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The Guardian en español

Theresa May y Angela Merkel: dos hijas de pastores protestantes convertidas en líderes políticas

Theresa May, hija de un vicario local de la Iglesia de Inglaterra.

Stephen Moss

Theresa May se dispone a ser la versión británica de Angela Merkel: pragmática, reservada, el último refugio seguro. Y quién sabe si eso es lo que necesita Gran Bretaña cuando está saliendo de un abismo económico. Pero hay más similitudes entre ellas. Se parecen en otro aspecto crucial: ambas son hijas de pastores de la Iglesia.

El padre de Merkel, Horst, era un pastor luterano que estaba tan comprometido con el socialismo que trasladó a su familia de la Alemania Occidental a la Oriental poco después de que naciera su hija. May creció en un ambiente con menor carga política: Wheatley (en Oxfordshire), donde su padre era el vicario local de la Iglesia de Inglaterra. Pero su origen clerical fue importante: sus amigos dicen que el padre de la joven Theresa Brasier le dio una “brújula moral” y un carácter puritano. Además, ser hija única –siempre “en exhibición” como la hija del vicario local– y perder tanto a su padre como a su madre con poco más de 20 años le hicieron madurar rápido, la endurecieron y crearon a una política cuyo estilo sobrio promete ser muy distinto de la pomposidad de algunos de sus predecesores.

Dios y la política parecen ser compañeros de cama naturales. El padre de Gordon Brown era pastor de la Iglesia de Escocia, y a Brown siempre le gustó ir de son of the manse (hijo de pastor), quizá para sugerir una seguridad férrea y distinguirse de su inconstante rival Tony Blair –hijo de un abogado y nieto de dos actores–. Los sons of the manse son un clan notable en la política escocesa: el exlíder liberal David Steel y los políticos laboristas Douglas y Wendy Alexander tuvieron la misma educación.

Steel dijo que el contexto religioso le “inculcó un fervor por el servicio público” y le hizo querer cambiar el mundo. Su ferviente oposición al apartheid se ha atribuido a la moralidad y el espíritu reformista que absorbió de pequeño. El presbiterianismo escocés también inspira una feroz ética del trabajo, un rasgo llevado a los extremos por Brown, que en algunos momentos se podría haber beneficiado de la capacidad de David Cameron para relajarse.

Al igual que seriedad moral, ser hijo de un pastor también aporta altas expectativas. Esto sin duda fue cierto con la exsecretaria de Estado estadounidense Condoleezza Rice, hija única de un pastor de Birmingham (Alabama). Rice creció bajo la sombra de la segregación racial, pero le dieron en casa una educación más elevada de lo habitual y le enseñaron que, si trabajaba duro, podría conseguir cualquier cosa. “Mis padres me dejaron absolutamente convencida de que, bueno, quizá no puedes tomarte una hamburguesa en Woolworths, pero puedes ser presidente de los Estados Unidos”, dijo una vez.

Muchos niños de orígenes clericales se han rebelado contra los códigos morales con los que crecieron –al fin y al cabo fue Nietzsche, hijo de un pastor luterano, quien pronunció la frase “Dios ha muerto”–, pero sí parece que la religión produce políticos de una índole particular: fastidiosos, sobrios, trabajadores y resueltos. La nueva primera ministra necesitará todas esas características –y quizá también algunas oraciones– para enfrentarse al monstruo del Brexit en los próximos años.

Traducción de Jaime Sevilla Lorenzo

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