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Sistemas comparados

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José Miguel González Hernández

Santa Cruz de Tenerife —

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Cuando cotizamos a la Seguridad Social estamos haciéndonos acreedores de un derecho que puede surgir de una determinada contingencia, como puede ser el desempleo, la orfandad, la viudedad o la jubilación, siempre y cuando lo tengamos cubierto. Si estuviéramos hablando de un contexto meramente privado, está claro que nuestros depósitos actuales en concepto de prima y circunstancias aseguradas se terminarán convirtiendo en nuestras rentas futuras.

Pero si hablamos de un sistema de prestaciones públicas, en el caso español, por ejemplo, se da la circunstancia de poseer la magnífica cualidad del concepto de solidaridad, tanto territorial como generacional. Por eso la actual población activa ocupada es la que sufraga el sistema de prestaciones contributivas de aquellas personas que se erigieron con el derecho a poder acceder a ellas.

De esta forma, dependiendo de la cuantía salarial y, por consiguiente, de las cotizaciones adscritas, habrá un mayor o menor volumen y cuantía de prestaciones. Hay otros sistemas cuasiprivados donde cada cual casi atesora lo suyo salvo una pequeña parte que mantiene la integralidad del sistema, de forma que cada “palo aguanta su vela” junto “al que no se ha escondido, tiempo ha tenido”. Y si nos vamos más al extremo, están los planes puramente privados, donde se asume por parte del sujeto pasivo la totalidad del riesgo según la rentabilidad prometida de forma íntegra.

En todos ellos se ha de combinar necesariamente la aportación definida con la prestación prometida haciendo del cálculo actuarial el procedimiento matemático preferido, no siendo el único. En este sentido, dicho cálculo se muestra como una modalidad de las matemáticas aplicadas que sirve para simular determinados hechos atendiendo a sus posibles consecuencias y los costes que supondrían.

La práctica del cálculo actuarial hace que tengas conocimientos en la aplicación de elementos estadísticos relacionados con la probabilidad, pero también con modelos de predicción demográfica. Un concepto básico en este campo es el de valor presente actuarial, que supone una valoración aleatoria de series de pagos teniendo en cuenta el valor del dinero en cada periodo diferente, tanto temporales como vitalicios, lo cual se estimará en diferentes cuantías según sea la esperanza de vida. En otras palabras, debemos calcular las rentas en un sistema que, si no se dota de una fuerte base con una sociedad aportadora, difícilmente podrá soportar un creciente número de personas perceptoras.

Realmente no se está aportando nada nuevo al debate si decimos que nuestras prestaciones, según nuestro merecimiento, las sufragará la población ocupada del futuro. Por ello, o bien trabaja un mayor número de potenciales aportadores o disminuimos las cuantías o incluso los perceptores.

No obstante, hay una otra vía, y es la financiación de dichas prestaciones con los presupuestos generales normalmente sufragados con impuestos indirectos dedicando la recaudación a este menester y no a otro. Así que solo cabe decidir qué opción tomar, porque alternativas, haberlas haylas.

*Economista

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