Sobre este blog

Espacio de opinión de Tenerife Ahora

La impunidad inconsciente

José Miguel González Hernández

0

Normalmente, los problemas complejos los solemos trocear porque, de lo contrario, no podríamos albergar una hipotética solución integral. Ahora bien, es en el mismo proceso de segmentación en el que el propio problema muta, de ahí que la suma de las soluciones parciales no concuerde siempre con la solución global, por lo que no has resuelto lo que debes y has gastado cantidades incesantes de energía en intentar solucionar otra cosa.

Esa es la razón por la que perdemos reputación frente a terceros al perder eficacia en las actuaciones, incrementando la incertidumbre al aparentar inoperatividad con ciertas dosis de desconocimiento, porque la confianza se crea con los años pero la desconfianza en un solo acto. Construir es algo que lleva mucho tiempo; sin embargo, destruir es solo cuestión de un momento. Además, en la actualidad, las nuevas tecnologías permiten tener una opinión en tiempo real de un bien o un servicio que deseamos adquirir. Ahora bien, el reto es escrutar la veracidad de la información que se nos suministra, y es ahí donde se le da verdadero valor añadido a esa nueva gestión.

Una vez contrastado el diagnóstico, potenciarlo en el caso de estar en un entorno de positivismo es relativamente fácil, pero revertir la situación es complicado en medio de una voraz crítica, tanto en dinero y tiempo como en espacio porque construir una marca así lo requiere. No obstante, resarcir de un daño no tendrá como objetivo colocarnos en la misma posición de salida, sino el de enriquecerla, incrementando su valor añadido.

La buena reputación hace que se fortalezca la lealtad y la fidelización. Para ello, la primera regla es la de la honestidad. Sé que en la actualidad hablar de transparencia y responsabilidad es como hablar de algo etéreo, pero, realmente, hemos de eliminar todo el maquillaje con el que nos presentamos a diario en la incesante búsqueda de la ocultación de nuestra ignorancia.

Es por ello que hay que reformular continuamente la forma de comunicación de nuestros intereses con los objetivos que se espera que cumplamos. De nada vale pertrechando en errores ni en engaños. Las trampas salen, como se dice popularmente. Y fija con fuego el estigma. Y ya no es solo que te pillen, sino la continua justificación de la expresión “… no es lo que parece...”, llegando por un momento a que la altura nos haga perder la perspectiva.

Por esa razón hay que aprender del pasado y evaluar qué se esperaba de nosotros y cuál fue el resultado. Solo reconociendo los errores del pasado se podrá a volver a recuperar la confianza. Para ello, hay que soportar continuamente la crítica, siendo la propia la más importante. Será en ese momento cuando haya que mostrar y demostrar que el progreso no tiene pies de barro. No obstante, con mesura, porque la exuberancia también genera sospechas.

*Economista

Sobre este blog

Espacio de opinión de Tenerife Ahora

Etiquetas
stats