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The Guardian en español

Un paracaidista israelí y un soldado palestino recuerdan la Guerra de los Seis Días en su 50º aniversario

El ministro de Defensa, Moshe Dayan, y el jefe del Estado Mayor, Isaac Rabin, entran en la Ciudad Vieja de Jerusalén en junio de 1967.

Peter Beaumont

Yitzhak Yifat, paracaidista israelí en 1967, es la figura central en la famosa fotografía de David Rubinger de los tres soldados israelíes celebrando la captura del Muro de las Lamentaciones.

Era cabo y tenía 23 años. Cuando Gamal Abdel Nasser [presidente egipcio] bloqueó el Canal de Suez, los israelíes fueron llamados a filas. En un principio yo no fui llamado, era profesor. El 23 de abril estaba de vuelta en casa en Tel Aviv cuando escuché el timbre de la puerta. Abrí. Vi a un chico y a una chica, ambos soldados. Tenían mi orden de reclutamiento y en unos minutos tenía preparada mi mochila.

Azzam Abu Saud, fue economista y empresario y, posteriormente, novelista. Al empezar la guerra, este estudiante en vacaciones de verano se presentó voluntario para unirse a las fuerzas armadas de Jordania.

Mi familia tenía una casa en lo que entonces era el barrio de Mugrabi, [destrozado tras la conquista israelí] al lado del Muro de las Lamentaciones. Tenía 19 años y vivía con mi familia en Beit Hanina [en Jerusalén Este, entonces bajo control jordano]. El día que empezó la guerra, 5 de junio, volvía de la universidad en Cairo para el verano. Mi padre me dio algo de dinero y me dijo que fuese a Jerusalén a comprar algo de carne y verduras que necesitábamos.

Yitzhak Yifat

El primer día de la guerra, estaba con mi unidad en un kibutz cerca del aeropuerto de Tel Nof. Estábamos esperando embarcar en los aviones para saltar y capturar El Arish [en el Sinaí egipcio]. Llegaron noticias de que aviones jordanos habían empezado a bombardear Jerusalén y de que había bajas en la ciudad. Vi al jefe de mi batallón preocupado. “Vamos a coger autobuses a Jerusalén”, dijo.

A medianoche llegamos a Jerusalén. Mujeres y niñas salieron con bandejas de café y tartas. Me empezó a doler una muela. Por suerte, una mujer salió de un edificio cercano a donde estábamos y dijo: “Mi marido es dentista. Si alguien necesita ayuda, este es el momento”.

Me dio un analgésico y el dolor desapareció. Entonces empezamos a ir en dirección a la Colina de la Munición [una de las posiciones jordanas]. Eran las primeras horas del martes.

Azzam Abu Saud

Estaba en el autobús a Jerusalén cuando empezamos a oír sobre la guerra. Jordania no entró en la guerra hasta las 10, cuando se anunció en la radio. Algunos otros jóvenes pensaron que estaría bien presentarse como voluntarios para defender Jerusalén, por lo que decidimos ir a la puerta de Jaffa en la Ciudad Vieja. Entonces había una prisión frente a la Torre del Rey David.

El Ejército jordano estaba ahí y dijimos que queríamos presentarnos como voluntarios. Tenían algunos jeep y nos llevaron a Ras al Amud [entonces un municipio justo fuera de las murallas de la ciudad y ahora parte de Jerusalén] y nos metieron en un camión. Pensábamos que estábamos yendo hacia el oeste, pero nos llevaron a un campo de entrenamiento cerca de Jericó. Llegamos sobre las 11 de la mañana y nos dieron algo de ropa militar. Entonces, sobre las dos de la tarde, los primeros aviones israelíes bombardearon el campo.

Lo que bombardearon primero fue el baño y la cocina. A las seis, los segundos aviones judíos atacaron el campamento, alcanzaron el almacén de armas y continuaron los bombardeos desde las seis hasta el amanecer de la mañana siguiente. En ese momento nosotros estábamos escondidos en pequeñas cuevas en la región.

Yitzhak Yifat

Podíamos escuchar el sonido de los bombardeos jordanos. Eran las primeras horas del martes. Cuando nos acercamos a la Colina de la Munición tomamos posiciones. Había alambre de espino alrededor de la base. Uno de los soldados lo voló por los aires. Después, entramos.

Las trincheras eran muy estrechas y el fuego, abundante. Uno de mis amigos, que estaba a mi lado, fue alcanzado por un bazuca y murió. Seguimos corriendo y entramos en un combate cuerpo a cuerpo. Seguimos avanzando y los jordanos lucharon muy bien.

