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The Guardian en español

El FBI va a investigar los vínculos de Donald Trump con Rusia, ¿y ahora qué?

Este lunes se celebró la primera vista pública en torno a las supuestas conexiones de Trump con Rusia

Spencer Ackerman

Nueva York —

Un presidente investigado por sus vínculos con Rusia. Un director del FBI, que fue una pieza clave en la victoria electoral de este presidente, que no solo confirma que la agencia está llevando a cabo una investigación sino que además refuta la afirmación del presidente, que acusó a su predecesor, Barack Obama, de haber interceptado las comunicaciones en la Torre Trump.

Este lunes se celebró la primera vista pública en torno a las supuestas conexiones de Trump con Rusia, lo que confirma que esta presidencia está atrapada bajo una nube de sospecha hasta que se llegue a una conclusión convincente o hasta que Trump se vaya de la Casa Blanca; lo que ocurra primero.

De las declaraciones del director del FBI, James Comey, se desprende que para Trump estas acusaciones no serán como un chaparrón ocasional sino más bien el tipo de clima que deberá soportar durante todo su mandato. Como ha indicado el indignado presidente de la Comisión de Inteligencia de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Devin Nunes, se trata de una “enorme nube gris”.

A continuación, analizamos los factores clave para entender este clima.

¿Cuál es el siguiente paso de las consultas?

En relación a las vistas públicas, la siguiente fecha clave es el 28 de marzo. En esa fecha, dos altos cargos de las agencias de inteligencia de la era Obama, el exdirector de Inteligencia Nacional, James Clapper y el exdirector de la CIA, John Brennan, comparecerán ante la comisión de la Cámara de Representantes que investiga esta cuestión. Ambos desempeñaron un papel clave en el informe que se divulgó en enero y que afirmaba que los rusos se habían entrometido en la campaña presidencial de Estados Unidos con el objetivo de beneficiar a Trump.

Dos días más tarde se celebrará la primera vista pública del comité de inteligencia del Senado, que también está investigando la implicación de Rusia en las elecciones de 2016.

En esta sesión no declarará Comey ni tampoco el director de la Agencia de Seguridad Nacional, Mike Rogers. El predecesor de Rogers, Keith Alexander, sí lo hará. La sesión se centrará en cómo el gobierno ruso se ha inmiscuido en otras elecciones.

¿Y la investigación del FBI?

Comey se limitó a confirmar que desde “finales de julio” la agencia estaba investigando posibles actividades de contrainteligencia de Rusia y de personas cercanas a Trump.

Este tipo de investigaciones, que tienen por objetivo identificar brechas de seguridad y detectar y expulsar a espías o a agentes implicados, suelen ser lentas y no suelen llegar a conclusiones de forma fácil. A menudo no suelen desembocar en una acusación penal. No se sabe si esta investigación conduciría hasta un gran jurado, y ya no digamos hasta un proceso penal o una condena. Comey hizo una afirmación que podría resultar inquietante para la Casa Blanca. La investigación es “muy compleja y no puedo saber cuándo se dará por terminada”, señaló.

Irónicamente, Comey también está siendo investigado por el Departamento de Justicia por interferir en los comicios (de hecho, Hillary Clinton cree que la decisión de Comey de reabrir la investigación relacionada con los correos electrónicos de la exsecretaria de Estado le hizo perder las elecciones).

¿Qué pasó en julio de 2016 que ha propiciado la investigación del FBI?

Adam Schiff, un importante miembro demócrata de la Comisión de Inteligencia de la Cámara de Representantes, enumeró algunos factores que conectan a Trump con Rusia:

El exasesor de Trump en política exterior, Carter Page, pronunció un discurso en Moscú en el que atacó “la hipocresía” de Estados Unidos al hablar de nociones como la democratización, las desigualdades, la corrupción y los cambios de régimen.

A instancias del equipo que coordinaba la campaña presidencial de Trump, el Partido Republicano fulminó una iniciativa para proporcionar armamento a Ucrania (y que se pudiera defender del ejército ruso). El entonces responsable de la campaña de Trump, Paul Manafort, había trabajado en el pasado para el líder ucraniano derrocado, que contaba con el respaldo de Rusia.

WikiLeaks publicó correos electrónicos del Comité Nacional Demócrata después de que sus cuentas fueran pirateadas. Varias empresas de ciberseguridad y la administración Obama atribuyeron este ataque a Rusia.

Unos días más tarde, Trump pidió públicamente a Rusia que hackeara el correo electrónico de Hillary Clinton.

¿Cómo será la relación de Comey con Trump a partir de ahora?

Aunque es difícil saberlo a ciencia cierta, lo más probable es que la relación se enfríe. Comey no solo desmontó la teoría de Trump de que Obama había “pinchado las comunicaciones” de la Torre Trump sino que lo corrigió “en directo”. Cuando la cuenta oficial de Twitter del presidente afirmó que Comey y Rogers habían indicado que Rusia no había influido en las elecciones, Comey contestó: “En ningún momento fue nuestra intención decir algo así ya que no tenemos información al respecto. Nunca lo hemos analizado”.

