en cuestiones de planeamiento, edificación, urbanización... Un ejemplo de posible prevaricación lo podemos ver en el caso Las Teresitas. Decía en una de las sesiones del juicio el abogado de Manuel Parejo, concejal de Urbanismo durante el “pelotazo de libro”, que su cliente no se había ganado la lotería, “por si servía de algo”. Otro que parece que de inmaculado no tiene nada. Pues va a ser que no, aunque eso no le resta responsabilidad en el caso de la compraventa del frente de la playa santacrucera.

El primer paso en el código del buen corrupto es la mentira y el silencio, y tras ellos vienen la prevaricación, la malversación y el cohecho. Como dato de interés, Canarias es una de las comunidades autónomas con más casos de corrupción por ayuntamiento: el 40% de los ayuntamientos canarios sufre o ha sufrido casos de corrupción alguna vez. Con estos datos, no me tranquiliza nada eso de que prevaricar es de primero de corrupto. Esa excusa, con la que pretendía salvar el abogado de Parejo a su cliente, es más bien flojilla. Solo le faltó decir “mi cliente no es un ladrón”.

Una vez puestos los límites de qué es la corrupción, debemos tomar conciencia de qué tenemos que hacer cuando somos testigos de un posible caso de corrupción, o de por qué no está bien. No está nada bien mentir cuando eres servidor de lo público, pero nada bien, así que prevaricar no es un mal menor. Está tan mal como sacarse 145 papeletas premiadas de lotería.

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