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The Guardian en español

El ataque químico en Siria es un arma más en la batalla entre Occidente y Rusia

De acuerdo con el Observatorio Sirio de Derechos Humanos el ataque químico mató a 86 personas, entre ellas 30 menores y 20 mujeres.

Patrick Wintour

La disputa cada vez más intensa entre Rusia y Occidente a raíz de la investigación sobre el reciente ataque con armas químicas que mató a unas 80 personas en Siria ha dejado en evidencia hasta qué punto ambos lados son incapaces de ponerse de acuerdo en cuestiones básicas. Ni siquiera en el método para llegar a la verdad.

Además, las tensiones ha hecho surgir interrogantes sobre el apoyo internacional que tendrá en el futuro la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPCW, por sus siglas en inglés), un organismo multilateral respetado internacionalmente que supervisa el control de las armas químicas.

Las autoridades de la OPCW afirmaron el jueves pasado que habían encontrado pruebas irrefutables de que en el ataque en Siria se utilizó gas sarín o alguna sustancia similar, pero no establecieron quién fue el responsable del ataque.

Durante la reunión del Consejo Ejecutivo de la OPCW en La Haya se rechazó el plan propuesto por Rusia de volver a iniciar la investigación del organismo, razón por la cual el ministro de Asuntos Exteriores ruso, Sergéi Lavrov, declaró que Occidente no tiene interés en llegar a la verdad sobre el incidente, sino solo en encontrar excusas para destituir al presidente Bashar al Asad.

Occidente ha responsabilizado a las fuerzas aéreas sirias del ataque en la zona de Jan Shijún en el sur de Idlib el 4 de abril, al que Donald Trump respondió con ataques de misiles que destruyeron más de 20 aviones de guerra sirios. Fue la intervención militar estadounidense más importante desde que comenzó la guerra y generó el interrogante de si Estados Unidos lanzará más ataques si se prueba la existencia de otras armas químicas.

Mientras tanto, Rusia sostiene que es posible que los combatientes de la oposición siria hayan montado una operación de bandera falsa, o que la fuerza aérea siria haya bombardeado objetivos de la oposición donde se fabricaban sustancias químicas venenosas.

Tras una reunión este lunes con Federica Mogherini, la alta representante de Asuntos Exteriores de la UE, Lavrov volvió a pedir que la OPCW envíe expertos a Jan Shijún y a la base aérea de Shayrat para investigar el presunto incidente químico.

La petición rusa fue rechazada por 21 votos contra seis, más 13 abstenciones, ya que países como Reino Unido afirmaron que no se debe socavar la evaluación imparcial existente, añadiendo que se podrían hacer otras evaluaciones sobre el terreno pero solo si se dan las condiciones de seguridad apropiadas. Los medios de comunicación rusos informaron sobre esta decisión como un bloqueo de las investigaciones sobre el terreno.

En el pasado, algunos expertos de la OPCW en Siria han sido tiroteados durante su trabajo y la OPCW sostiene que en este momento es imposible garantizar la seguridad de los expertos si tienen que ir personalmente al lugar del ataque. La fuerza aérea siria ha ofrecido suspender los ataques en la región para permitir que se lleve adelante la investigación.

La OPCW insiste en que las muestras recogidas en el lugar del ataque, tanto de las personas muertas como de los heridos ingresados en los hospitales turcos, son auténticas.

Los servicios de inteligencia franceses han publicado este miércoles un informe desclasificado en que el que identifica la “firma” química del Gobierno sirio en el lugar del ataque. Afirman también que el ataque fue organizado por aviones de la fuerza aérea siria y que no fue una operación de bandera falsa.

En el pasado, la OPCW ha evitado entrar en disputas políticas y ha funcionado por consenso, pero esa neutralidad ha sido cuestionada en el conflicto de Siria.

Lavrov condenó la “completa incompetencia” de sus colegas de Occidente, que están “prohibiendo a la OPCW que envíe a sus expertos al lugar del incidente y al campo de aviación donde supuestamente se cargaron los aviones con armas químicas para realizar el ataque”.

Lavrov afirmó que las dos misiones de la OPCW encargadas de investigar el incidente en Idlib están encabezadas por ciudadanos británicos, lo cual es, según Lavrov, una “casualidad muy extraña” que “va en contra de los principios de una organización internacional”.

El director general de la OPCW, Ahmet Üzümcü, respondió diciendo que confía plenamente en la profesionalidad e imparcialidad de sus investigadores.

En un comunicado, Üzümcü aseguró que las muestras se habían recogido de tres víctimas mortales y siete supervivientes y que se analizaron en laboratorios designados por la OPCW. Los resultados indican que las víctimas estuvieron expuestas al gas sarín o a una sustancia similar.

La OPCW se negó a identificar los hospitales de los cuales obtuvo las muestras, pero se sabe que uno de los laboratorios donde se analizaron las muestras es Porton Down, en el Reino Unido, uno de los laboratorios más destacados en el análisis de armas químicas.

Rusia también cuestionó que la misión de rescate civil de los cascos blancos haya podido operar tan pronto tras el ataque. Sin embargo, Alistair Hay, profesor de tecnología medioambiental de la Universidad de Leeds, afirma: “Es muy posible que las concentraciones de sarín se hubiesen dispersado para cuando llegaron los cascos blancos. Pero el sarín se adhiere a muchos materiales diferentes y podría ser posible recoger pruebas de la tierra o de la ropa.”

El lunes, Estados Unidos impuso sanciones contra 271 personas relacionadas con la agencia siria responsable de producir armas no convencionales.

Las sanciones tienen como objetivo a empleados del Centro Sirio de Estudios e Investigación Científica que, según las acusaciones de Estados Unidos, posibilita el uso de armas químicas.

Traducido por Lucía Balducci

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