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The Guardian en español

Trump niega el cambio climático mientras Nueva York vive el boom de la energía solar

Los edificios cooperativos han resultado ser un terreno fértil: un alto número de residencias de este tipo en Nueva York están colocando paneles solares en las azoteas

Oliver Milman

Miami / Nueva York —

Si uno hiciera volar un dron con una cámara varios metros sobre la casa de Pani Herath en el sur de Miami, Florida, vería claramente que su azotea es muy distinta a las de sus vecinos. A pesar de vivir en un sitio donde brilla el sol la mayor parte del año, sólo unos pocos miles de residentes del Estado estadounidense de Florida han instalado paneles solares. Herath es uno de ellos.

“Lamentablemente, no mucha gente está informada sobre la energía solar. Por eso nadie por aquí tiene paneles solares”, afirma Herath. En el pulcro barrio donde vive, donde la gente se preocupa y mucho por tener el césped bien cortado y la piscina limpia, su casa se ha convertido en objeto de curiosidad.

“Se lo expliqué a mi amigo que vive en la casa de al lado y él me preguntaba para qué quiero energía solar”, dice Herath, que hace seis años que calienta el agua de su casa con energía limpia y ahora ha instalado más paneles para reducir el gasto de electricidad. “Ojalá la gente estuviera más informada sobre esto”.

A pesar de que lo llaman el “Estado del sol”, Florida casi no aprovecha los abundantes rayos solares para obtener energía. La Asociación de Industrias de Energía Solar ha puesto a Florida tercera en el ranking de estados con mayor potencial de obtención de energía solar a través de paneles en azoteas, pero luego quedó en el puesto 12º de la lista de estados con mayor cantidad de paneles instalados.

A pesar de que ha crecido un poco el uso comercial de la energía solar, se calcula que el número de hogares de Florida que adquieren paneles no pasará de 100 al año hasta el 2021, una cifra insignificante para un Estado con más de 20 millones de residentes.

Los defensores de las energías renovables y de la protección climática en Florida tienen que soportar además la envidia por el boom de la energía solar que están viviendo estados del noreste del país y en California, en la costa oeste. “Son estados donde cae nieve y que tienen muchas más nubes que Florida, y aún así tienen más paneles solares que nosotros”, dice Alissa Schafer, directora de comunicación y políticas de la Alianza del Sur por la Energía Limpia. “Es muy frustrante. Para decirlo claramente, estos otros estados nos están dando una paliza”.

En medio de las dudas aparece Donald Trump

Esta diferencia entre estados ya no es meramente una peculiaridad llamativa. Ahora que el gobierno de Donald Trump está aniquilando cualquier política nacional que aspire aunque remotamente a combatir el cambio climático, la necesidad urgente de reducir las emisiones contaminantes recae mucho más en los gobiernos estatales y municipales. Actualmente, sólo un 1% de la energía que utiliza Florida proviene del sol.

“Los políticos no han fomentado el uso de la energía solar, y a las empresas de servicios públicos les gustan las cosas como están”, asegura Schafer.

Los críticos señalan que las empresas de servicios públicos no han hecho mucho por desarrollar el mercado de energía solar ni la capacidad de los hogares de poner paneles en las azoteas, porque lo ven como una amenaza a su negocio de proveer energía tradicional.

En muchos estados, una empresa de energía solar puede proveer los paneles a los hogares y luego venderle la energía barata que se genera directamente al residente. Pero esto no está permitido en Florida. Tampoco está permitido que un propietario venda la energía solar que genera a otra persona, como por ejemplo a un vecino o a un inquilino.

Según la lógica de Florida, cualquier persona con paneles en la azotea está proveyendo un servicio energético y por ende debe poder proveer energía las 24 horas del día. Y como solo los grandes monopolios de servicios eléctricos, como la empresa Florida Power & Light (FPL), puede hacer esto a demanda, los hogares tienen prohibido este tipo de servicio a cargo de terceros.

“Es ridículo que en Florida este tipo de actividad esté prohibida”, indica Justin Hoysradt, director ejecutivo de Vinyasun. Su empresa de West Palm Beach ha intentado aumentar la venta de paneles solares a través de sistemas de préstamos estructurados como hipotecas o como los que se utilizan para comprar un coche.

“Sitios como Nueva York, Massachusetts y California reconocen los beneficios medioambientales y la creación de empleos que genera la energía solar. Nosotros lo tenemos más difícil”.

La empresa de electricidad Florida Power & Light, que suministra energía a unos 10 millones de habitantes del Estado, insiste en que es partidaria de la energía solar. “FPL ha liderado la expansión de la energía solar de forma inteligente y dirigida al ahorro, desde que construimos nuestra primera planta de energía solar en 2009”, dijo en enero pasado el presidente de FPL, Eric Silagy.

En ese momento, la empresa añadió tres nuevas plantas de energía solar a su red y anunció planes de construir ocho plantas más y más centros locales, hacia 2018. Aseguró que las plantas construidas el año pasado generaron suficiente energía solar para 15.000 hogares y que la meta es llegar a los 120.000 el año que viene.

El desafío de que Florida suba en los rankings nacionales de estados que utilizan la energía solar podría haberse dificultado aún más si se hubiera aprobado el año pasado una ley estatal que fue rechazada por muy poco. La ley, conocida como primera enmienda y apoyada por una campaña de más de 18 millones de euros financiada por varias empresas de servicios públicos, se presentó como pro-energía solar y la apoyaba hasta la Corte Suprema de Florida.