En un momento dado me quedé sin balas. Me aparte e intenté cambiar el cartucho. Vi a un soldado jordano apuntándome a poca distancia. Salté sobre él, le golpeé con mi rifle, después le pateé en la entrepierna y le disparé. Fui herido levemente, pero el soldado jordano murió. Unas horas después, por la mañana, habíamos acabado y conquistado la colina [la escena de uno de los combates más duros en Jerusalén].

Azzam Abu Saud

Después de la noche del bombardeo en el campamento, ya era miércoles por la mañana. Nos ordenaron ir hacia el este, hacia Jordania. Nos enviaron dos autobuses para evacuar el campamento pero todos no cupimos y yo me quedé en el campamento. Los autobuses no regresaron, fueron bombardeados durante su viaje hacia Jordania cerca el río Jordán. Después, hacia las seis de la mañana, nos ordenaron caminar al este hacia el puente.

La situación era mala. En la carretera hacia Jordania vimos muchos vehículos. También vimos soldados muertos colgados en un camión.

Alcanzamos el puente cerca de la medianoche sedientos y hambrientos. Un camión nos llevó a la mañana siguiente hacia Amán, en Jordania, y nos dijeron que estaban buscando al resto de nosotros desde el campamento 99. Después, fuimos a Zarqa, hacia el principal campamento del Ejército jordano y les preguntamos a los soldados qué hacer. Ellos no lo sabían. Así que fuimos hacia la carretera e hicimos autoestop. Fui a la ciudad donde tenía algunos familiares. Estaba a salvo y quemé mi uniforme y me puse ropa de civil. Permanecí en Jordania y después regresé a la Universidad en Cairo.

Yitzhak Yifat

Después de la Batalla de la Colina de la Munición nos enviaron al hospital Augusta Victoria en el Monte Scopus y después a la Ciudad Vieja. Tardamos todo un día. En torno al mediodía, entramos a la Ciudad Vieja atravesando la Puerta del León. Perdimos a uno de nuestros principales oficiales en el combate de Augusta Victoria pero no hubo grandes batallas desde Augusta Victoria hasta el Monte del Templo, aunque según te acercabas a este último enclave había francotiradores.

Entramos al área del Kotel [Muro de las Lamentaciones] a través de la antigua puerta de Mugrabi. En aquellos días había casas [ahora demolidas, incluida una casa que pertenecía a la familia de Azzam Abu Saud] a solo dos metros del muro. Fue un momento emocionante ver las enormes piedras después de 2.000 años de espera.

Era mi segundo día de combate. Fue increíblemente emocionante y emotivo tocar las piedras del muro. David Rubinger [que hizo la foto de los paracaidistas celebrando en el Muro de las Lamentaciones] no había estado con nosotros.

Después, de repente, él apareció por la tarde. Estaba echado en el suelo cuando dijo: “Por favor, paren”. Y entonces disparó la famosa fotografía.

Tras esto, llegaron noticias procedentes de la frontera norte de que Siria estaba bombardeando, así que se tomó la decisión de que iríamos al norte. Pero no llegamos allí hasta el alto al fuego.

Azzam Abu Saud

El resto de mi familia había permanecido en casa, en Beit Hanina. El jueves por la mañana vieron vehículos del Ejército israelí pasando por la carretera principal. El sábado por la mañana mis dos hermanas entraron en Jerusalén para ver al resto de la familia en la Ciudad Vieja. Los israelíes estaban dentro de la mezquita de al-Aqsa. La entrada de nuestras casas era a través de la mezquita atravesando la puerta Mugrabí. Todo el mundo estaba a salvo.

Más tarde los israelíes demolieron esta zona para tener suficiente espacio para que los judíos llegasen al Muro de las Lamentaciones y rezasen. Empezaron a pedir a las personas que vivían en el lugar que evacuasen la zona. Eso fue en septiembre. Cuando mi padre se enteró fue a ver al alcalde [aquello sucedió a principios de 1968]. El alcalde le dijo “lo siento”. Y las casas fueron demolidas.

Yitzhak Yifat

Por aquel entonces, yo no sabía cuál iba a ser el resultado de la guerra. Puedo decir que los resultados de la guerra fueron malos. Nos dimos cuenta de que habíamos conquistado a otras personas. A un pueblo al completo. Y ahora parece que no podremos alcanzar una paz verdadera, una paz real.

Este es un resultado de la misma guerra. A decir verdad, no sé cómo cambiarlo. Cada día tenemos un incidente como ese.

Azzam Abu Saud

Ahora mismo no soy nada optimista, pero creo que la ocupación terminará antes o después. Dentro de 50 años o dentro de 100. Los vencedores intentarán mantener lo conseguido todo lo que puedan.

Traducido por Javier Biosca y Cristina Armunia

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