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The Guardian en español

La familia de Dalian Atkinson alega que el exfutbolista sufría una enfermedad mental

Dalian Atkinson, en un partido con el Aston Villa en 1993.

Matthew Weaver

La muerte del antiguo futbolista del Aston Villa y la Real Sociedad Dalian Atkinson después de ser disparado hasta en tres ocasiones con una pistola eléctrica por la policía ha levantado nuevas preocupaciones sobre el uso policial de este tipo de arma. El exjugador de 48 años murió 90 minutos después del incidente en el que se vieron involucrados dos agentes en la zona de Trench en Telford, Shropshire, en el exterior de la casa de su padre.

The Sun informó que Atkinson gritó: “Esto no funciona”, cuando fue abatido por primera vez con la pistola eléctrica. Presuntamente, la policía disparó dos descargas más de 50.000 voltios. Activistas han acusado a la policía de utilizar una violencia excesiva y dicen que el incidente plantea cuestiones policiales y raciales.

Según los familiares, Atkinson sufría problemas del corazón y de salud mental. Su hermano, Kenroy, de 53 años, dice que el antiguo jugador de la Premier League había recibido diálisis por una insuficiencia renal y no estaba “en su sano juicio”.

Kenroy dijo que su hermano había atacado a su padre Ernest, de 85 años, el lunes en su casa antes de que llamasen a la policía. “Mi hermano estaba perdido. Estaba en un estado maniático depresivo, fuera de sus cabales y desvariaba”, asegura. “Tenía un tubo en su hombro por la diálisis, se lo había arrancado y estaba cubierto de sangre”, explicó en the Sun. “Cogió a mi padre por el cuello y dijo que iba a matarlo. Le dijo a mi padre que ya me había matado a mí, a nuestro hermano Paul y a nuestra hermana Elaine, y que había venido a por él. No estaba en su sano juicio”.

La muerte de Atkinson, la undécima vinculada al uso de pistolas eléctricas a manos de la policía en la última década, está siendo investigada por la Comisión Independiente de Quejas a la Policía (IPCC).

Sophie Khan, la directora jurídica y política del Police Action Centre, que es especialista en lesiones causadas por pistolas eléctricas, se pregunta por qué se utilizó este arma. “Si se le disparó en tres ocasiones”, ha dicho a BBC, “esto es un excesivo uso de la fuerza, y esto es probablemente la razón de que posteriormente muriera. Debe haber un incidente que suponga una amenaza vital antes de que se utilicen las pistolas eléctricas. Si en este suceso no hubo un cuchillo, una pistola o cualquier tipo de arma o amenaza hacia los oficiales, se podía tratar con las formas convencionales, por lo que la pistola eléctrica no debería haber sido utilizada”.

Khan también pidió un entrenamiento más riguroso similar al nivel que se usa para las armas de fuego antes de que los agentes puedan utilizar estos dispositivos. “Las regulaciones para pistolas eléctricas no son los bastante rigurosas y el entrenamiento no ha llegado a la altura en la que podamos estar seguros de que las pistolas eléctricas se usarán de manera segura”.

La muerte de Atkinson también plantea nuevas preocupaciones en torno a la vigilancia policial y la raza, y particularmente sobre la manera en la que la policía trata a las personas negras con problemas mentales. La gente negra tiene tres veces más probabilidades de ser abatida por una pistola eléctrica a manos de la policía que la gente blanca, según los datos publicados el año pasado por el Ministerio de Interior.

“La policía es institucionalmente racista”

'La vida de las personas negras en Reino Unido importan' (UK Black Lives Matter), una nueva campaña lanzada a principios de este mes e inspirada en el movimiento estadounidense, asegura que el uso desproporcionado de pistolas eléctricas contra la comunidad negra demuestra que la policía todavía es institucionalmente racista.

“Más de dos tercios del uso por parte de la policía de pistolas eléctricas se ha producido contra gente con problemas mentales. Por eso es muy probable que afecte de manera desproporcionada a gente negra porque es 17 veces más propensa a que se le diagnostique algún tipo de problema psicótico”, asegura el movimiento en un comunicado.

“La trágica muerte de Dalian Atkinson, y de por lo menos otros 10 casos en Inglaterra y Gales en la última década demuestra, con demasiada frecuencia, que el uso de las pistolas eléctricas es fatal. E incluso si su uso no es fatal, el disparo de una descarga de 50.000 voltios con el propósito de incapacitar es una forma cruel y degradante de castigo. Consideramos que su uso desproporcionado contra las personas negras es un indicador de racismo policial institucional”.

Kevin Maxwell, un antiguo detective de la policía de Manchester y fundador de Racism Ruins Lives, apunta: “No estoy culpando a la policía, simplemente estoy diciendo que esta muerte y las anteriores explican por qué Black Lives Matter es importante. Se trata de aumentar la concienciación y ver si existe un problema entre la vigilancia policía y la raza en torno a estas muertes”.

“Atkinson era conocido localmente por la gente de la comunidad. Por lo que presuntamente se dice que dijo y la manera en la que estaba actuando debió haber signos evidentes de un colapso mental o psíquico”, añade Zita Holbourne, cofundadora de la campaña Black Activists Rising Aganist Cuts. “Hay pasos y medidas que la policía se supone que tiene que seguir cuando alguien muestra signos de un problema de salud mental. Obviamente, tenemos que esperar a conocer el resultado de la investigación de IPCC para tener más información pero esto manifiesta que hay lecciones que no se han aprendido después de la investigación de la muerte bajo custodia policial de Sean Rigg que también tenía un trastorno mental”, prosigue. “Los policías tienen que defender la ley y proteger a la gente, no causar sus muertes”, zanja.

La policía de West Mercia todavía tiene que responder a las informaciones que apuntan a que Atkinson fue disparado hasta tres ocasiones con pistolas eléctricas y derivó todas las preguntas a IPCC.

Traducido por Cristina Armunia Berges

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