Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
La portada de mañana
Acceder
La confesión de la pareja de Ayuso desmonta las mentiras de la Comunidad de Madrid
El plan del Gobierno para indemnizar a las víctimas de abusos agita la Iglesia
Opinión - El pueblo es quien más ordena todavía. Por Rosa María Artal

The Guardian en español

¿Piensas que la soledad es gente soltera buscando amor?

El papa Francisco oficia los primeros matrimonios de su pontificado

Gaby Hinsliff

Es difícil sentirse solo en un matrimonio duradero y feliz. Pero sentirse solitario es más fácil de lo que parece. La semana pasada, oficiales de la policía italiana entraron a un piso en Roma luego de que una llamada alertara de que se oían gritos y llantos dentro. Lo que encontraron al entrar fue totalmente inesperado. Jole y Michele son una pareja anciana que ese día se había alterado muchísimo por las historias tristes que vieron en las noticias en televisión, pero al ser amablemente interrogados quedó claro que sufrían una devastadora soledad. A pesar de sostener un matrimonio amoroso durante 70 años y todavía tenerse el uno al otro, claramente eso no era suficiente.

Al suceder esto en Italia, los policías tuvieron el encantador gesto de cocinarle a la pareja un plato de espaguetis con mantequilla y queso parmesano y quedarse a conversar un rato. Luego fregaron los platos y publicaron en Facebook un colorido relato sobre el encuentro, sobre cómo la soledad puede de pronto arrastrarte “como una tormenta de verano”. La historia se viralizó porque es conmovedora, aunque en una segunda lectura es algo inquietante. Las personas solitarias no son necesariamente los que nosotros creemos.

Este verano se cumplen 20 años de la publicación de la primera novela de Bridget Jones, una ocasión oportuna para olvidarnos de las secuelas horrorosas y recordar lo bien que la versión original daba en el clavo al retratar algunos de los mitos sobre la solitaria vida de soltero.

Bridget estaba aterrorizada por la posibilidad de morir sola y olvidada, pero irónicamente no era una persona solitaria: estaba rodeada de amigos y familiares, incluso si estos la presionaban contínuamente para que se buscara un novio decente. Son las parejas casadas las que pueden fácilmente encerrarse en sí mismas y cortar vínculos con antiguas amistades, aunque luego se arrepientan. (Los que piensan que tener un bebé significa que nunca más te sentirás solo, no saben lo que es estar en casa con un niño gritando, intentando establecer una conversación con el cartero porque es el único adulto que has visto en todo el día.)

Es muy fácil dejarse consumir por la vida familiar y despertarse en la mediana edad inmerso en una vida ocupada pero sin poder recordar la última conversación significativa que has tenido. Ese sentimiento puede que no sea todavía soledad, pero es el primer paso en esa dirección.

La sensación de vacío cavernoso que sufren los que se quedan solteros contra su voluntad o los dolientes puede ser sin dudas terrible, pero no es el único tipo de soledad que existe. Una investigación reciente de la Universidad de California reveló que casi la mitad de los encuestados ancianos confesaron sentirse solos por momentos, aunque sólo el 18% de ellos vivían solos de verdad.

Los matrimonios infelices, que se van atrofiando en largos silencios y vidas separadas, pueden tener algo que ver, pero la historia de Jole y Michele sugiere otra cosa: hay otro tipo de soledad que surge de una sensación de desconexión con el mundo exterior, un sentimiento de ya no formar parte de algo compartido y humano. ¿Es una casualidad que la crisis de la pareja italiana se haya desatado por las noticias –ataques violentos, abusos en una guardería- que revelan el lado más frío de la naturaleza humana?

Todos podemos por momentos sentir una soledad fugaz, pero ese sentimiento puede solidificarse y convertirse en algo más profundo y oscuro en aquellos que perciben el mundo como un lugar duro y hostil, un lugar que no recibiría bien sus intentos de reconectarse aún si lo intentaran.Es una agobiante sensación de rechazo, de no pertenecer, de estar lejos de los demás, lo que marca la esencia de sentirse solo en la multitud, y no es de ninguna manera algo que sólo pueden sentir las personas mayores.

Es interesante un estudio reciente de la Universidad de Brunel que reveló que la mayoría de las personas mayores de 50 años que se sienten solitarias en realidad hacía más de 10 años que se sentían así, sugiriendo que ese sentimiento ya era parte integral de sus vidas. (Por cierto, el mismo estudio concluyó que los niveles de soledad casi no habían cambiado desde la Segunda Guerra Mundial, dejando atrás la idea de una “epidemia moderna” causada por la vida familiar fragmentada y frenética.)

Quizás por eso no sorprende que esta semana los obituarios del multimillonario Duque de Westminster, padre de cuatro hijos, lo describieran como un “hombre solitario”. Una inmensa fortuna puede sin dudas contribuir al aislamiento, aunque se ve que el dinero no hacía tan infeliz al Duque como para querer desprenderse de él, ni para romper con la tradición familiar de eludir responsabilidades fiscales. Pero el caso del Duque Gerald Grosvenor parece tener un componente distinto. Lo que emerge es el retrato de un hombre que luchó toda su vida contra sentimientos de ansiedad e ineptitud, preocupado por no haber hecho nada para estar a la altura de sus ancestros, de los que heredó una enorme fortuna por la que no tuvo que hacer nada. Maltratado por sus compañeros, al parecer dejó la Escuela de Harrow sin haber hecho un solo amigo.

Si resulta difícil sentir pena por un multimillonario, la realidad es que no toda la gente solitaria son abuelitas amorosas que derriten el corazón. Muchas personas infelices han apartado a todo el mundo de su alrededor con comportamientos auto-destructivos y ahora están pagando el precio. Algunos lucharon toda la vida intentando hacer amigos, sin lograr nunca éxito social. ¿Cuánta de la mala leche que se ve volcada en las redes sociales no es sino un simple reflejo de la envidia y la frustración de aquellos que ven a otros felices y conectados y no saben cómo unirseles? La soledad tiene su lado oscuro, uno que no se soluciona con más visitas de los nietos o voluntarios bienintencionados que pasen a tomar un café.

Quizás al menos para Jole y Michele haya un final feliz. Ahora que su historia se ha hecho pública, quizás algún familiar o un antiguo amigo pase a visitarlos. O quizás el mero hecho de saber que extraños de todo el mundo quieren enviarles cartas o visitarlos, les devuelva algo de fe en la humanidad.

Sin embargo, aunque un acto de generosidad llegue muy lejos, es fácil pensar que la soledad se puede solucionar con un plato de espagueti. Puede no ser una historia tan conmovedora, pero la verdad es que, igual que pasa con los pobres, siempre habrá personas solitarias, incluso si aparentemente están acompañados.

Traducción de Lucia Balducci

Etiquetas
stats