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The Guardian en español

Corea del Norte envía mano de obra al extranjero para obtener las divisas que necesita

"Todas las naciones deberían demostrar públicamente a Corea del Norte que su búsqueda del arma nuclear tiene consecuencias", ha señalado el secretario de Estado de EEUU..

Oliver Holmes / Tom Phillips

EEUU, nervioso ante la primera prueba exitosa de Corea del Norte con un misil balístico intercontinental, ha redoblado la presión sobre los Estados que acogen a “trabajadores invitados” norcoreanos. Estos son trabajadores extranjeros que aparentemente aportan un significativo flujo de ingresos para el aislado régimen.

Corea del Norte traslada al extranjero a decenas de miles de norcoreanos pobres y les ordena enviar las tan necesitadas divisas a un país que sufre fuertes sanciones financieras. Esta política, que ya cumple décadas, fue reimpulsada en los 90 durante una crisis económica y la subsecuente hambruna.

Estos migrantes, que solo se quedan con un pequeño porcentaje de su paga, han servido en el pasado como mano de obra barata y en ocasiones desechable en talleres clandestinos chinos y minas de Malasia. Qatar, por ejemplo, ha utilizado a norcoreanos para un proyecto de construcción vinculado al Mundial de fútbol de 2022. Por otro lado, un subcontratista para la construcción de un estadio construido para el mundial de fútbol de Rusia 2018 ha afirmado que 190 norcoreanos

“esclavizados” trabajaban siete días a la semana.

Tras la prueba de este martes con un misil intercontinental, el secretario de Estado de EEUU, Rex Tillerson, ha solicitado una “acción global”. “Cualquier país que acoja a trabajadores invitados procedentes de Corea del Norte, proporcione cualquier tipo de ayuda económica o militar o no aplique completamente las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU es cómplice y está ayudando a un régimen peligroso. Todas las naciones deberían demostrar públicamente a Corea del Norte que su búsqueda del arma nuclear tiene consecuencias”, ha afirmado.

China y Rusia, principales receptores

La advertencia reitera una antigua y persistente demanda de EEUU, pero devuelve el foco a los países con miles de trabajadores extranjeros. Investigadores de derechos de la ONU creen que Corea del Norte ha obligado a más de 50.000 personas a trasladarse al extranjero, principalmente a Rusia y China. Esto equivale a un trabajo forzado cuyo objetivo es sortear las sanciones de Naciones Unidas impuestas al régimen.

Activistas norcoreanos que han huido del país afirman que la cifra es mucho mayor, alcanzando los 100.000. Un informe del grupo disidente North Korean Strategy Center sostiene que más de 40.000 han sido enviados a Rusia y China, 30.000 a Oriente Medio y el Sudeste Asiático y otros miles a Europa del Este y a Mongolia.

Los trabajadores ingresan al régimen hasta 2.000 millones de euros al año trabajando principalmente en la minería, la tala, la construcción y la industria textil, afirma el informe. Human Rights Watch, con sede en Nueva York, señaló el año pasado en un informe que el trabajo forzado en el extranjero es parte de la espina dorsal económica del país.

En la capital de Malasia, varios restaurantes de una zona conocida localmente como “el barrio norcoreano” son sospechosos de enviar remesas a Pyongyang. Malasia mantenía una relación semicordial con el Estado, pero eso se rompió en febrero, tras el asesinato de su hermanastro, Kim Jong-nam, con el agente nervioso VX en el aeropuerto internacional de Kuala Lumpur. Se cree que muchos de los trabajadores de Corea del Norte empleados en las empresas de minería de Malasia lo dejaron tras la crisis diplomática entre ambos países.

Desesperado por recibir divisas, Pyongyang ha abierto incluso un museo de arte de millones de dólares cerca de los templos turísticos de Angkor Wat en Camboya, uno de los pocos aliados del régimen. Los visitantes pueden admirar un mural de 120 metros en el que se describe la historia de Camboya. El mural está pintado por el principal estudio de arte de Corea del Norte, Mansudae. Se cree que el estudio ha trabajado en otros grandes proyectos encargados por otros regímenes excéntricos, incluidas dos estatuas de Robert Mugabe, presidente de Zimbabue.

Una alusión clara a China

Cheng Xiaohe, experto en Corea del Norte de la Universidad Renmin de China, afirma que la declaración de Tillerson sobre los trabajadores invitados iba claramente dirigida a China y que “haría sonar las alarmas” en Pekín. “Está claro que está vez [EEUU] no está bromeando”.

Sin embargo, Zhao Tong, experto en Corea del Norte del Carnegie-Tsinghua Centre for Global Policy de Pekín, sostiene que es poco probable que Rusia y China cooperen con EEUU y tomen medidas contra los trabajadores invitados. Incluso si lo hicieran, duda que ello pueda tener un impacto significativo.

“Sí, le supone al Gobierno de Corea del Norte algo de dinero, pero no demasiado. No se pueden cortar todos los recursos para los programas nucleares y de misiles de Corea del Norte simplemente impidiendo a los trabajadores de Corea del Norte trabajar en otros países. No es algo decisivo”, señala Tong. “Creo que EEUU no tiene otras opciones buenas y por eso están redoblando lo que ya estaban haciendo”.

Washington afirmó el año pasado que también estaba trabajando en presionar a terceros países a devolver a sus hogares a los trabajadores de las embajadas de Corea del Norte que no parecían estar involucrados en actividades diplomáticas. El exsecretario de Estado adjunto, Antony Blinken, afirmó que los países deberían asegurarse de que no se invite a viajar al extranjero a miembros del Gobierno de Corea del Norte y de que sus barcos y aviones tampoco atraquen o aterricen en su territorio.

Información adicional por Wang Zhen.

Traducido por Javier Biosca Azcoiti

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