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Bush regresa para hacer campaña por Bush

Expresidente Bush hace campaña por su hermano Jeb con ataques velados a Trump

The Guardian

Ben Jacobs —

Hace siete años, George W. Bush abandonó el Despacho Oval siendo uno de los presidentes peor valorados de la historia de Estados Unidos. En la noche del lunes, el político regresó por primera vez a la carrera presidencial en una sala de conferencias repleta, con una bandera norteamericana gigante a sus espaldas, para apoyar la debilitada campaña de su hermano pequeño Jeb.

Desde fuera, el presidente que aún se relaciona con el concepto de “guerras estúpidas” no parece ser la clase de aliado que debería tener en su bando un candidato a la Casa Blanca. Aún así, el mayor de los Bush continúa siendo el republicano más popular en un Estado tan conservador como el de Carolina del Sur. Y el lunes demostró por qué. Encaramado al escenario, desplegó ese encanto añejo y jovial que eclipsó en cierta manera el estoicismo profesional de Jeb.

Los dos hermanos Bush aparecieron acompañados de Laura Bush y el senador Lindsay Graham, entre una fuerte ovación y el aún más fuerte sonido de la música country. Mientras tomaban sus asientos, Graham definió a George Bush como un “hombre decente y honorable” y proclamó: “presidente, este es el país de Bush” (en referencia a Carolina del Sur).

El expresidente pronunció un discurso costumbrista en el que recordó que un activista llenó de estiércol el aparcamiento del Tommy's Country Ham House de Greenville, cuando él estaba desayunando en el local hace 16 años. Los asistentes estallaron en carcajadas cuando afirmó que “ni siquiera un montón de abono podía estropear su delicioso bacon”.

Pero su discurso en seguida dejó de lado las bromas para centrarse en un alegato sincero. “Si ser presidente de los Estados Unidos me convierte en parte del establishment, cargaré orgulloso con esa etiqueta”, declaró. “Como me dijo el bueno de mi padre, 'las etiquetas son para las latas de sopa”.

También elogió a su hermano por tener “la experiencia y el carácter necesarios para ser presidente” y destacó la humildad del anterior gobernador de Florida como la diferencia primordial respecto a otros candidatos republicanos que no nombró.

Al recordar lo que echaba de menos de la presidencia, Bush reveló a la multitud que “echamos de menos a nuestros amigos, pero no la fama y el poder”. En ese momento, el público exclamó: “¡Nosotros te echamos de menos!”.

Optimismo frente a la rabia y la frustración

De pronto, el paternalista hermano mayor se puso serio al criticar las políticas del miedo y la rabia que han caracterizado la campaña republicana. “No necesitamos a alguien en el Despacho Oval que refleje y encienda nuestra rabia y frustración. Necesitamos a quien pueda solucionar los problemas que provocan esa rabia y frustración; y ese es Jeb Bush”.

Una parte del encanto de su hermano pareció invadir al candidato cuando finalmente subió al atril y pronunció un discurso cargado de energía. El pequeño de los Bush lanzó ataques velados a Marco Rubio y se refirió a Donald Trump únicamente como “el candidato favorito”, mientras aprovechaba para pedir el voto en las cruciales primarias republicanas que se celebran el sábado. Jeb Bush logró crear su propia versión optimista del mensaje al prometer que, si salía electo, “nada nos detendrá, somos extraordinarios y excepcionales... solo tenemos que arreglar algunos asuntos importantes y complicados”.

El auditorio del North Charleston rebosaba con miles de personas ansiosas por ver de cerca al expresidente. Karen Moore, de Johns Island, admite que el presidente número 43 era “su debilidad”. En el evento al que había asistido con su marido, Moore declara que considera desde hace tiempo a la familia Bush como sinónimo de baluarte moral y desvela que apoyó tanto la campaña de George Bush como la de su padre. Menosprecia a aquellos que critican la invasión de Irak. “La gente es demasiado rápida a la hora de juzgar. No contamos con la información que él tenía en su momento”, comenta su admiradora.

Pero aquellos republicanos que tienen sentimientos encontrados hacia George W.Bush, como Al Erickson de Harleyville, piensan que fue un buen presidente, pero no uno excepcional. Erickson, natural de Nueva York que se mudó al sur hace cinco meses, es un republicano de libro y cree que el mayor error de Bush fue no dejar que fuera Obama quien hiciera el rescate financiero. Reconoce que Irak fue un problema pero recuerda que Obama y los demócratas intervinieron el Libia.

Un legado peligroso

El mitin del lunes simboliza un extraño regreso de Bush al centro de los focos y la primera vez que el expresidente toma partido de forma activa por su hermano pequeño. Jeb intenta ser el 45º en la lista de presidentes, una ambición que ahora mismo le queda lejos a causa de su campaña ausente de pasión.

Desde su salida del poder, Bush ha evitado en lo posible la política y solo ha concedido unas cuantas entrevistas. Ha preferido dedicar su tiempo a escribir sus memorias y a perfeccionar su pintura al óleo. Su colección incluye retratos de otros líderes mundiales -un siniestro Vladimir Putin y un Tony Blair de labios carnosos-, láminas de su perro Barney y un autorretrato desnudo en la ducha.

Los demócratas desprecian sus políticas económicas y exteriores, y muchos del ala más derechista del partido lo califican a él y a su padre -el 41º presidente George H.W. Bush- como de conservadores partidarios de la intervención del Estado en la economía.

Sin embargo, Bush, el presidente número 43, cuenta con la aprobación del 84% de republicanos de Carolina del Sur, en parte gracias a su gran número de militares retirados. Pero ahora, con Jeb ocupando el quinto puesto de las encuestas de opinión, la pregunta sigue siendo, ¿están dispuestos incluso los más devotos a optar por otro capítulo de la dinastía Bush?

Traducido por: Mónica Zas

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