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Metrópolis, el pueblo de Superman, tiene un nuevo héroe: Donald Trump

La estatua de Superman en Metropolis, Illinois, donde oficialmente se crió el personaje de cómic.

The Guardian

Sarah Kendzior/ Umar Lee - Metrópolis, Illinois —

En el centro de Metrópolis, un pueblo de 6.465 habitantes situado en el estado de Illinois y muy cerca del Estado de Kentucky, hay una estatua gigante de Superman. Cerca de los pies del héroe de cómic se puede leer: “Verdad, justicia, el modelo de Estados Unidos”. 

En el pasado, el pueblo encarnaba la prosperidad industrial pero en los últimos años se ha visto diezmado por el cierre de fábricas, el colapso financiero de 2008 y por el impacto nocivo de la planta de uranio de Honeywell, que ha contaminado el aire y el agua. Sus habitantes han perdido la fe en la verdad y la justicia. Sin embargo, han decidido apostar por un nuevo modelo de Estados Unidos y creen haber encontrado otro hombre infalible: Donald Trump.

DC Comics decidió en 1972 que Metrópolis, la capital del condado de Massac, sería el pueblo natal oficial de Superman. Trump arrasó en las primarias republicanas del condado, que se celebraron el 15 de marzo, con el 44% de los votos.

Los carteles de Trump están por todas partes: en los balcones de edificios tapiados y con ventanas rotas, en la decadente plaza del pueblo y en los remolques donde viven los que perdieron sus casas durante la crisis de las hipotecas de 2008. También están presentes en las calles que llevan hasta el casino de Harrah, el principal negocio de Metrópolis y donde los residentes gastan sus ahorros con la esperanza de recuperarlos con creces.

Masacre fundacional

Una placa situada en la parte histórica del pueblo explica que Massac es una abreviatura de “masacre” en honor a los primeros habitantes del lugar, que no dudaron en matar a todo aquel que se acercara a un fuerte que fue construido en 1757. Lo cierto es que los que ahora viven en Massac no están contentos con su situación. Están indignados con los políticos y abrumados por los problemas económicos. Superman atrae a los turistas pero no puede salvar a los habitantes del pueblo de sus quebraderos de cabeza cotidianos. Y piensan que tal vez Trump sí pueda hacerlo.

“El gobierno ha dado un respiro a los pequeños negocios pero no es suficiente como para que no desaparezcan puestos de trabajo”, explica Edward (Bagre) Kuhn: “Trump dio en el clavo cuando abordó la cuestión de los inmigrantes ilegales. Tal vez ahora consigamos recuperar esos puestos de trabajo”.

Kuhn se mudó a Metrópolis en 1983. El apodo de “bagre” se debe a que en el pasado fue un hábil pescador. Sin embargo, ya no puede pescar; la planta de uranio ha contaminado el río. Los peces no son los únicos que han muerto. Kuhn había trabajado en una fábrica de Goodyear. Como muchas otras grandes compañías del sur de Illinois, Goodyear ha cerrado la planta.

Kuhn, que cuenta que se gana la vida vendiendo en el bar del casino de Harrah, lo que según él son meteoritos, votó a Trump en las primarias, a pesar de que años atrás se consideraba demócrata. La mayoría de los habitantes de Metrópolis son cristianos y blancos. Al llegar al pueblo un cartel indica: “Bienvenido a Metrópolis, el hogar de Superman. Asiste a la iglesia que quieras”. 

En el pueblo también viven muchos obreros de mediana edad que trabajan o trabajaban en fábricas locales, pertenecen a algún sindicato y que sobreviven como pueden. 

“Siempre voté al Partido Demócrata”, explica Jay Stevens, ha vivido en Metrópolis toda su vida y es el delegado de un sindicato de maquinistas, el Millwright Local 640. “Voté a Obama. Me equivoqué. Y ahora he cambiado mi voto. Me gusta el estilo directo de Trump y espero que no cambie. Me convenció con sus discursos sobre los inmigrantes y sobre los puestos de trabajo que han perdido los ciudadanos”.

Stevens está sentado en su jardín, donde no falta un cartel de Trump, en compañía de un amigo. Vive al lado de un centro de servicios sociales para personas sin hogar, fundado por el casino. Su amigo, Terry Angel, también apoya a Trump.

