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The Guardian en español

Una ciudad fantasma llena de castillos vacíos: el nuevo paisaje de terror urbanístico está en Turquía

Con un coste estimado en 174 millones de euros, el futuro de estos 300 castillos amontonados ha pasado a ser incierto

Bethan McKernan

Estambul —

Cerca del pueblo de Mudurm, a medio camino entre Estambul y Ankara, los mini castillos de Burj al Babas se vendían como casas de lujo. Pero en 2018 quebró la promotora, Sarot Property, y el desarrollo urbanístico se quedó a medias. Filmadas por un dron, las inquietantes imágenes de estas casas estilo Disney se han convertido en un ejemplo de los desafíos económicos que enfrenta Turquía.

Con un coste estimado en 174 millones de euros, el futuro de estos 300 castillos amontonados ha pasado a ser incierto, una señal de advertencia para el resto de inversores en el endeudado sector turco de la construcción.

Las obras comenzaron en 2014 con la idea de venderlos, a 436.000 euros la unidad, como residencias de vacaciones para turistas adinerados del golfo Pérsico. Los planes también incluían baños turcos y un complejo de entretenimiento. Pero como dijo Mezher Yerdelen (vicepresidente de Sarot Property) a la agencia AFP, solo se vendieron unas pocas casas y varios inversores se retiraron del proyecto. De las 732 casas previstas, la empresa terminó 587. Hoy su deuda es de 23 millones de euros.

Los residentes de Mudurnu llevan tiempo aborreciendo el proyecto. Dicen que no se adapta a la arquitectura de la zona, con tradicionales casas de madera otomanas, una mezquita de 600 años y construcciones bizantinas.

Tras autorizar el desarrollo de Burj al Babas, el Gobierno turco introdujo nuevas normas de edificación para preservar el patrimonio y el carácter local. En varios lugares, las urbanizaciones ahora tienen que ser de poca altura y adaptarse al resto de los barrios.

Según Yaşar Adnan Adanalı, investigador de desarrollos urbanísticos en Estambul, tal vez sea demasiado tarde para deshacer algunos de los errores cometidos. “Me preocupa que proyectos como el de Burj al Babas hayan abierto la caja de Pandora, en algunos aspectos”, dice. “Desde entonces ha estallado en Turquía la cantidad de desarrollos mal planificados y sin respeto por la historia y geografía de los alrededores”.

El presidente turco, Recep Tayyip Erdoğan, ha incentivado el crecimiento de la construcción durante su mandato celebrando a los grandes proyectos de infraestructura que necesitan mucha mano de obra como el motor de la economía turca

El problema es que la devaluación de la lira turca ha dejado a muchas empresas con dificultades para devolver la deuda en moneda extranjera con que habían financiado esos proyectos. Con las obras paradas y las empresas en quiebra, el estallido de la burbuja de la construcción ha dejado rascacielos a medio terminar y ciudades fantasma por todo el país.

Según Atilla Yesilada, de los analistas de mercados emergentes GlobalSource Partners, Burj al Babas es una muestra de los males que aquejan al sector de la construcción turco. “Los constructores no son los únicos que quiebran; las personas que proveen a estas empresas, los arquitectos, los técnicos, los fabricantes de cristal… esa gente también está sufriendo”, dice.

Turquía anunció en 2018 una drástica reducción en las cantidades exigidas en los criterios financieros y de inversión para naturalizar a los extranjeros como ciudadanos turcos. Se espera que la medida duplique el monto anual de inversión extranjera en inmuebles hasta un total de unos 8.700 millones de euros.

No hay ningún indicador fiable de que los males económicos de Turquía vayan a terminar pronto, pero en Sarot Group siguen confiando en finalizar la construcción de Burj al Babas gracias a los inversores del Golfo, atraídos por la perspectiva de obtener un pasaporte turco. “Sólo necesitamos vender 100 casas para pagar nuestra deuda”, dice Yerdelen. “Creo que en cuatro o cinco meses podemos superar esta crisis para inaugurar parcialmente el proyecto en 2019”.

Traducido por Francisco de Zárate

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