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The Guardian en español

Los antiguos aliados de Bannon le dan la espalda y bailan sobre su tumba política

Stephen Bannon en una reunión en la Casa Blanca en febrero de 2017.

Jason Wilson

Desde que se hicieron públicas las declaraciones de Steve Bannon al periodista Michael Wolff sobre el presidente y su familia, el exasesor de Trump ha estado jugando en el tiempo de descuento.

El libro de Wolff, Fire and Fury, ha obligado a los medios afines a Trump a tomar una decisión: ¿apoyar al presidente o apoyar al hombre que hasta ahora había dado a su movimiento la mejor propaganda, así como lo que pasaba por ser su base intelectual? Para la mayoría de los medios, no ha sido una decisión difícil en absoluto. Ni siquiera para Breitbart, la página web que Bannon controlaba hasta este martes.

Durante la semana pasada, muchos de los artículos de Breitbart transmitieron sin pensárselo los insultos que el presidente y sus aliados lanzaron a Bannon. El pasado jueves, el reportero John Nolte escribió un artículo que incluía tuits de Don Jr. Trump culpando a Bannon de la pérdida de las elecciones al Senado en Alabama. El hijo de Trump calificó el trabajo de Bannon como una “pesadilla de puñaladas por la espalda, de acosar, de filtrar, de mentir y de debilitar al presidente”.

El sábado, el corresponsal de Breitbart en la Casa Blanca, Charlie Spiering, informó sin tapujos sobre las declaraciones del presidente en las que llamaba a su jefe “chapucero” y afirmaba que había sido “abandonado como un perro”. Y este martes, Dylan Gwinn, otro periodista de Breitbart, expuso sin compasión la forma en la que la Casa Blanca rechazó el tardío intento de Bannon de disculparse.

Pero los comentarios hirientes hacia Bannon no solo vienen de sus escritores en plantilla. El pasado miércoles en Infowars, el pantano de teorías de la conspiración de Alex Jones, Paul Joseph Watson informó alegremente que los lectores de Breitbart estaban hablando mal de Bannon en los comentarios de los artículos de su propio medio.

En uno de los principales núcleos de seguidores de Trump en internet, la tristemente célebre página de Reddit “The Donald”, el antiguo estatus de Bannon también está en peligro. Entre las burlas generales había unas cuantas afirmaciones ambivalentes o confusas: “Un caso complicado. Promueve una agenda afín al America First, no hay duda, pero también es completamente responsable de meter una SERPIENTE en la Casa Blanca”.

Claramente, todo esto alimentó especulaciones tempranas de la separación entre Bannon y Breitbart. Con Trump enfadado y la familia Mercer revocando su apoyo a la agenda política personal de Bannon, algunos de sus muchos enemigos promovieron alegremente la idea de que también se podría quedar sin trabajo.

'Bannonfreude', o la alegría por su caída

En The Federalist, donde la derecha intenta llegar a millennials con aspiraciones intelectuales, Ben Domenech argumentó que el nocivo libro refleja por completo el sesgo del propio Bannon y su visión del mundo (“Wolff se muestra servil a Bannon en varias ocasiones de una forma que debería avergonzar hasta al lector más ingenuo”). Domenech comparó el libro con las memorias de Hillary Clinton y posteriormente continúo promoviendo el otro tema en el que los conservadores afines a Trump han estado trabajando: todo lo escrito es pura fantasía de la primera hasta la última palabra.

Rush Limbaugh calificó de “100% falsa” la historia de Wolff sobre sus conversaciones durante el funeral del antiguo jefe de Fox News, Roger Ailes. A pesar del claro interés de Limbaugh por apagar la historia, sus declaraciones han sido presentadas como si fuese el Evangelio.

Al intentar enviar Fire and Fury al agujero de las #FakeNews, los seguidores de Trump han tenido algo de ayuda de los medios progresistas. El presentador de CNN Jake Tapper nunca ha sido de agrado para el presidente y sus aliados –el pasado fin de semana le criticaron por su entrevista hostil al asesor de la Casa Blanca Stephen Miller–, pero las críticas de Tapper al libro de Wolff, que dijo que estaba “plagado de errores y rumores”, fueron suficientes para recibir felicitaciones de Twitchy, Hot Air y otras plataformas que trabajan por desacreditar la escabrosa historia de Wolff sobre una Casa Blanca que se ha vuelto loca.

Con la retirada de la gente que tiene el dinero y con Trump rechazando el intento de Bannon de reconciliación, el exasesor de presidente se está quedando sin opciones.

Cuando finalmente cayó el hacha este martes y el consejero delegado de Breitbart, Larry Solve, anunció su salida del medio, fueron los viejos enemigos de Bannon, los del establishment y del #NuncaTrump, los que estaban preparados para sacar los primeros obituarios políticos.

Algunos eran hirientes, como Jonah Goldberg en National Review, que opinó “que ninguna persona en la historia política moderna ha derrochado por completo la oportunidad de ser una fuerza influyente en la vida americana, especialmente en un periodo de tiempo tan corto”. Los escépticos de Trump acuñaron una nueva palabra para resumir su regocijo: Bannonfreude (de la palabra alemana 'Schadenfreude': alegría por el sufrimiento de otro).

Otros eran más ecuánimes. En Weekly Standard (cuya éminence grise se ha pasado un día en Twitter promocionando la no candidatura de Oprah), Kevin Last afirmó: “Más o menos siempre me cayó bien Steve Bannon”. Pero solo estaba calentando para bailar sobre su tumba.

Mientras tanto, un Breitbart sin Bannon recuperaba con frialdad la normalidad con un ataque al presunto interés de Trump de llegar a un pacto sobre inmigración con los demócratas.

Traducido por Javier Biosca Azcoiti

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