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The Guardian en español

Europa acelera las deportaciones a Afganistán, uno de los países más peligrosos del mundo

Sólo en los primeros nueve meses de 2017 fueron asesinados 2000 civiles y más de 5.000 heridos en Afganistán

Patrick Wintour / Sarah Marsh

Hamburgo —

Reino Unido y otros países europeos están siendo presionados para que expliquen por qué están mandando a cientos de afganos desamparados de vuelta a uno de los países más peligrosos del mundo.

Diputados británicos y europarlamentarios han cuestionado si un paquete de ayuda establecido en 2016 por la Unión Europea a Afganistán está ligado a su voluntad de devolver al país a los solicitantes de asilo.

Desde el acuerdo se han acelerado las repatriaciones forzadas. La Organización Internacional para la Migración dice que este año 500 afganos han sido forzados a volver a Afganistán, mientras que el año pasado fueron 200. Más de 3.000 han vuelto este año de forma voluntaria.

Solicitudes de asilo denegadas

A fecha de septiembre de 2017, los afganos eran el grupo más grande de solicitantes de asilo en la Unión Europea, con 170.045 casos pendientes. Más del 50% de solicitudes fueron denegadas –muchas más que a los sirios– porque hay zonas del país, como la capital, Kabul, que ahora se consideran seguras.

Activistas pro derechos humanos señalan que la gente enviada de vuelta a Afganistán puede ser asesinada, y Amnistía Internacional ha acusado a Alemania y a otros países europeos de incumplir las leyes internacionales con las deportaciones en un momento en el que el número de víctimas civiles es el más alto de los últimos años.

En un informe discutido la semana pasada por el consejo de seguridad de la ONU, el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, señaló que el estado de la seguridad en todo el país es lamentable.

“Los secuestros y los asesinatos selectivos han aumentado un 16% en comparación con el mismo periodo en 2016”, dice el informe, añadiendo que hubo más de 21.000 incidentes relacionados con seguridad en los primeros 11 meses del año.

La misión de asistencia de las Naciones Unidas en Afganistán señala que durante los primeros nueve meses de 2017 más de 2.000 civiles fueron asesinados y más de 5.000 fueron heridos.

Protestas en los aeropuertos

En Alemania, las repatriaciones han provocado una ola de protestas en los aeropuertos, con carteles que dicen “No mandéis gente de vuelta a morir”. Algunos pilotos se han unido al movimiento, negándose a pilotar aviones de repatriación.

“Lo que está haciendo el gobierno es horrible”, dice Ramin Mohabat, un refugiado afgano que protestó contra el envío de 78 solicitantes de asilo a principios de diciembre. “Están jugando con las vidas de la gente y todos los que son devueltos están en peligro”.

“He estado en todas partes de Afganistán y conozco todas las ciudades, y hay conflictos en todas partes. El mayor problema son los talibanes pero ahora también está ISIS y en todas las ciudades hay diferentes grupos armados que hacen lo que quieren”, explica Mohabat.

La Unión Europea y Afganistán firmaron un acuerdo de “acción conjunta de futuro” en noviembre de 2016 como parte de un paquete de ayuda que contiene disposiciones para la deportación de migrantes si se rechazan las solicitudes de asilo.

La Unión Europea está siendo cuestionada ahora para que explique si los 200 millones de euros de “ayudas para reforzar instituciones” se concedieron “teniendo en cuenta la migración” y si se hubiesen denegado a menos que Afganistán hubiera accedido a cooperar en las deportaciones forzadas de afganos que vena rechazada su solicitud de asilo en Europa.

El Parlamento Europeo aprobó una resolución en diciembre lamentando el fracaso de la Comisión Europea y del Consejo de Ministros a la hora de consultar el acuerdo de 2016 y diciendo que las deportaciones forzadas son un incumplimiento directo de las leyes humanitarias internacionales.

Suecia y Alemania: a la cabeza de las deportaciones

En Reino Unido, el comité de control europeo escribió al viceministro de Exteriores, Alan Duncan, en busca de nueva información sobre si en el acuerdo de la Unión Europea se estableció una relación directa con las deportaciones.

Al cuestionar lo que denominó la “polémica relación” entre ayuda y deportaciones, el comité señaló que la propia Unión Europea admitió que sólo en 2015 murieron 11.000 afganos en atentados terroristas.

Suecia y Alemania están a la cabeza del incremento de las deportaciones. Los afganos representan más de la mitad de todos los refugiados llegados a Suecia. El año pasado se concedió asilo al 28%, mientras que se concedió a un 91% de los solicitantes sirios. Incluso menores sin acompañantes se enfrentan al riesgo de ser repatriados.

El debate político sobre la política de puertas abiertas de Angela Merkel en Alemania, a la que se achaca sus pobres resultados electorales de este otoño, ha provocado un giro en las políticas migratorias.

El gobierno alemán ha admitido ocasionalmente y de manera implícita los peligros de su política con Afganistán al suspender de manera temporal las deportaciones forzadas tras atentados terroristas, incluyendo el ataque a la embajada alemana en Kabul de mayo.

Los gobiernos regionales responsables de implementar las políticas migratorias han adoptado otras estrategias. Después de una valoración este verano se acordó que “criminales, personas que pueden poner en peligro la seguridad pública y personas que se niegan a cooperar de manera reiterada” seguirán siendo deportadas.

“Es una cuestión de política interna”, dice Heiko Habbe, un abogado de Fluchtpunkt, una organización de la Iglesia que ofrece un centro de servicio de ayuda legal en Hamburgo. “El gobierno anunció de manera inmediata las deportaciones después de que hubiese un aumento en el número de solicitantes de asilo en Alemania en octubre de 2015. Después, un mes más tarde, nos dijeron que algunas áreas de Afganistán eran ‘seguras’”, explica el abogado.

“Las deportaciones empezaron en 2016 y no tienen relación con la situación en Afganistán, que se está deteriorando desde entonces, pero se están llevando a cabo para demostrar que el gobierno está haciendo algo con respecto a la crisis migratoria”, concluye Habbe.

Consciente del rechazo hacia las deportaciones forzosas, el gobierno alemán ha ofrecido una bonificación a los solicitantes de asilo rechazados si aceptan una oferta especial antes de febrero. Incentivos económicos en forma de gastos de viaje existen desde hace mucho, pero la nueva bonificación de salida es de más de 3.000 euros por familia.

Con los periódicos alemanes de derechas ridiculizando el “esfuerzo nacional” de Merkel para aumentar las devoluciones, algunos políticos democratacristianos están pidiendo que se acelere el ritmo de deportaciones y que países como Siria se consideren seguros pronto. En el Partido Socialdemócrata hay una tendencia creciente, liderada por el ministro de Exteriores, Sigmar Gabriel, para reconocer que el revés electoral estuvo relacionado con el fracaso para abordar temas complicados como la pérdida de identidad cultural.

Con paso despacio pero seguro, la cultura de puertas abiertas marcada en 2015 por Alemania está siendo reemplazada por la cultura del adiós. Es muy probable que los grandes perdedores serán los afganos.

Traducido por Marina Leiva

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