Sin embargo, los críticos insisten en que habría abierto la puerta para que se cobren tarifas por tener paneles en la azotea y así se habría aplastado a la industria. Al Gore, antiguo vicepresidente estadounidense, dijo que la Primera Enmienda era una “iniciativa de puras pamplinas”.

Jim Kallinger, presidente de la Coalición por la Fe y la Libertad en Florida y defensor de la enmienda asegura que la ley habría “dicho no al beneficio corporativo” pero sí se habría establecido el derecho a tener paneles solares en la constitución del Estado.

La energía solar seguirá siendo una industria nicho mientras Florida mantenga los precios bajos que se paga por la electricidad, añadió Kallinger. “Es difícil que los paneles solares compitan con otras fuentes de energía”, señaló.

“Creo que la energía solar es una novedad que le gusta a la gente que tiene un extra de dinero para gastar. Es cierto que tenemos mucho sol en Florida, pero también tenemos muchas nubes. En otros estados, el gobierno interviene más, pero aquí el gobierno no fomenta estas cosas”.

Nueva York: capacidad con crecimiento acelerado

Puede que los estados del noreste de Estados Unidos no estén tan bañados por el sol como Florida, pero tienen una ambición por la energía solar que empalidece al estado del sur. Esto se debe no sólo a los precios que se pagan por la energía eléctrica sino también a la preocupación por el cambio climático. Mientras que el gobernador del Estado de Nueva York, Andrew Cuomo, ha dicho que el aumento de las temperaturas le está costando al estado “no sólo muchos dólares sino también vidas”, se dice que el gobernador de Florida, Rick Scott, le ha prohibido a todos sus funcionarios públicos pronunciar las palabras “cambio climático”.

Una ciudad generosa y beneficios fiscales, sumados al desplome del coste de la energía solar, están empezando a dejar beneficios en la ciudad de Nueva York, donde están apareciendo cada vez más paneles solares en azoteas del Bronx y de Brooklyn.

La instalación de paneles solares ha crecido en un 800% en los últimos cinco años. El gobierno local está intentando poner paneles en las iglesias y las escuelas. En agosto, Cuomo anunció que las empresas de servicios públicos estarían obligadas a suministrar la mitad de la energía que utiliza el estado de fuentes solares y eólicas para el año 2030. Florida no tiene metas de este tipo.

“Por fin parece que ha llegado el Renacimiento de la energía solar a la ciudad de Nueva York”, dice Posie Constable, directora de desarrollo de negocios de la Corporación de Eficiencia Energética de la Ciudad de Nueva York (NYCEEC, por sus siglas en inglés). “Creo que llegamos a un punto en que lo único que hacía falta era plantear modelos de financiamiento innovadores para que los habitantes de Nueva York se unieran a lo que está sucediendo en todo el país”.

NYCEEC, que funciona como prestamista sin fines de lucro, ha estado otorgando préstamos y otros incentivos para que diferentes tipos de edificios se pasen a la energía solar. Los edificios cooperativos han resultado ser un terreno fértil: un alto número de residencias de este tipo en Nueva York están colocando paneles solares en las azoteas.

Elmo Homes, un edificio cooperativo del distrito de Sunset Park en Brooklyn, recibió un préstamo de 79.000 euros de NYCEEC para comprar paneles. Gracias a los beneficios fiscales que ofrecen los gobiernos municipal, estatal y nacional, el coste total del proyecto de 184.000 euros se reducirá a un cuarto de esa cifra. El edificio de 30 pisos está ahorrando más de 9.000 euros al año en facturas de electricidad.

Ecologismo y ahorro

Eric Appleton, presidente de Elmo Homes, dice que la comunidad estaba interesada en el beneficio medioambiental de pasarse a la energía solar, pero la atracción mayor era el ahorro económico.

“En lugar de simplemente ahorrarnos el costo de las facturas de la luz, lo que hacemos es juntar el dinero que pagaríamos y usarlo para reformas del edificio, ya sea renovación de fachada, arreglos de fontanería o de la azotea”, explica.

“El estado de Nueva York está apoyando mucho la energía solar y eso es esencial. No creo que hubiéramos podido hacer esto sin ese apoyo”.

Si bien las energías renovables siguen siendo muy populares entre la gente al margen de cuál sea la actitud del gobierno hacia ellas, persiste una noción de que no son confiables y que gastar en esto es un despilfarro del dinero público. Trump es uno de los que piensan así: en su libro de 2015 América incapacitada, escribió que el apoyo a las energías renovables se debía a “la errónea creencia de que el cambio climático mundial está causado por las emisiones de carbono”.

El ahora presidente añadió: “Si no te crees eso, y yo no me lo creo, entonces lo que ves es sólo una forma costosa de que los ecologistas se sientan bien consigo mismos”.

La realidad económica ensombrece cada vez más esta perspectiva. La creación de empleos relativos a la energía solar está superando a todos los otros sectores energéticos. En este momento, son más los estadounidenses que trabajan instalando y manteniendo paneles solares que los que trabajan en los sectores del petróleo y el gas juntos.

“Se ha generado un estigma sobre la energía solar, como si sólo la utilizaran los hippies para cultivar marihuana”, dice Jeff Johnston, que trabaja desde hace veinte años como autónomo de la energía solar en el sur de Florida.

“Pero es mucho más que eso. Es un oficio. Nosotros queremos que se nos reconozca como un gremio. No quiero ni pensar en lo que ha dicho nuestro presidente sobre el cambio climático. Pero creo que la legitimación definitiva es ver que la gente sí quiere energía solar, al margen de su ideología política”.

Traducción de Lucía Balducci

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