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Kumbh Mela: los hindúes se reúnen en el festival más grande del mundo

Michael Safi / Kakoli Bhattacharya

Prayagraj —

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Desde junio del año pasado, Dilip Trigunayak caminó cada mañana a la orilla del Ganges y deseaba que las aguas retrocedieran. El reloj no se detenía. En seis meses, el terreno inundable sobre el que él estaba se convertiría en sede de la mayor congregación humana seguramente jamás realizada en el mundo.

“Miraba el nivel del agua subir y bajar”, dice el burócrata. “Desde entonces comenzó mi ansiedad”.

Se espera que durante las próximas semanas más de 120 millones de devotos hindúes, además de turistas, lleguen a la ciudad de Prayagraj, en el norte de la India, para Kumbh Mela, un inmenso festival espiritual en el punto en el que confluyen dos ríos sagrados, el Ganges y el Yamuna.

Como en los últimos meses los ríos se han deshecho del agua de lluvia del monzón, las autoridades indias han pasado a la acción, ocupando el lecho del río e instalando el esqueleto de una ciudad provisional que con 39 kilómetros cuadrados es dos tercios el tamaño de Manhattan.

El festival arrancó cuando decenas de miles de ascetas hindúes se lanzaron al agua, desnudos, cubiertos de ceniza y pegando alaridos. Así, han santificado las aguas para las decenas de millones de peregrinos que llegarán en los próximos días y semanas.

Se dice que Prayagraj es uno de los cuatro sitios en India donde se derramaron gotas de la esencia de la inmortalidad que estaban en una urna por la que peleaban dioses y demonios. El festival va alternando entre las cuatro ubicaciones, siendo Prayagraj la congregación más grande y la más fastuosa. Los peregrinos cruzan todo el país y esperan durante días su oportunidad de bañarse allí durante unos segundos. En el día más propicio, se calcula que llegan al menos 30 millones de personas.

“La gente viene aquí a probar el néctar de la inmortalidad”, afirma Sarabhang Giri, un australiano que fue ordenado “sadhu”, o santo hindú, en 2004.

Como se acercan las elecciones en India, también se ponen en juego cuestiones más terrenales. Para el Gobierno nacionalista hindú, el mensaje de unidad que significa Kumbh Mela, que atraviesa todas las castas religiosas y las innumerables deidades, encaja perfectamente con el objetivo del partido Bharatiya Janata de consolidar votos hindúes.

Este será el primer Kumbh Mela en Prayagraj desde que se cambió el nombre de la ciudad, conocida como Allahabad durante el imperio mogol. Nunca antes un Kumbh Mela había recibido tanta financiación ni se había promocionado tanto en los medios de comunicación, siempre vinculado al rostro de Narendra Modi, el primer ministro de India, un nacionalista hindú.

“En muchos Kumbh Melas recientes ha habido algún tipo de presencia política”, explica Kama Maclean, profesor de historia del sur asiático en la Universidad de Nuevo Gales del Sur. “Para la mayoría de la gente que va, se trata de un evento religioso. Pero en los años 30, la gente ya iba al Kumbh Mela, se bañaba en el Ganges y luego subía a la casa del primer ministro Jawaharlal Nehru a aprender sobre nacionalismo”.

Los peregrinos de este festival protegido por la Unesco atravesarán una ciudad improvisada con más de 300 kilómetros de carreteras, casi dos docenas de puentes de pontón, un hospital, 40 comisarías y 120.000 lavabos. Por la noche, la ciudad se iluminará con más de 40.000 luces. El pasado domingo, una procesión de ascetas hindúes sobre elefantes y camellos repartieron carteles publicitando sitios web matrimoniales y el wifi gratuito en Kumbh Mela.

Rezos y clases sobre las escrituras

El corazón del festival son los 200.000 santos hindúes que se espera que asistan, muchos emergiendo de retiros en bosques y montañas, para hospedarse en la ciudad de tiendas de campaña, donde rezarán, bendecirán y darán clases sobre las escrituras hindúes.

Muchos de ellos pertenecen a una de las 13 sectas principales representadas en el evento, conformada en un principio por combatientes defensores de los templos hindúes y que en el pasado se han peleado por determinar quién se baña primero en el río sagrado.

“Se han peleado físicamente por el orden en que se bañarán”, dice Giri. “A lo largo de la historia, han muerto miles de personas en los Kumbh Melas. Ahora han acordado el orden y, si hay algún cambio, se realizan grandes discusiones”.

Además de mantener la paz entre las órdenes sagradas, los organizadores deben luchar por combatir las enfermedades. Algunos epidemiólogos e historiadores han rastreado la primera pandemia de cólera en el Kumbh Mela de 1817, desde donde la enfermedad viajó en barcos de la marina británica hacia el resto de Asia, Europa y finalmente a Estados Unidos.

Además de construir lavabos y desplegar un ejército de más de 9.000 “barrenderos nocturnos” para recoger los desechos, las autoridades intentan que el río fluya a una velocidad óptima de al menos 200.000 litros por segundos, lo suficientemente rápido como para evitar el estancamiento, pero no tan rápido como para arrastrar a los bañistas.

Otra amenaza son las estampidas. En el evento más reciente, murieron 36 personas aplastadas en la estación de trenes de Prayagraj. En 1954, un elefante embistió contra una multitud, matando a más de 500 personas.

La clave de la seguridad pública es hacer que las multitudes estén en movimiento, dice Devesh Chaturvedi, principal funcionario a cargo del último Kumbh Mela en Prayagraj en 2013. “Incluso si el agua está a 500 metros, tenemos un sistema para mover a los peregrinos otros tres o cuatro kilómetros. A la gente no le preocupa cuánto tienen que caminar. Pero después de cinco o seis horas caminando, tienen que poder finalmente meterse en el agua”.

Un peregrino llamado Devi Prasad asegura que ha recorrido cientos de kilómetros a pie desde su pueblo en el estado de Bihar para bañarse en la confluencia de los ríos Ganges y Yamuna. No le molestan unas horas más andando. Este hombre de 63 años añade: “Si quieres acercarte a Dios, tienes que andar”.

Traducido por Lucía Balducci