El jefe de Comey, el fiscal general, Jeff Sessions, se ha inhibido de participar en investigaciones que guarden relación con los posibles lazos entre Rusia y Trump. El jefe de gabinete de la Casa Blanca, Reince Priebus, recibió muchas críticas cuando intentó que el FBI desmintiera las noticias sobre Trump y Rusia. Comey declaró, para mayor frustración de los republicanos, que la agencia no lo haría.

Trump puede despedir a Comey. Si lo hiciera, lo compararían con “la masacre del sábado por la noche” de Richard Nixon, que despidió al fiscal especial independiente que debía investigar el escándalo Watergate, provocando la dimisión de los responsables del Departamento de Justicia.

¿Esto propiciará un cambio de relaciones con Rusia?

Recientemente se ha especulado con la posibilidad de que a raíz de este escándalo Trump se muestre más distante al relacionarse con Vladimir Putin. Sin embargo, el secretario de Estado, Rex Tillerson, no asistirá el mes que viene a una reunión de la OTAN pero sí mantendrá una reunión con Rusia programada para abril. Con independencia de los motivos que pueda dar Tillerson, como por ejemplo que la reunión de la OTAN coincide con el viaje oficial a Estados Unidos del presidente de China, lo cierto es que los altos cargos europeos verán al secretario de Estado en Moscú antes que en Bruselas.

Este es el último mensaje contradictorio que Trump manda sobre la OTAN, una cuestión clave, antes de que se reúna con Putin en Hamburgo para participar por primera vez en la cumbre del G-20.

¿Comey y el Congreso confían el uno en el otro?

Durante la vista pública se abrió otro frente cuando al ser preguntado por la republicana de Nueva York Elise Stefanik, Comey reconoció que no había informado al Congreso de la investigación que están llevando a cabo “hasta hace relativamente poco”.

Con anterioridad, el congresista demócrata Adam Schiff había afirmado que el FBI no estaba colaborando con la comisión de expertos de la Cámara de Representantes y no le había proporcionado información crucial.

“Se trataba de un tema delicado y optamos por no informar al Congreso”, indicó Comey. Los demócratas volvieron a mencionar una carta de Comey al Congreso de finales de octubre, que fue filtrada tan pronto como la mandó, y en la que especulaba sobre la posibilidad de que a raíz de la investigación del FBI al congresista caído en desgracia Anthony Weiner se daría a conocer más información perjudicial para Hillary Clinton (más tarde se demostró que esta afirmación carecía de una base sólida). Aunque no lo dijo, es probable que tras la filtración, Comey llegara a la conclusión de que no podía ser completamente transparente con el Congreso.

Varios republicanos que participaron en la vista pública indicaron que Comey había situado a Trump bajo “una nube de sospecha” de la que le iba a ser muy difícil alejarse durante su mandato. Lo más probable es que la relación de Comey con la administración Trump se vea afectada por este nubarrón.

¿Qué consecuencias imprevistas pueden tener las distintas investigaciones en curso?

Algunos miembros republicanos de la Comisión optaron por centrarse en las filtraciones sobre los vínculos entre Trump y Rusia que se atribuyen a las agencias de inteligencia, con el objetivo de respaldar la versión de Trump, que afirma que estas acusaciones no son más que la manifestación del resentimiento de sus enemigos políticos; un amplio espectro que abarca desde Obama a las agencias de inteligencia.

Dieron a entender que, salvo que Comey y Rogers buscaran a los responsables de estas filtraciones, no iban a renovar el mandato de los programas de espionaje extranjeros, cuyos amplios poderes están amparados por la Sección 702 de la Ley de Vigilancia de la Inteligencia Extranjera, ya que se han percatado de que pueden vulnerar la privacidad de los individuos (a estos mismos republicanos no pareció preocuparles que la sección 702 permitiera vulnerar la intimidad de los ciudadanos después de que Edward Snowden filtraba información que evidenciaba los amplios poderes de los programas de espionaje extranjero).

“Me lo podrían hacer a mí, te lo podrían hacer a ti”, indicó el republicano Trey Gowdy.

Fue Rogers, de la Agencia de Seguridad Nacional, el que señaló que “recabar información sobre sujetos en Estados Unidos no tiene nada que ver con la Sección 702”. Lo cierto es que al hacer esta afirmación Roger se está tomando algunas libertades; es cierto que la sección 702 permite espiar a personas que se encuentran fuera de Estados Unidos pero lo cierto es que interceptan las comunicaciones que puedan tener con personas que se encuentran en Estados Unidos. Las conversaciones con agentes rusos se interceptarían en virtud de secciones previas a la 702 de la Ley de Vigilancia de la Inteligencia Extranjera. El debate demuestra que los republicanos que integran la comisión no comprenden las leyes que ellos mismos aprueban.

Para los defensores de las libertades civiles, que consideran que la Sección 702 otorga competencias demasiado amplias, que los republicanos quieran terminar con los programas de espionaje extranjero es un sueño hecho realidad. Aunque lo cierto es que la comisión de inteligencia de la cámara de Representantes sigue apoyando esta ley.

Traducido por Emma Reverter

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