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The Guardian en español

A Macron le toca ahora estar a la altura de las expectativas

El candidato socioliberal a la presidencia francesa, Emmanuel Macron, durante un encuentro con el personal de la plantilla de Whirlpool en el marco de su campaña electoral en Amiens, Francia.

Angelique Chrisafis

La apuesta de Emmanuel Macron para dinamitar la política tradicional de partidos en Francia parece haber dado sus frutos en tiempo récord. La mayoría absoluta de su movimiento de centro ya se daba por hecha al inicio del recuento de votos y se confirmó en el escrutinio.

Tan solo un año después de que Macron fundase un movimiento político “ni de izquierdas ni de derechas”, ha logrado limitar notablemente la influencia de los partidos que se sitúan a ambos lados del espectro político.

Pero ahora que el movimiento de Macron tiene la mayoría absoluta, el nuevo presidente tiene mucho en juego y todas las cartas están en su mano. Ha prometido una nueva clase política honesta e irreprochable para modernizar el Estado y flexibilizar la estricta legislación laboral para favorecer los negocios. Macron sostiene que esto transformará el mercado laboral y reducirá el desempleo. Las expectativas vuelan alto y el presidente debe hacerles frente.

La histórica cifra de baja participación en estas elecciones, alrededor del 43%, ensombrece los resultados. Hace un año, cuando Macron anunció que se presentaría a la presidencia, afirmó que pondría fin al “divorcio entre la gente y aquellos en el poder”. El domingo, la abstención fue particularmente elevada en las zonas de clase trabajadora y de bajos ingresos y entre los jóvenes, lo que plantea más dudas sobre la polarización social en Francia.

Uno de los primeros retos del nuevo Parlamento será una votación este otoño que otorgará los poderes a Macron para aprobar decretos ejecutivos e imponer así los cambios en la regulación de empleo y condiciones laborales.

El plan de Macron para suavizar la legislación laboral, entre lo que se incluye fijar posibles topes mínimos y máximos a las indemnizaciones por despido improcedente, es polémico. El año pasado, el anterior Gobierno socialista impuso por decreto cambios en la legislación laboral tras protestas callejeras lideradas por el sindicato izquierdista CGT. El primer ministro de Macron, Édouard Philippe, ha afirmado que el nuevo Gobierno irá más allá para modernizar rápidamente la regulación laboral. Philippe sostiene que revisar el modelo de bienestar social francés es “esencial y urgente”. Primero habrá delicadas negociaciones con los sindicatos.

“Nunca ha habido tal paradoja entre una importante concentración de poder y fuertes tensiones y expectativas en términos de cambio”, explicó Laurent Berger, presidente del mayor sindicato francés, CFDT, al semanal Journal du Dimanche.

Una cuestión clave es a qué tipo de oposición se enfrentará Macron y quién la liderará. En el nuevo Parlamento, la oposición no vendrá de una sola fuerza, sino que estará dividida en varios partidos. La derecha francesa, aunque ha quedado en segundo lugar, tendrá una presencia escasa y es probable que muchos de sus diputados rompan con el partido y apoyen a Macron. Asimismo, varios de los pocos socialistas que siguen en el Parlamento también apoyarán las nuevas leyes laborales propuestas por Macron.

El movimiento izquierdista de Jean-Luc Mélenchon, La France Insoumise, tendrá un grupo político con la intención de hacer lo que llama “oposición frontal”. Marine Le Pen será una voz fuerte, pero no tendrá los diputados suficientes para formar su propio grupo de extrema derecha.

El Senado, actualmente dominado por la derecha, podría tener un papel importante. Algunos políticos regionales, como Xavier Bertrand en el norte de Francia, también intentarán posicionarse como fuerzas de la oposición.

“El debate siempre se debe dar en el Parlamento, de lo contrario termina en la calle”, afirmó recientemente el presidente conservador del Senado Gérard Larcher, sugiriendo que los políticos de la oposición podrían tomar el relevo de los manifestantes con pancartas.  

Es demasiado pronto para comprobar si la legislación laboral de Macron desencadenará un movimiento de protesta callejera. La presión estará durante las próximas semanas en el proceso de negociación del Gobierno con los sindicatos.

Traducido por Javier Biosca Azcoiti

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