“Sí, sí, sí”, indica Angel en español cuando se le pregunta por los inmigrantes. Cuando le preguntamos por su trabajo, Angel comenta con sorna que “no hace nada”. 

Kriptonita y heroína

La estatua de Superman se encuentra cerca del centro de detención de Metrópolis. El ayuntamiento, al frente del cual está un alcalde de 72 años, Billy McDaniel, está situado al final de la calle. La oficina de McDaniel está decorada con fotografías y estatuas de Superman, biblias y un ordenador que tiene como fondo de pantalla una foto de la colección de armas del alcalde.

McDaniel explica que antaño Metrópolis era un pueblo hermoso. “Teníamos tiendas de ropa para mujeres, tiendas para hombres, negocios prósperos. Eso antes de la llegada de los centros comerciales y negocios por el estilo. Todavía no se había construido la autopista que acabó con nuestro pueblo”. 

McDaniel cuenta que los problemas de Metrópolis empezaron en la década de los setenta y que la crisis financiera de 2008 fue el golpe de gracia final. Muchos habitantes del pueblo no pudieron pagar las hipotecas, perdieron sus casas y se tuvieron que mudar a remolques situados en las afueras, dejando tras de sí un gran número de casas deshabitadas en el centro. Incluso un negocio tan próspero como el restaurante Fat Edd's (El gordo Edd) se ha visto empañado por la tragedia.

“El propietario de Fat Edd's, Robert Lagore, encarnaba el modelo estadounidense”, explica McDaniel: “Sabía gestionar su negocio. Si ganaba 20.000 dólares, los invertía en otro negocio. Ayudaba a todo el mundo. La crisis de 2007-2008 se lo comió vivo, literalmente”. En 2009, tras perder todos sus ahorros, Lagore se suicidó.

Aunque no dispone de datos precisos, el alcalde nos confirma que la mayoría de los habitantes de Metrópolis votaron a Trump. McDaniel no votó en las primarias, ya que solo vota a los demócratas locales. Sin embargo, uno de sus empleados, Art Ducharne, un comisario, sí lo hizo y ha empezado a lamentar su decisión. 

Ducharne se mudó a Metrópolis junto con su esposa, que nació en este pueblo, después de perder su trabajo en Phoenix. “Solía votar al Partido Demócrata. Me gustaba Bill Clinton, la verdad es que Hillary me da bastante igual. Voto a la persona, no al partido”, subraya: “Me gusta Trump porque no es un político. Si cumple la mitad de sus promesas, ya será genial. ¿Y qué dice ahora? Se está autodestruyendo con sus declaraciones en torno a las mujeres y al aborto, y con sus comentarios sobre las armas nucleares”. Ducharne sacude la cabeza: “Tal vez lo saque”, dice señalando el cartel de Trump que tiene en su jardín.

Todas las personas con las que hablamos afirmaron sentirse abandonadas por la clase política, incluso el alcalde, que tiene la impresión de que los responsables del estado de Illinois también los ignoran. Aunque prácticamente todos los residentes con los que hablamos lucían la bandera americana en su camiseta, en su reloj o en sus tirantes, todos pensaban que Estados Unidos está al borde del colapso. Al alcalde y a los habitantes de Metrópolis les preocupa la situación económica y medioambiental, pero también afirman estar preocupados por una epidemia de heroína y metanfetaminas que está devastando la región. El sobrino de Ducharne ha muerto como consecuencia de una sobredosis de heroína. 

A medio camino entre el casino de Harrah y la estatua de Superman encontramos una roca gigante de color verde. Está situada al lado de un museo sobre Hollywood que se encuentra cerrado. Un rótulo indica que la roca es Kryptonita radioactiva y que Superman la trajo a Metrópolis “para dar suerte a todos aquellos que la toquen”. Cerca de allí fluye el río contaminado con uranio. 

Según el mito de Superman, la Kryptonita puede destruir a Superman, pero Metrópolis la vende como símbolo de prosperidad. Y pasa algo parecido con Trump. Algunos habitantes de Metrópolis lo ven como su salvador mientras que para otros, no es más que Kryptonita destructiva que se vende como la solución de todos los males.

Traducción de Emma Reverter

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